Entrevista a Francisco Javier Pérez

En los últimos 5 años has publicado 2 antologías (Dionisia Pop! en AJEC y Antifuente en Viaje a Bizancio), 3 novelas (Hierático en AJEC, y Cinco canciones de cuna y Orígenes del lodo en Aristas Martínez), la primera novela twitter española (Parsifal Novo y la descomposición ortogonal de vectores), un poemario (Napalm Satori en Ediciones Efímeras, premiado con el Ignotus a mejor obra poética de 2010), una plaquette (Supernaturaleza en Aristas Martínez) varios cómics (La memoria invisible en Viaje a Bizancio o Antígenos de Gaia por citar algún ejemplo) e innumerables colaboraciones en otros tantos fanzines. Y a pesar de todo sigues siendo un autor relativamente desconocido tanto en el mundillo fantástico como en el underground literario. ¿Cómo te presentarías a aquellos que todavía no te han leído?

Es un poco difícil responder a esto sin sonar como un estúpido vendemotos, pero vamos a ver… Yo diría que lo que intento hacer con mi obra es llevar de viaje al que se tome la molestia de prestarme atención; un viaje hacia un punto de vista distinto, hacia lugares no necesariamente cómodos pero que sé por experiencia propia que están ahí. Lo que debería hacer cualquier escritor, en definitiva: buscar escribir lo mejor posible para que el lector tenga la mejor experiencia posible, esperando que ésta le resulte tan excitante y trascendental como la crees tú.

Aunque, para mí, “mejor” casi nunca es sinónimo de “más fácil”; por eso la mayoría de las reseñas y críticas a lo que hago acaban mencionando que es “experimental”, “raro”, “oscuro”, “minoritario”, “aberrante” o “suicida”. Y sí, es posible que mi intención, vista en términos de popularidad o comercialidad, sea un cierto suicidio en potencia, o directamente una imbecilidad, pero es la mía y es lo que hay. Al menos me queda el consuelo de haberme cavado mi propia tumba.

Con semejante currículum has trabajado con diversas editoriales, algunas especializadas en fantástico y otras generalistas. ¿Has notado mucha diferencia?

Lo cierto es que no demasiada. Pero es sólo porque, aunque como bien dices he trabajado tanto con editoriales especializadas como con generalistas, todas ellas tienen algo esencial en común: que son pequeñas e independientes.

Lo cual, al principio, es un asco, porque todos fantaseamos con que el señor Planeta, el señor Mondadori o el señor Alfaguara vengan a llamar a la puerta y traigan consigo un par de prostitutas y una maleta llena de drogas exóticas y billetes de quinientos euros que ofrecerte a cambio de tu último manuscrito… Hasta que llega un día en el que, por lo que sea, acabas viéndote desde la perspectiva correcta, o como mínimo la menos incorrecta de todas ellas, y dándote cuenta de que, efectivamente, es una mierda estar bregando con problemas de distribuidoras, con no ver un puto céntimo por lo que escribes, con que pueden pasar años entre que firmas un contrato y sale el libro y un millón de etcéteras, pero también de que esto de escribir va de lo que comentaba en la anterior respuesta, que lo que cuenta es hacer lo que crees correcto, como a ti te parece que debería ser, y lo único que te proporciona esa libertad en este momento son los sellos independientes. Si además, como he tenido la suerte de que me pase a mí, acabas comprometido con algo como Aristas Martínez, por ejemplo, donde se te respeta y valora como artista, tanto mejor.

Así pues, a la hora de firmar con una editorial, no miro si es de un signo u otro o de varios a la vez; me basta con que estén interesados en mi trabajo y ofrezcan un mínimo de dignidad.

Una cosa que se nota rápido al leer tus relatos es esa hibridación entre la llamada «alta cultura» y la cultura popular. Mezclas sin reparos poesía, videojuegos, filosofía y pulp. ¿Crees que a estas alturas del camino las etiquetas carecen de sentido?

