El mapa del cielo, de Félix J. Palma

Vayan por delante dos avisos antes de meternos en faena. Uno, me encanta Félix J. Palma. Creo que es uno de los mejores autores fantásticos españoles. He disfrutado enormemente con antologías como El vigilante de la salamandra o Los arácnidos y con relatos como “Margabarismos”, “Venco a la molinera” o “Morir en tu bañera y otras lamentables casualidades”. Dos, no me gustó nada El mapa del tiempo. Pero nada de nada. Por algún lado de internet debe de andar todavía mi reseña al respecto, donde detallo el por qué de esta opinión. Opinión, desde luego, muy minoritaria, dado el éxito masivo de esta novela en todo el mundo, tanto a nivel de crítica como de público.

Por tanto, asumí la lectura de El mapa del cielo con mucha prevención, muchísima para ser exactos, y me hice a la idea de volver a encontrarme con algo parecido a la anterior novela. Leído el libro he de decir que mis expectativas no se han visto del todo cumplidas. El mapa del cielo sigue teniendo muchos de los fallos de su antecesora, pero, a la larga, se demuestra mejor novela, más redonda, aunque su resultado final no me termine de convencer.

En el apartado de errores repetidos, El mapa del cielo continúa padeciendo una elefantiasis agotadora: más de 700 página son, desde luego, muchas páginas y parecen ser fruto de una cierta moda (en todos los ámbitos literarios) por los libros de gran tamaño. Tengo la impresión que, en tiempos de piratería, el editor ofrece a su público, por el mismo precio que la competencia, el volumen más enorme posible, y que estos libros están orientados a lectores, paradójicamente, de pocos libros. Un par de ellos al año pero, eso sí, grandotes. Que duren.

Realmente, como dijo el publicista, en este caso el tamaño no importa si se adecúa a las necesidades de la narración. Lo malo es que en El mapa del cielo esto no es exactamente así. Y no es que la historia hubiese ganado con una buena poda, no es que el autor se haya dejado llevar por su vereborrea e incontinencia, no. Más bien da la sensación de que esta hipertrofia es claramente intencionada, y pongo dos ejemplos: primero, cuenta el mismo suceso varias veces en función de los diversos puntos de vista de cada personaje que lo está viviendo, pero sin que esta variedad de enfoque añada nada nuevo a la narración. Segundo, su gusto por la digresión sin sentido. Por ejemplo, un tercio del libro está protagonizado por una serie de personajes que luego no aparecen en el resto de la novela. Normal ya que ese primer tercio juega el papel de prólogo necesario a lo que luego se va a contar. Lo que ya no es de recibo es el capítulo extra donde se nos narra la vida posterior de esos personajes que, una vez más, nada añade a la historia en sí.

Otros fallos menores vienen de la mano de la construcción de personajes. No quiero destripar el libro pero la mayoría de los que aparecen aquí repiten de la anterior novela y hay uno en concreto que cambia radicalmente su rol, de una manera tal que hubiera sido más práctico haber creado un personaje nuevo en vez de haber variado de tal manera uno antiguo. Y luego, claro, está H. G. Wells, el gran protagonista de ambas novelas.

Como devoto lector suyo y de sus biógrafos, este H. G. Wells es, sencillamente, alguien que no me encaja, mucho más buena persona e intrépido que el Wells real; un héroe novelesco más que el tímido, cobardón, mujeriego, complejo y algo retorcido Wells real. Cuando leo las peripecias del Wells de Palma literalmente me sacan de la historia, no me resultan creíbles. Aunque, no es menos cierto, que eso puede ser un defecto más mío que de la historia. A fin de cuentas no todos los lectores tiene que tener mis condicionamientos.

Palma no deja de tener un cierto fetichismo friki que en poco ayuda a la historia. No es sólo que aquí aparezca Wells; hay otros dos escritores fantásticos de la época (uno de primerísima fila) que aparecen como nuevos personajes y, para el tercer tomo de la trilogía, se promete la inclusión de otra figura señera como Arthur Conan Doyle. Sinceramente, no sé hasta que punto es necesario o aporta algo a las historias. Sin olvidar que este fetichismo va más allá, porque a lo largo de toda la novela se pueden rastrear influencias de, al menos, media decena de películas clásicas de ciencia ficción, en algunos casos por meras cuestiones de, digamos, atrezzo pero en otros formando, como diría Siniestro Total, un muy sólido homenaje que, personalmente, ha llegado a desconcertarme bastante.

Y, sin embargo, la novela también tiene sus puntos fuertes. Frente a la falsa ciencia ficción que trufaba El mapa del tiempo aquí la historia entra de lleno en el género desde el principio y nunca lo abandona en toda su generosa extensión. Por supuesto, el eje central es el tema de la invasión extraterrestre, pero también tenemos un primer contacto, una invasión sutil, cambiaformas, viajes en el tiempo, universos paralelos y ciencia ficción apocalíptica. Palma conoce muy bien la ciencia ficción, para algo fue un aficionado de pro en su época, y la novela puede verse como un recorrido por muchos de los temas que esta ha tratado en el último siglo. En este sentido, el gaditano es muy hábil. Algunos aspectos que parecen fallos irritantes luego adquieren todo su sentido una vez terminada la novela. Es ese recorrido el que hace que el libro remonte el vuelo en muchas ocasiones y el que consiguió despertar mi interés hasta el final de la historia.

