Ahora que Ian Watson es medio español, como se puede ver en el vídeo del karaoke de la Semana Negra de este año, y su Putas de Babilonia acaba de ser traducido, es el momento de actualizar la excelente entrevista que se puede encontrar en Cyberdark. Otra razón es que casi todos sus libros (excepto las novelas de Warhammer 40K), escasamente treinta y seis, acaban de ponerse a la venta en inglés en formato electrónico. Sus libros en castellano hasta la fecha se pueden consultar en la Tercera Fundación.
Putas de Babilonia (Torre de Marfil) es el último de tus libros que ha visto la luz en castellano, aunque tengo entendido que otro, Chekhov’s Journey, llegará pronto a las librerías. ¿Por qué has tardado tanto en hacerla traducir, sobre todo considerando que ya en 1988 fue finalista, entre otros, del prestigioso premio Arthur C. Clarke? Aunque claro, el castellano es uno de los muchos idiomas a los que se han traducido tus obras. ¿Qué sientes al ver un Watson en cirílico, en cuneiforme o en klingon?
Estás bien informado, La biblioteca del laberinto publicará mi Chekhov´s Journey en castellano en 2012 (con un epílogo que he escrito especialmente para esta edición), con una tirada de unos 600 ejemplares que, a juzgar por los otros libros de la editorial que he visto, serán preciosos. Por cierto, la novela no tiene nada que ver con el alférez de Star Trek. Chekhov´s Journey habla del dramaturgo Chéjov y el viaje que hizo en la vida real a través de Siberia, durante el cuál se encontró con las consecuencias de una misteriosa explosión en Tunguska (cosa que sucedió tras la muerte de Chéjov, así que puede que haya un toque de viajes en el tiempo…).
Como ya te habrás imaginado, la cruel decisión de privar al público hispanoparlante de esta obra hasta ahora no fue mía. Los únicos editores que quisieron publicarla fueron los de Francia, Alemania, Polonia y la República Checa, con lo que está en muchos idiomas, así que no me quejo. Me encanta ver mis libros en otros idiomas. La edición húngara en tapa dura en un solo tomo de mis cuatro novelas de Warhammer 40K es muy bonita (y muy voluminosa), y la edición letona de mi Putas de Babilona corta la respiración. Mi amigo italiano Roberto Quaglia (con quien he escrito el que muy posiblemente sea el único libro de ficción a cuatro manos por dos autores de lenguas maternas diferentes, The Beloved of My Beloved) y yo, decidimos rebautizar el húngaro y pasar a llamarlo klingon, pese a la existencia de un auténtico klingon americano inventado. Tal vez deberíamos haberlo llamado vulcaniano, porque los húngaros deben de ser muy listos para aprender a hablar su idioma, con lo complicado que es. El editor húngaro del tomo de 40K tiene los brazos cubiertos de tatuajes en tibetano, porque él y unos cincuenta húngaros más creen que sus idiomas tienen el mismo tronco común, así que celebran fiestas y hablan tibetano entre ellos.
Una de las cosas que con más cariño conservo es la edición japonesa ilustrada en tapa dura de mi Orgasmachine, de atrás adelante, que es una belleza.
Has vivido y trabajado en Japón, en África e incluso en Inglaterra, ¡el mismísimo corazón de la oscuridad! Has asistido a convenciones de ciencia ficción en muchos países, quizá también en otros planetas. ¿De qué manera ha influido en ti tanto viaje? Por ejemplo, ¿crees que tu exposición a entornos y sociedades diferentes y poco comunes ha sido en parte el motivo de que escribas ciencia ficción? ¿Ha contribuido a dotar tus escritos de una sensación de “extrañeza”? Estoy pensando por ejemplo en el modo en que piensa una ballena en El modelo Jonás, una novela tan insólita que, en tus manos, es totalmente plausible desde el punto de vista científico. Y otra pregunta que tiene que ver con la anterior: ¿Alguna vez has viajado a otro país con el único objetivo de documentarte? Lo digo porque acabo de leer tu novela Oracle, y tengo la sensación de que has estado en Bélgica para conocer los lugares en donde se desarrolla. (Por cierto, ¿tenías pensado escribir una continuación de Oracle, o me he perdido algo?)
