Hay obras de ficción que es complicado resumir en un adjetivo. Black Mirror debería ser de ese tipo, aunque existe uno que le casa como anillo al dedo: antológica. Tanto por su estructura, reminiscente de obras anteriores como Más allá del límite, como por su calidad. Estamos sin lugar a dudas ante el acontecimiento televisivo del año fuera de géneros y dentro del género prospectivo podemos remontarnos casi una década para encontrar algo igual… en el cine.
¿De qué va Black Mirror? Como he dicho antes, sigue una estructura similar a las antologías de relatos. Cada capítulo de los tres que componen la miniserie es una historia completamente distinta protagonizada por personajes diferentes. No hay unidad argumental, pero sí la hay temática. Si algo distingue a Black Mirror es su examen crudo y doloroso de la tecnología que hoy nos rodea y pronto se nos hará imprescindible. Igual que la vieja metáfora del cuchillo, que nos dice que tanto puede servir para cortar un filete como para apuñalar a una persona. Aunque Black Mirror añade una tercera variante: también puede ser utilizado para cortarse las venas.
El primer capítulo (The National Anthem) parte de una premisa impactante, casi salida de la mente desquiciada del guionista de cómic Garth Ennis, aunque llevada hasta su lógica conclusión sin concesiones. Allí donde otros hubieran empleado el humor, Charlie Brooker (productor de la serie, guionista de los dos primeros capítulos, creador de Dead Set y ex-crítico televisivo) cambia el tono haciéndonos comprender que esa premisa es cualquier cosa menos graciosa. Lamento ser tan vago en los detalles, pero cualquier comentario sobre el argumento destruiría la experiencia de verlo. Es mejor llegar virgen. Y si es en grupo, incluso mejor. La experiencia gana con los comentarios.
El segundo capítulo entra de lleno en el terreno de la ciencia ficción. Mientras que el primero se situaba en ese presente con trazas de futuro propio de una de las últimas novelas de William Gibson, en 15 Million Merits la acción tiene lugar en un futuro distópico. La humanidad se encuentra confinada en el interior de edificios, alejada de la naturaleza. Todas las paredes son gigantescas pantallas con estética Apple con las que los humanos interactúan sin necesidad de tocarlas, adelantos ya vistos en videoconsolas como la Wii o accesorios como el Kinect de Microsoft. La moneda de este futuro son los méritos del título, que uno gana pedaleando en bicicletas estáticas para así conseguir energía suficiente para activar las pantallas de este mundo. Con ellos puedes comprar comida, nuevos accesorios para tu avatar, jabón de manos, videojuegos y, entre otras cosas, huir de la publicidad. La única forma de escapar es entrar en un reality show que parodia descarnadamente Factor X y otros concursos de talentos, con juez malvado (interpretado por Rupert Everett) incluido. Cuando se tiene en cuenta que la productora de Black Mirror, Endemol, es la creadora de Gran Hermano y por extensión del resto de realities todo gana miles de dobles sentidos.
El tercer y último capítulo, The Entire History Of You es el único que no guioniza Charlie Brooker (en el segundo la co-autora es su mujer, Konnie Huq, que entre otras cosas… trabajó como presentadora en uno de los númerosos programas satélite del Factor X inglés) tomando los mandos en su lugar Jesse Armstrong. El nóvum que cambia nuestro mundo por el de la ficción no es nada especialmente novedoso: un implante que permite grabar en memoria todo lo que uno ve para luego ser visionado. En otras manos se hubiera convertido en una herramienta para explorar la falta de privacidad y la intromisión en la vida privada de gobiernos y empresas, pero aquí los culpables de convertir su vida en un infierno por culpa de ese aparato son los propios personajes. Alejado de la grandilocuencia contemplamos horrorizados un retrato casi costumbrista de los pequeños demonios que pueblan las relaciones de pareja, culminado con una escena final brutal y desgarradora.
Antes he dicho que su premisa era similar a Más allá del límite, y el propio Brooker lo reconoce, pero tras ver el producto terminado casi puede compararse con las Visiones peligrosas de Harlan Ellison. Unas historias arriesgadas a las que se añade una producción cuidada y actuaciones más que notables. Esta miniserie de Channel Four es, desde ya, historia de la televisión, tal vez la primera gran obra de una nueva era. Esperemos que nos regalen una segunda temporada.
Si Dead Set molaba, lo de Black Mirror es de otro planeta. Espectacular el tercer episodio, me pareció brutal, es que no se me quita de la cabeza, recomiendo verla con la pareja. Y me dan igual las incoherencias argumentales del primer episodio, la escena de los rostros del público es bestial, por no hablar de la coda final. Siempre he sido fanático de las series inglesas, muy por encima de las americanas, que me aburren salvo alguna excepción, y es que obras como esta me reafirman en mi fe.
Me uno a las recomendaciones. El primer episodio es el más flojo, porque es sólo un siete o un ocho y los otros dos un diez… Creo que el problema del primero es simplemente que su apuesta es demasiado arriesgada, que la suspensión de la credulidad que se exige al espectador es demasiado chocante.
No es que sea una buena serie, es que me parece verdaderamente histórica. Así es como a mí me gustaría que fuese con más frecuencia la ciencia ficción.
A la wishlist. La alternaremos con Sherlock.
Gracias,gracias,gracias por haberme descubierto esta mini serie.Para mi los capítulos 1 y 3 son brutales y sólo pido,que si hay una segunda temporada, nos tengais puntualmente informados
Lo realmente grandioso de Black Mirror es que cada cual escoge su favorito de manera distinta. Eso es porque todos están a un nivel altísimo y ya entran las preferencias personales de cada uno. Creo que estamos todos esperando anuncio de la segunda temporada, por ahora solo hay fecha de salida del DVD: 27 de febrero.
Imprescindible. La primera gran obra de ciencia ficción de la década.