Lo que creo, más bien, es que las etiquetas nunca han tenido sentido. Quizá lo tengan de un modo únicamente práctico y sólo para los últimos eslabones de la cadena artística, para los que tienen que colocar el producto acabado en una determinada estantería, o para esos críticos convencidos de que los lectores son idiotas y hay que mostrarles el camino más recto hacia donde sea que están colocados los productos de la empresa que les regala muestras para reseñar; pero desde luego, tal como lo veo, nunca para los creadores. No para los que me interesan o me parecen relevantes, cuanto menos. Otra cosa sería la caterva de mediocridades que corren por ahí, pero eso daría para otra entrevista entera…

En cualquier caso, ahora mismo no se me ocurre una sola obra importante (sea libro, película, disco, cuadro, etc.) circunscrita a un solo “estilo” o “género”. El teatro de Beckett se puede leer también como filosofía o semiótica, por ejemplo; Lovecraft es tanto terror pulp como religión; The Mars Volta o Einstürzende Neubauten son música y también, en cierto modo, literatura; Aristófanes es comedia y psicología, y Lacan es psicología y comedia del absurdo… No, definitivamente, no tiene ningún sentido etiquetar según qué.

En tu faceta de escritor tienes un control total de la obra, mientras que como guionista de cómic tu visión depende enormemente del dibujante. ¿Qué se siente al tener esa «dependencia» de otro artista? ¿Crees que es algo que influye en el cómic español, en el que casi todas las obras son de un único autor, guionista y dibujante a la vez?

Nunca lo he vivido como una “dependencia”, sino como algo intrínseco al medio. El proceso de creación en cómic no es el mismo que en narrativa, porque no son el mismo medio; una vez se entiende esto y se dejan de lado los prejuicios, es muy sencillo adaptarse a ese proceso sin choques de egos y demás tonterías. También es verdad que, de nuevo, he tenido la gran suerte de trabajar con artistas como Fidel Martínez, Vicente Montalbá o Pablo E. Soto; gente con la capacidad de plasmar en dibujos casi exactamente lo que tenía en mente mientras escribía el guión, como en el caso de Fidel y Pablo, o directamente de darle una dimensión nueva y que el guión no había tenido en cuenta, como hizo Vicente con el componente humorístico omnipresente en Antígenos de Gaia; por lo que la adaptación al medio, para mí y hasta la fecha, ha sido tan sencilla como enriquecedora.

En cuanto a la segunda mitad de la pregunta, sí, soy de la opinión de que si gran parte del cómic que se hace en este país es autocomplaciente, anquilosado y aburrido es precisamente por culpa de la mayoría de esos “autores totales”. Es muy difícil, por no decir imposible, escribir tan bien como se dibuja, o a la inversa. Muy pocos son capaces de hacerlo y sólo después de años de trabajo y, generalmente, para parir algo muy personal, que resuene a un nivel íntimo; y me parece una muestra de egocentrismo casi vergonzoso que haya tantos guionistas y dibujantes que pretendan que ellos también pueden dominar ambas áreas como si nada, sin ver que con negarse a colaborar con alguien que además de tener una buena idea sepa desarrollarla del mejor modo posible, lo único que consiguen es que su obra quede empobrecida, coja e insípida.

Cualquiera que compruebe tu currículum notará que te atreves con casi cualquier tipo de manifestación artística narrativa. ¿Qué opinas de las nuevas formas de expresión como twitter? ¿Crees que en un futuro los videojuegos también serán considerados arte al mismo nivel que el cine, el cómic o la literatura?

Cualquier forma de expresión, a poco que se le aplique inteligencia y creatividad y se la dote de alma, es susceptible de acabar albergando alguna forma de arte. Basta con eso. Todo tiene potencial, a priori. Soy incapaz de determinar qué diferencia hay entre la literatura epistolar y las posibilidades de twitter o cualquier red social, con las que se puede narrar mediante hashtags o mensajes individuales entre varios avatares; igual que se podría hacer a base de transcripciones de SMS´s, conversaciones de móvil o e-mails. Y por supuesto que los videojuegos acabarán siendo considerados arte. Como el graffiti. Ambos son medios, quizá aún muy nuevos (lo cual a algunos nos motiva aún más, ya que no están condicionados por toda la carga histórica que acarrean consigo el resto), y por tanto acabarán indefectiblemente, mal que les pese a varios, dando lugar a obras de arte incuestionables. Ya se pueden ver hoy en día apuntes de ello, a poco que nos fijemos: Banksy, Shepard Fairey o El Niño de las Pinturas, en el gaffiti, y videojuegos como Fallout 3, Braid, Portal o Deus Ex.