Pues sí, hice un intercambio de casas durante una semana con una pareja de Irlanda del Norte que vivía en Bruselas para visitar sitios como el Atomium. Y escribí un final abierto para Oracle con la intención de que los lectores se imaginaran su propia secuela, sobre todo en lo que respecta a Tom atrapado en el pasado. ¡Ya hay demasiados libros con segunda parte! Cuando una novela me entusiasma de verdad, me gusta inventarme la secuela.
Por regla general, los viajes tienen un gran impacto en mi imaginación, aunque no suelo saber con antelación en qué sentido. Cuando fui a Noruega como invitado a una convención, no tenía ni idea de que eso llevaría a mi novela Mockymen, y cuando viajé a Liubliana no me imaginaba que acabaría escribiendo mi fantasía ajedrecística, Magia de reina, magia de rey.
Además, empecé a escribir ciencia ficción publicable como consecuencia de vivir en Tokio a finales de los 60. Ya entonces era una ciudad futurista, tanto en lo que respecta a tecnología del ocio como en el aspecto de “zona catastrófica” (superpoblación, desastre ecológico, etc) sobre el que tanto nos alerta la ciencia ficción. Lo ciento es que empecé a escribir ciencia ficción a modo de mecanismo de supervivencia psicológica, como respuesta al “shock futurista” de Tokio. Una visita a la Isla de las Perlas de Mikimoto y otras cosas que vi en Japón dieron origen a mi novela de ciencia ficción en clave de satira erótica Orgasmachine. Mi segunda novela, El modelo Jonás, también debe mucho a aquella estancia en Japón, aunque no recuerdo en qué sentido, porque no he vuelto a leerlo desde hace 36 años…
Pero también he utilizado lugares donde nunca he estado, como Bolivia. Si no puedo imaginarme lugares de mi propio planeta, ¿cómo voy a imaginar otros mundos?
Cada uno de tus libros es único a su manera, hasta los que tratan de temas habituales en la ciencia ficción como son los platillos volantes (Visitantes milagrosos) los viajes en el tiempo (Oracle) o las invasiones alienígenas (Mockymen). ¿Que opinión te merecen las sagas estilo medieval (sobre todo en fantasía) o las secuelas de libros como Dune o El Señor de los Anillos (¡o hasta Jane Austen!), a menudo escritas por familiares del autor, o los libros de zombis o vampiros en los que cada “revolucionario” volumen se limita a dar una vuelta de tuerca a un par de elementos tradicionales para ser “fresco” u “original”? ¿Tienes la sensación de que esta demanda (probablemente creada por el marketing) de “más de lo mismo” se está volviendo cada vez más fuerte mientras el mundo se encoge y se precipita hacia un futuro incierto, pero sin duda espantoso?
Tengo que confesar una cosa: no he leído El Señor de los Anillos, y mucho menos las sagas de fantasía que ha generado. La saga épica que sí llegué a leer fue Crónicas de Thomas Covenant, el incrédulo, de Stephen Donaldson, pero me rendí a la altura del cuarto tomo, así que me sorprendió mucho cuando me di cuenta de que yo mismo estaba planeando una especie de narración en tono de fantaciencia basado en la mitología finlandesa (las 1200 páginas de Lucky´s Harvest y The Fallen Moon, que en realidad constituyen un único libro, pero un tomo de 1200 páginas habría sido demasiado caro). Para escribir esta obra, a la que dediqué dos años, necesitaba un anticipo razonable de Gollancz, y Gollancz cumplió.
En lo que respecta a mis otros libros, con excepción de los de 40K, siempre escribí lo que quise sin ningún tipo de contrato o anticipo; en las ocasiones en las que Gollancz no quería un libro concreto, siempre encontraba otro editor. Por desgracia, este sistema alegre y despreocupado ya no funciona, como demuestra un largo thriller histórico con episodios que se desarrollan en un futuro próximo, que escribí a cuatro manos con un inteligente compañero de mi Northampton SF Writers Group. Trata de un médico árabe genial que es también un fanático religioso y consigue aislar y preservar la verdadera causa de la Peste Negra, cosa que era técnicamente posible en el marco de la mentalidad y la tecnología médica del islam del siglo XII, y también de las consecuencias que esto tiene en la actualidad. Se titula The Waters of Destiny. Yo lo considero un libro importante, pero por lo visto no es lo que quieren las editoriales más comerciales. En fin, siempre queda el camino del ebook para un hijo huérfano.
