por Santiago L. Moreno
El sábado 8 de junio tuvo lugar la presentación de Fantascy, el nuevo sello editorial con el que Random House Mondadori buscará hacer nido y picotear en los sembrados de la literatura fantástica. El evento se celebró en el Pabellón de Actividades Banco de Sabadell alojado en la Feria del Libro, sita, como es tradición, en el madrileño parque de El Retiro. Los intervinientes fueron, sentados de izquierda a derecha, el periodista y escritor Ricard Ruiz Garzón, en calidad de asesor y seleccionador de la colección, los escritores Juan Jacinto Muñoz Rengel, Concepción Perea y Jesús Cañadas, presente y futuro del nuevo sello, y la editora Emilia Lope.
El acto duró unos cuarenta minutos. Los responsables hicieron llegar a la audiencia la obligada declaración de intenciones y presentaron los tres primeros libros de la colección: Embassytown, de China Mieville, La bomba número seis y otros relatos, de Paolo Bacigalupi, y La corte de los espejos, de “Conchi” Perea, éste con mayor pompa, que para eso estaba allí la autora. También informaron de sus planes de futuro y defendieron el género fantástico, como Dios manda. A la finalización del acto, la editorial hizo dichosos a una gran cantidad de bloggers regalándoles un pack que contenía material promocional y los tres primeros volúmenes ya mencionados.
Hasta aquí los hechos, que cualquiera puede encontrar ampliados en blogs, foros y portales de noticias. Por repetidos, quizás sea más interesante extraer algunas conclusiones, ofrecer un punto de vista crítico. Empezaré por el final, reconociendo que como lector es un auténtico placer tratar con las grandes editoriales. Trabajan a otro nivel, y el cuidado del producto, salvo en deshonrosas excepciones, suele estar varias magnitudes por encima de lo que el aficionado al género ha tenido que soportar durante décadas proveniente de algunas pequeñas editoriales.
Por supuesto, nada es gratuito, pero el detalle del pack, regalado por decenas, se ganó el corazoncito del lector desde el principio. La factura del contenido era impecable. Una bolsa funcional, un fólder de bello diseño, un marcapáginas y un póster. Y claro, los tres primeros libros. Me parece una estrategia sumamente acertada. Quien la haya diseñado sabe de la importancia que internet tiene en estos momentos como altavoz y herramienta promocional. El evento estaba repleto de gente (muy) joven que seguramente se haya dejado estos días los dedos en recomendar a través de blogs, foros y redes sociales el primer lanzamiento del sello.
Los libros están, además, muy bien editados. En primera instancia, sorprende su ligereza, pero a pesar del menor gramaje, las hojas no se traslucen. Las ilustraciones son atractivas y recorren el lomo a la americana, cosa bastante inusual aquí. Y ya sé que el mío es un fetiche un tanto extraño, pero huelen estupendamente bien. Además, está el tema de la traducción y corrección, una cuestión delicada por cuanto ha tenido que aguantar el mundillo de la cf, pero que en este caso es motivo de regocijo, ya que va a tener el tratamiento profesional que todo lector merece. Como anécdota, les cuento que ante la información de que Fantascy compartiría a Mieville con la otra editorial española que lo publica, oí más de un “oh, no” y un “por favor, quédenselo en exclusiva”. Los precios, además, van a rondar los 18 euros de media, una cantidad sensata, más aceptable que los de algunas editoriales que últimamente han decidido subirse a la parra.
Una vez alabado el producto toca opinar sobre el acto, que en mi opinión defraudó al lector exclusivo de ciencia ficción. Ya desde el principio quedó claro que la reina de la fiesta era la fantasía. El grueso del público estaba conformado por chicas bastante jóvenes, que se habían acercado hasta allí motivadas por el género y la autora a la que querían escuchar. La estrella fue Concepción Perea, hecho que dejó tan satisfechas a sus seguidoras como insatisfecho a este cronista. Si hacemos caso a sus editores, se trata de una gran promesa, pero su libro, sobra decirlo, no cuenta con el mismo prestigio que los de Mieville o Bacigalupi, autores ya consagrados. Cabe resaltar que la historia de La corte de los espejos comenzó a gestarse en su blog, algo que, de Manuel Loureiro a E. L. James, comienza a no sonar nada extraño.
Por otra parte, la ausencia de Félix J. Palma minimizó aún más la presencia de la cf en la mesa. Quedaron Perea para hablar de su libro (y de sus divertidas muñecas) durante un rato largo, y Jesús Cañadas para hablar del suyo, una novela de terror lovecraftiana que será publicada próximamente por la editorial. Rengel realizó el repaso ya habitual en estos eventos a la falta de sinergia entre cine y literatura y a la escasa tradición del fantástico en España, un ejemplo de supervivencia entre la corriente realista dominante. Ricard Ruiz abordó lo que en mi opinión fue la parte más interesante de la presentación: el ideario y la hoja de ruta de la colección, y su punto de vista como profesional dedicado al género. Desgraciadamente, la promoción de los dos libros de cf apenas ocupó unos minutos.