¿Crees que en la situación actual, marcada por la crisis económica, los géneros no realistas son especialmente necesarios? ¿Por qué los escribes?

¿Por qué escribo de un modo no realista? Esta también es una pregunta jodida… más que nada porque no creo en una sola e inmutable realidad. Mi forma de ver el mundo, ya no sólo como escritor, sino también en todos los aspectos de mi vida, se basa en que o bien existen infinitas realidades o bien no existe ninguna; en cualquiera de los dos casos, la existencia, el paso simultáneo por las distintas realidades convergentes o la experiencia sensorial mediante la cual nos engañamos a nosotros mismos para evitar disolvernos en esa carencia de realidad alguna, llámalo como te plazca, no es algo muy distinto a la narrativa. A cualquier narrativa.

La ciencia lleva siglos demostrando que todo es lenguaje y matemáticas, así que la realidad no es más que un modo de narrar, una ecuación. Y lo que llamamos “real” o lo “realista” no es más que consenso. Cuando la mayoría se pone de acuerdo en que algo tiene determinadas características, es cuando ese algo existe, no a la inversa. Entendida en esos términos, en mi opinión, la realidad de repente se vuelve mucho más permeable, difusa y, por qué no, interesante.

La misma crisis económica que mencionas es sólo una línea argumental dentro de la narrativa histórica. Al mismo tiempo, existe la línea argumental de los que se están enriqueciendo con la crisis, cuya historia sería el relato de un triunfo. La teoría de la evolución de las especies es una línea argumental, como lo es el Génesis en la Biblia; ambos narran lo mismo, usando metáforas distintas. Los avances en física cuántica abren nuevas líneas narrativas, exactamente igual que el acceso a recuerdos bloqueados mediante la hipnosis clínica; todo lo que te cuentas a ti mismo sobre ti mismo, lo que define en última instancia tu personalidad, obedece a los mismos mecanismos de lógica narrativa que cualquier aventura de Spiderman, y puede enmarcarse en el mismo contexto que cualquier leyenda urbana, por lo que tanto tú como él como los tres contextos sois “reales” en la misma medida… todo depende de cuántos y cómo nos alineamos con un mismo argumento.

Remitiendo de nuevo a mi respuesta a la primera pregunta del cuestionario, lo que yo intento, pues, es narrar otra realidad que o bien es una más en la amalgama de realidades, de narrativas, de formas de dar forma a la existencia, o es tan prescindible y sin sentido como la comúnmente aceptada. Sea como sea, considero que lo que hago es absolutamente realista, sólo que no es consensual.

Dado que la sección se llama Siete Preguntas, me veo obligado a acabar aquí, así que acabemos con una genérica y algo batiburrillesca: ¿Alguna recomendación o influencia que quieras compartir con los lectores?

Así, a bote pronto, y como para compensar algunas cosas que leo en esta página y de paso llevar la contraria a otros autores y críticos que regularmente pasan por aquí para quejarse de que la ciencia ficción (Literatura Prospectiva, neo-paja-mental, o lo que sea…), sobre todo la española, está muerta, sólo se me ocurre decir que hay vida, muchísima vida además, más allá de la lista de los más vendidos en Gigamesh o Cyberdark… Están Daniel Pérez Navarro y Javier Esteban y Daniel Miñano, el catálogo de NGC Ficción!, el de 23 Escalones… Unas pocas de las muchas cosas gracias a las que, al menos yo, disfruto como nunca antes con la literatura “de género” hecha en este país. Quizá deberíamos dejar un rato las pataletas y la morriña, y empezar a prestar atención a lo que verdaderamente se la merece.