Titán, de Ben Bova

Me ha gustado mucho Titán, de Ben Bova, leída de corrido y en un pispás. Una novela absolutamente aconsejable para los amantes de la ciencia ficción, en particular, y de la ficción científica in strictu sensu, en particular.

Contextualizando. Estamos a finales del XXI. La Tierra es un planeta hecho polvo, abigarrado y guarro. La mayoría de los gobiernos son de inspiración fundamentalista y, quien más quien menos, se pirra por largarse a vivir a la Luna, Marte o a las incipientes colonias extraplanetarias donde la tecnología permite ciudades la mar de apañadas. Un acierto de Titán es que este trasfondo –hijo supongo de anteriores obras del autor– está ahí, sin explicaciones, pero accesible. Bien.

En este contexto se enmarcan las peripecias del Goddard, una suerte de orbital de 20 km de largo por 3 de ancho, anclado a Saturno y en el que viven regaladamente 10.000 exiliados, descontentos con los gobiernos terráqueos, frikis, aventureros y una comunidad científica destinada a estudiar los micro-organismos descubiertos en el mayor de los satélites saturniales, Titán.

La novela narra el inicio de la misión científica con el envío de una sonda a Titán a finales de 2095 hasta el sorprendente final en mayo del 2096. El relato empieza con brío, buenas descripciones hard del orbital, de la atmósfera titánica, de la sonda, para ir introduciendo una subtrama –llamada a devenir central– sobre la supuesta presencia de más microorganismos en los anillos de Saturno. A partir de este eje, va cobrando peso la dinámica social del orbital. Durante páginas y más páginas Bova se dedica a diseccionar la sociología del orbital, quedando la trama científica como bisagra de un tour de force entre el alcalducho del Goddard, Eberly, inefable trepa (recuerda aquel dicho sobre el presidente Johnson: “Es tan buen político que hasta le huele el aliento”), y su adversaria, la buena, guapa y lista Holly. Entremedio van y vienen las penalidades dietéticas de una astrobióloga, la depresión del jefe científico ante la imposibilidad de contactar con la sonda, problemas de pareja, y un amplio elenco de situaciones básicamente sensatas, lógicas y bien calzadas, que alternadas con el leit motiv central prefiguran una conseguida tensión. Acaso, primer pero, se abusa de la cuestión sociológica, acaso. Y en algunas partes de la novela el lector impaciente eche en falta cierta acción o un menor peso de la cuestión personal. A lo mejor le sobran cincuenta páginas, sí.

El segundo pero es subjetivo total, y es que a mí me rebota que utilicen las cursivas para señalarme que lo que leo es parte del monólogo interior del protagonista. Normalmente, cuando trasladas pensamientos de un personaje se apostilla con un “se dijo para sus adentros”, “pensó”, “meditó”. Bova opta por transcribir en cursiva todo pensamiento. Se ahorra las apostillas pero queda artificioso. Además, claro está, los pensamientos del personaje apuntan directamente a lo que el lector no debe dejar de considerar. Si un personaje, después de un coloquio, se pone a darle al tarro y suelta “me parece raro que se dejé abierta la escotilla, ya es la tercera vez que lo hace en el transcurso de una semana. Deberé estar atenta”, así en cursiva, usted al loro.

Creo que el narrador omnisciente tiene un montón de recursos alternativos para ahorrarnos esos trances en los que el autor te pone en la senda a cursivazos. Más aún Bova, que en los pasajes más hard de la novela, cuando nos relata las desventuras de la sonda Alpha por la superficie de Titán, simplemente lo borda. Perfecto. Lo mejor. Demostrando que el autor tiene capacidad sobrada para salir con bien de una tesitura de la que poquísimos saldrían.

Otra cosa que me gusta es que no hay crímenes, ni batallas ni tiros ni muertos (1) en Titán. Eso le da una gran verosimilitud y dificultad añadida; es una historia épica, pero sin bajas. El coctel de sociología y bioquímica funciona como un reloj, demostrando que para hacer ciencia ficción entretenida, legible y hasta emocionante no se precisan yakuzas, ni IAs malévolas, ni pirados. Basta un buen estudio de personajes enfrentados a intereses contrapuestos la mar de domésticos y comprensibles; un contexto tan original como pueda serlo una sociedad de diez mil tíos encerrados a varias UAs de la playa, y una trama potente de marcado regusto científico en la que encajan a la perfección el resto de hilos.

Pero no digo más. Novela profesional, solvente, interesante y con el mérito técnico de adentrarnos en terrenos arduos con un talento considerable. Si no le pongo un notable alto es por lo de las cursivas y porque la buena de la historia… pues no me cae bien. Yo estoy con el alcalde.

Nota (1). Bien, en realidad si que hay un muerto, y si nos paramos a pensar quién, la verdad es que resulta bastante alegórico….

2 comments

  1. Poco creíble en el marco temporal en que se desarrolla, tal vez en 2195 sería posible. A parte, la traducción deja mucho que desear, muchos de los giros en la conversación y algunos aspectos técnicos no están bien traducidos. Los personajes no tienen entidad propia que atrape al lector. En resumen, un montaje especulativo poco probable.

  2. Historia coral con una decena de personajes, cada uno con su problemática y sus motivaciones, todas más o menos relacionadas. Algunos personajes me han recordado a personas que conozco, aunque no es el propósito de la novela el describir los carácteres.
    La especulación técnica es posible, es más ciencia-ficción que fantasia, pero la encuentro demasiado cercana en el tiempo, no sé, o veo colonias de 10.000 personas en la órbita de Saturno en menos de 100 años, pero sí nanomáquinas, o sobretodo las sondas exploradoras con IA, concepto que podría ser hasta actual.
    Forma parte de una saga, aunque creo que solo este libro está traducido al castellano.

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