En ese sentido, El mapa del cielo es tremendamente didáctico; una especie de catálogo de los que ciencia ficción clásica ha conseguido. Y da la sensación de que, nuevamente, esto es algo intencionado. Me explico. Un producto como esta novela está pensado para llegar al mayor público posible (el esfuerzo en este sentido de Plaza & Janés es abrumador) y, por tanto, no únicamente a los lectores de género. De esta forma, Palma parece llevar a los lectores de la mano mostrándoles en su novela, cual cueva de Aladino, todas las maravillas que, como legos en el universo fantacientífico, se han perdido. Posiblemente, si el truco funciona, la novela llamará la atención a muchos lectores para los que toda esta parafernalia les parecerá novedosa. Por contra, para los lectores más encallecidos el esfuerzo del autor no dejará de ser algo baldío. A estas alturas de la vida es muy difícil que, a los que frecuentamos una página web como Prospectiva, nos llamen la atención las paradojas del viaje en el tiempo o la posibilidad de los universos alternativos (por hablar de dos conceptos que funcionan como deux ex machina a partir de cierto momento).

Por tanto El mapa del cielo asume un cierto riesgo. Seguramente gustará a la mayoría que disfrutaron de El mapa del tiempo pero puede aburrir un tanto a los lectores más de ciencia ficción (lo que no es grave, somos cuatro gatos) o desconcertar a los más «generalistas» que se sientan abrumados ante tal despliegue de sentido de la maravilla, lo que sería una catástrofe para la editorial.

No es de extrañar que Plaza & Janés esté promocionando la novela de una manera un tanto falsa. El eje de la campaña publicitaria gira alrededor de una historia de amor más grande que la vida y el propio título de la novela tiene que ver con uno de los agraciados con esa pasión. Ahora bien, la historia de amor se acaba diluyendo en medio de temas, digamos, más serios y juega un papel claramente menor en toda la historia. De hecho sus protagonistas acaban por desaparecer sin influir de una forma determinante en la trama (un cabo suelto que no es el único que no ata bien Palma), y la propia metáfora del título, el mapa del cielo, no deja de ser un mensaje que no acaba de entenderse muy bien en medio del maremagnun de la invasión alienígena de la Tierra. De hecho, leída la contraportada, uno espera encontrarse con una novela sentimental y sí, aparece, pero después de un prólogo de más de 300 páginas más cercano a la novela de terror que a cualquier otro género, lo que es posible que desilusione a más de uno. O, por lo menos le deje un tanto descolocado. Es un riesgo, ¡qué duda cabe! Habrá que ver qué es más eficaz para esquivarlo, si la estrategia publicitaria de la editorial o la habilidad de Palma como escritor.

En cualquier caso, espero sinceramente que Palma triunfe con El mapa del cielo y más aún con el próximo volumen que cierre la trilogía. Es un deseo egoísta. Quizá de esta forma, con su economía saneada, vuelva a deleitarnos con alguno de sus cuentos. Posiblemente menos rentables pero, artísticamente, mucho más satisfactorios.

2 comments

  1. pues estoy totalmente de acuerdo con Ud. los cuentos de Palma son…MARAVILLOSOS, y es que como me comentó en un post que le mandé hace muchos años…adora como yo a Julio Cortazar (para mi el mejor cuentista del mundo,) y se nota muchsimo en su estilo. es una pena que sus novelas sean tan decepcionantes, si no supieramos lo que hace con sus cuentos sus novelas serian pasables y hasta muy entretenidad , pero..por favor a alguien que escribe tan bien los cuentos, cuando hace una novela se le pide la misma intensidad , la misma buena escritura, en fin que yo cai con el mapa del tiempo pero con esta directamente paso. A ver si como dice Ud, con su economia saneada vuelve a los cuentos.

  2. Sobre estas novelas hay mucha variedad de opiniones, lo cual es bueno.

    A mí me encantó El mapa del tiempo y me ha gustado un poco menos esta. Es verdad que le sobran bastantes páginas. Pero consigue ser sorprendente, aunque en ocasiones sí que parece un catálogo de elementos de las mejores novelas y películas de CF. Lo que más me gusta es ese narrador omnisciente irónico y caprichoso que juega a despistarnos.

    Estoy leyendo todo lo que puedo de Palma y sí, sus cuentos son magníficos. Pero no quisiera que se retirara de la novela, tenga éxito o no. En este país hay pocos escritores buenos dispuestos a hacer que el lector se lo pase bien, y demasiados faulknerianos que hacen de la lectura un sacrificio.

Comments are closed.