En su intervención, Ruiz reincidió en el ninguneo al que el género fantástico ha estado sometido tradicionalmente en este país con respecto a la literatura realista. Apoyándose en la ley de Sturgeon, aunque sin nombrarla, hizo una defensa encendida del fandom y de la calidad con la que cuentan los escritores nacidos en él, y declaró su intención de apostar por ellos en un futuro próximo. “Recuperar el espíritu de la vieja Minotauro”, apuntó, mencionando los apellidos de varios autores bastante conocidos en el mundillo. Se trata, sin duda, de una buena noticia. Como aficionado, espero que algunos de ellos sepan aprovechar este nuevo asalto a la primera división y que el triunfo no les sea esquivo como lo fue en oportunidades anteriores.
Lo cierto es que a nivel personal acumulo un cierto cansancio con esto de la injusticia y el valor del fandom y de sus escritores. Sé que decir esto es procurarse la impopularidad en ciertos círculos, pero sólo estoy de acuerdo con Ricard Ruiz al cincuenta por ciento. Del fandom han salido buenos escritores, y algunos de ellos han demostrado su calidad, y otros se han sabido adaptar y buscarse las habichuelas literarias por donde han podido. Pero otros muchos, algunos cuyos nombres reverencian los fanáticos de la ciencia ficción patria, han sido más que sobrevalorados, e incluso han malgastado las buenas oportunidades de que han dispuesto.
Esa vieja actitud lastimera es uno más de los defectos presentes en el fandom (en el cual, vaya esto por delante, me incluyo). El género es como es en España debido en parte a la actitud de sus miembros. Apenas se ha traducido alguno de los cientos de ensayos existentes porque, sencillamente, el lector no los ha demandado (no le interesan, pero bien que le gusta opinar luego sin conocimiento teórico en foros y blogs); todo aficionado a la cf se cree escritor desde el primer libro que lee de Asimov, así que, por falta de preparación y exceso de oferta, la calidad media es bajísima; el fandom es, además, nacionalista, acepta poca cosa que provenga del exterior, y como resultado produce una endogamia que impide el sano crecimiento.
Para colmo, a sus miembros nunca les ha importado la calidad de las publicaciones. Importado de verdad, quiero decir. Les han vendido cosas infames, incluso sin derechos en regla, y tras mucho blablabla han pagado dinero por ellas. Al fandom, como defiende Ruiz, se le deben muchas cosas, más que nada porque ha mantenido viva la llama, pero no olvidemos que sus componentes somos precisamente, como indica el nombre, aficionados, autodidactas sin formación literaria. A veces me pregunto cuánto más arriba estaría el género si el nivel de exigencia y de autocrítica hubiera sido mayor.
Dicho todo esto, confieso que me alegra sobremanera el hecho de que un nuevo sello dependiente de un gigante editorial decida dar otra oportunidad tanto a los viejos autores procedentes del fandom como a los nuevos (que los hay, algunos de ellos incluso buenos). Me duele el fandom, y me parece un acto de justicia que, en tiempos en los que la ciencia ficción ha adquirido prestigio y aceptación en manos de “forasteros” como Piñol, Monteagudo o Somoza, y de editoriales como la magnífica Salto de Página, con sus Candeira, Rengel, Bueso o Bilbao, los viejos roqueros tengan al menos la posibilidad de reivindicar su papel en el asunto, que se anticipen a esas nuevas corrientes extrañas que, con gran don de la oportunidad, intentan ocupar un espacio que a ellos, por derecho, les pertenece.
Volviendo al acto, cabe destacar, finalmente, que el objetivo de la editorial es publicar unos 16 libros al año, la mitad de los cuales serán de autoría española. Juan Miguel Aguilera, punta de lanza del género en este país, será uno de los escritores presentes en la colección, ignoro si con alguna novela enmarcada en el universo de Akasa Puspa (cruzo los dedos) o si se tratará de algo distinto. No aclararon el porcentaje que dedicarán a estos dos géneros antónimos, fantasía y ciencia ficción, y que ellos presentan como complementarios, pero espero que no se inclinen por el que más vende y dejen de lado el más adulto.
No estuve en la presentación, pero estoy de acuerdo en la reflexión que haces. Además estoy leyendo «La bomba número seis» ahora mismito y el libro, tanto contenido como continente, es notable. Creo que te va a gustar.
Sólo una puntualización desde el fandom para el fandom. Cómo cambian las cosas para considerar la «vieja» Minotauro la que, lentamente, se fue a pique hace menos de diez años y no la que los aficionados con más arrugas consideramos la vieja Minotauro. Firme en un criterio y un estándar de calidad durante casi cincuenta.
‘nuff said.
Cierto. Supongo que Ricard se ve reflejado, por aquello de estar comenzando, en la labor que intentó realizar Lorenzana en su entrada en Minotauro, que en verdad fue muy interesante. Todas aquellas reediciones en bolsillo de los clásicos publicados por la editorial, y sobre todo, la presencia de autores españoles, el premio… Lástima lo que ocurrió después. Pero sí, claro, es una percepción diferente de lo que los «antiguos» consideramos la vieja Minotauro, la de Porrúa.
¡Habéis vuelto a la vida!
Aquí os leeremos algunos, para estar de acuerdo o en desacuerdo. A ver qué tal va esta etapa.