El final de la década de los 70 y principio de los 80 no fue el mejor momento para la factoría Disney desde el punto de vista cinematográfico. Lejos quedaban los grandes clásicos que habían cimentado su posición de icono del cine de animación, como Blancanieves (1937), Bambi (1942) o La bella durmiente (1959), y aún tardarían en llegar películas como La sirenita (1989) o La Bella y la Bestia (1991), las cuales introducirían a la compañía en una nueva edad de oro que, con algún que otro altibajo, ha llegado hasta nuestros días. Pero aunque durante esos años las cintas de animación de la Disney (como Tod y Toby, Pedro y el dragón Elliot, o Los Rescatadores) no gozaron de tanto éxito como sus títulos míticos, no puede negarse que seguían demostrando una gran calidad técnica, y que la productora continuaba siendo el referente dentro de la animación que se realizaba en occidente.
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