Por cierto, los platillos volantes no eran un tema habitual en las novelas de ciencia ficción, aunque sí en las películas. La mayoría de los autores de ciencia ficción habrían querido que el fenómeno OVNI se evaporase, porque resulta embarazoso que siempre se asocie libros serios con tonterías de naves extraterrestres (“Supongo que usted creerá en los hombrecitos verdes, ¿verdad, señor autor de ciencia ficción?”). En aquel momento, corrí un riesgo importante al escribir una novela “seria” sobre el fenómeno OVNI, pero era lo que sentía que debía hacer.
Cuando un autor ha escrito tantos libros, ¿tiene que estar en guardia ante el peligro de repetirse? ¿Te resulta ser verdaderamente original? ¿Es ese el motivo de que The Beloved of my Beloved, tu último libro, escrito a cuatro manos con Roberto Quaglia, esquiva o arrolla todos los géneros conocidos, y habla tranquilamente de un romance en el que uno de los enamorados es un tumor canceroso en forma de mujer, con vagina y todo? ¿Te has sumergido en el mundo del humor surrealista y enloquecido porque la ciencia ficción, la fantasía y el terror ya no te ofrecen más oportunidades?
Desde mi punto de vista, no he escrito tantos libros, porque llevo cuatro décadas dedicado a esto. No escribo deprisa y reescribo mucho, y nunca traté de ser original. Es cierto que mi primera novela, Empotrados, tuvo éxito en parte porque fue la primera obra de ciencia ficción basada en la psicolingüística moderna, pero lo cierto es que se trataba del libro que yo quería escribir en aquel momento, nada más. Mi cuarta obra, Embajada alienígena, es probablemente la primera novela de ciencia ficción narrada en primera persona por una mujer negra, pero tampoco en eso estaba buscando ser original; dio la casualidad de que había vivido en África, así que para mí fue de lo más natural. Has mencionado secuelas de las obras de Jane Austen; pues bien, treinta años antes de que empezaran a aparecer, la utilicé como protagonista en un relato sobre catástrofes ecológicas, “To the Pump Room with Jane”. Tal vez la originalidad no sea más que fijarse en las cosas en las que la gente no se fija hasta que otro las ha señalado. Y una vez advierto algo, acto seguido advierto algo más… porque hay muchas cosas inadvertidas que advertir, y sería una trivialidad readvertir lo ya advertido. Escribo para explorar aquello en lo que me he fijado, para descubrirlo en profundidad. También para poner mis hallazgos en un dispositivo de almacenamiento externo (lo que me sirve de excusa cuando me olvido de lo que dicen libros míos que escribí hace treinta años). Hoy en día, muchos jóvenes parecen escribir (cosa que se ha vuelto más sencilla desde que tenemos ordenadores) sólo para verse publicados, no para descubrir nada. Obviamente, los ordenadores permiten que se publiquen muchas más cosas, en el sentido más amplio, el de hacerlas públicas. Esto tiene aspectos positivos y aspectos negativos.
The Beloved of My Beloved nació porque Darth Vader llegó tarde a desayunar en un hotel casi desierto cerca de la segunda ciudad más fea de Hungría, y porque Roberto y yo descubrimos que teníamos una manera muy similar de advertir las cosas de manera diferente, como supimos en cuanto empezamos a discutir sobre necrofilia virtual debido a la tardanza de Darth Vader. En mi opinión, el surrealismo está muy relacionado con el sentido del humor, pero también con el hecho de que el mundo es cada vez más absurdo, y lo que antes era increíble o improbable ahora sucede todos los días.
Siempre has escrito relatos además de novelas (soy el orgulloso propietario de la edición original de Ace de la maravillosa compilación The Very Slow Time Machine, por ejemplo, que incluye historias escritas antes de 1980, y tengo entendido que pronto se publicará en el Reino Unido tu undécima colección de cuentos), pero tu última novela, Mockymen, se publicó hace más de diez años de la mano de una editorial pequeña, y no de Gollancz, que había sido tu editorial durante más de un cuarto de siglo. ¿Qué ha motivado estos dos cambios? ¿Te deprime el descenso en las ventas? Por cierto, me encantó Mockymen, ciencia ficción tradicional y al mismo tiempo muy original y… esto… watsoniana. ¿Tienes intención de que se traduzca al castellano?
Supongo que parecerá extraño a la vista de mis once libros de relatos (contando con el que publicará en marzo del año que viene NewCon Press, una pequeña editorial inglesa), pero al principio yo pensaba que era sobre todo novelista, y que no escribiría más allá de un puñado de relatos en toda mi vida. Recuerdo que, allá por 1973, hice unas rayas en una hoja de papel para ir anotando los pocos relatos que había escrito y así seguirles la pista, y pensé “me bastará con una página”. Pues ya son muchas las páginas.
Golden Gryphon, la editorial norteamericana que publicó Mockymen, después del rechazo de Gollancz, es de hecho una de la grandes editoriales pequeñas. GG publicó también mi colección de relatos The Great Escape, que Gollancz había preferido no editar, pero irónicamente esto hizo que TGE fuera elegido uno de los mejores libros del año por el Washington Post, cosa que no habria sido posible en Gran Bretaña (debido en parte al pequeño problema de que el Washington D.C. no está en Inglaterra), así que no me quejo. Mi salida de Gollancz fue una de esas decisiones impuestas por los fríos intelectos del departamento comercial tras un cambio de propietarios y una reestructuración, y el equipo editorial estaba en contra. Pero ahora vuelvo a estar en Gollancz, que ha reeditado en formato electrónico mis obras completas, unos cuarenta volúmenes, entre ellos libros que la propia Gollancz no publicó inicialmente. ¡Bien por ellos! (Y un editor español está echando un ojo ahora mismo a mi Mockymen, por cierto.)
En España mucha gente te conoce por tus libros en la serie Warhammer 40K y, sobre todo, por el guión de la película Inteligencia Artificial. Tengo entendido que acusaron a Spielberg (y por extensión a ti) de dulcificar el desenlace de la película y apartarlo de la visión original de Kubric. ¿Te resultó difícil trabajar según acoplándote a las intenciones de otras personas? Si te lo pidieran, ¿escribirías guiones de cine o televisión?
Después de I.A., varios directores jóvenes malgastaron cada uno de ellos semanas enteras de mi tiempo, así que ahora no escribo ni una letra para ningún proyecto de película a menos que haya dinero por delante.
Me resultó… ¿cómo diría yo?… complicado, sí, pero también surrealistamente divertido acoplarme a los deseos de Kubrick, como narré en las 10.000 palabras de “El fontanero* de Kubrick”, que debe de estar en castellano por alguna parte (si no, ¿por qué iba a conocer la palabra fontanero?)… Ah, sí, en Stalker nº 17, una revista impresa con fecha de otoño de 2002 y traducción de Luis Prado. ¡Mi bibliografía funciona!
Para ser precisos, lo que yo escribí fue la “historia para el guión” de I.A., un texto de unas ochenta páginas en el que Spielberg luego basó el guión, al que también añadió escenas que yo había escrito para Stanley pero que el propio Stanley no quería ver plasmadas en la narración, como la destrucción de robots en la Feria de la Carne. Además, devolvió a mi Gigolo Joe la elocuencia que yo había querido darle desde el principio y que Stanley siempre intentó limitar.
De hecho, Kubrick había intentado convencer a Spielberg con anterioridad para que dirigiera I.A., porque se trataba de un cuento de hadas futurista, muy apartado de su tono habitual. Spielberg en cambio toca las cuerdas del corazón, cosa que a Stanley no se le daba bien. Tras su muerte, como homenaje a Kubrick, Spielberg dirigió la película siguiendo fielmente la visión original. De ahí por ejemplo los veinte últimos minutos, que algunos críticos poco perspicaces atribuyeron al sentimentalismo de Spielberg, cuando en realidad son exactamente lo que escribí para Stanley y exactamente lo que Stanley quería, filmados con toda fidelidad. La verdad es que esos veinte minutos son muy sombríos: el niño robot está condenado a una soledad eterna tras vivir un día perfecto en un universo donde ya no queda rastro de vida biológica. Spielberg plasmó las intenciones de Kubrick en un 95%, y estoy seguro de que a Stanley le habría encantado la película, la habría considerado muy fiel a su visión. Bueno, más que a su visión, a sus intuiciones.
He visto en las fotos que hace años lucías un frondoso bigote que ya no tienes. Corre la voz de que eres uno de los pocos escritores de hoy en día que puede vivir, y hasta beber, sólo de lo que escribe, pero que con los tiempos que corren ya no te puedes permitir el lujo de tener bigote, ni siquiera mucho pelo. ¿Es verdad?
Mi padre había perdido casi todo el pelo antes de cumplir los treinta. Le echaba la culpa a Cascos** (quiero decir, a la fricción de los cascos de radio durante la Segunda Guerra Mundial, cuando mi padre monitorizaba las retransmisiones del enemigo). Yo he conservado el pelo casi el doble de años que mi padre. Posiblemente se debe a la genética, ya que mi madre era una mujer y las mujeres tienden a conservar el pelo. Como verás, busco siempre la explicación científica.
En cuanto a lo de comer y beber de lo que escribo, si hace treinta años vendía un relato a Asimov’s, me daba para vivir dos semanas. Si hoy vendo un relato a Asimov’s, con suerte me da para dos días, porque siguen pagando exactamente lo mismo, mientras que la cerveza cuesta siete veces más… y no se tarda menos en escribir una historia. Lo cierto es que hoy en día tardo mucho, mucho más en escribir cada uno por culpa del perfeccionismo, parezca lo que parezca el resultado. Pese a todo, sigo escribiendo cuentos porque me encanta.
Durante los años ochenta me vi en apuros económicos y me encontré endeudado, pero el maravilloso Royal Literary Fund (creado en 1790 y dotado por los autores más vendidos del pasado, benefactores como D.H. Lawrence, James Joyce y otros muchos escritores más o menos conocidos) me ayudó en dos ocasiones, y volvió a hacerlo hace pocos años. Otras lluvias de dinero inesperadas me llegaron gracias a Kubrick, a Games Workshop, a la Demutualisation of Building Societies (sería muy largo de explicar) y a que calculé que podía vender la hipoteca con cláusula de seguro de vida que tenía sobre mi casa seis años antes con beneficio (otra cosa que seería muy larga de explicar; me llevó mucho tiempo hacer los cálculos). Y luego, ¡sorpresa! La película Inteligencia Artificial se hizo realidad, cosa que yo no esperaba, con lo que me cayó una bonita gratificación por los créditos de pantalla. Así que he tenido suerte, y no todo el dinero lo he ganado escribiendo. A estas alturas, se puede decir que casi espero lo inesperado.
Para mí ha sido importante conservar la alegría y el optimismo durante los altibajos del pasado. En los momentos más delicados de mi situación económica, decidí (como un idiota) hacer mi propia cerveza, pero pronto me rendí, debido a los resultados, y volví a las buenas costumbres de comprar cerveza de calidad.
* La versión original de ‘El fontanero de Kubrick’, a la que se refiere Ian Watson, se puede encontrar en la sección ‘Plumbing Stanley Kubrick’ de su web http://www.ianwatson.info/
** En castellano en el original
Brillante esta frase:
«Yo he conservado el pelo casi el doble de años que mi padre. Posiblemente se debe a la genética, ya que mi madre era una mujer y las mujeres tienden a conservar el pelo. Como verás, busco siempre la explicación científica.»
Tiene muchas joyas que reflejan que el estilo de Ian Watson es bastante cercano a cómo funciona su cerebro: haciendo zapping de tonos (en una frase es socarrón, en la siguiente mortalmente serio, el la siguiente sentimental…) y de temas (de lo científico salta a lo social y a lo pop, y todo esto sin vaselina). Fascinante.
Muy interesante. Y esclarecedor en cuanto a las intenciones de Kubrick en A.I. Cuando la vi, lo primero que se me ocurrió fue que el epílogo era de Spielberg y que dulcificaba un final seco y duro a lo Kubrick. Eso sí, la escena de la Feria se la podían haber ahorrado.
Ha muerto Juan Carlos Planells….
http://galionar.blogspot.com/2011/12/en-la-mort-de-joan-carles-planells.html