God’s War, de Kameron Hurley

Un mundo inhóspito al que los seres humanos llegaron importados hace milenios por una misteriosa especie alienígena, una sociedad matriarcal de raíces islámicas en la que los roles más arquetípicos del varón y la mujer se han invertido y exacerbado tras siglos de guerra ininterrumpidos, y una misteriosa dependencia de los insectos tanto para el uso de la magia como para el desarrollo de la tecnología son los principales pilares sobre los que se sustenta el árido pero sugerente escenario elegido por la escritora Kameron Hurley para ambientar su debut literario, God’s War, una explosiva puesta de largo que ha logrado impresionar a autores tan curtidos como John Scalzi o Jeff VanderMeer.

No se han apagado todavía los ecos de la campana que anuncia el comienzo del combate cuando el lector se encuentra empujado sin avisar por Hurley al centro de un cuadrilátero donde, si el desprevenido sparring consigue recuperarse de la primera tunda de contundentes mazazos en forma de descripciones prosaicas, terminología exótica y situaciones intrigantes y crípticas a partes iguales, podrá «disfrutar» de treinta y nueve capítulos como otros tantos encarnizados asaltos en los que asistirá a la caída en desgracia y subsiguiente intento de remontar el vuelo de Nyxnissa, una bel dame o cazarrecompensas al servicio del gobierno, y su malhadado equipo de aguerridos colaboradores independientes.

Cuando, tras unos primeros compases en los que el motor argumental de la aún titubeante trama posiblemente se haga demasiado de rogar, Nyx reciba la inesperada llamada a personarse ante la reina de Nasheen, la veterana bel dame terminará aceptando un encargo que podría suponer la jubilación anticipada para toda su banda de golpe y porrazo: una visitante alienígena ha desaparecido, y con ella la clave para resolver a favor de Nasheen la guerra que lo asola desde tiempos inmemoriales. Este venturoso punto de inflexión sirve de pistoletazo de salida para una desenfrenada carrera de maniobras políticas en la sombra, intriga, odio y desconfianza, una auténtica espiral de violencia que lo asolará todo a su paso.

El entrecomillado anterior no es gratuito; por sacarle un poco más de punta a la metáfora pugilística, añadiré que el «disfrute» de God’s War exige ciertas dosis de sadomasoquismo, pues si bien no hay ningún personaje diseñado expresamente para despertar las simpatías del lector, hay que tener el corazón de granito para que la aciaga concatenación de desventuras que se abaten sobre todos y cada uno de ellos no despierte al menos una chispa de compasión en el lector. Compasión que no conviene alimentar con demasiada ilusión porque en esta novela, si algo respira y se mueve, también se puede mutilar y asesinar… no necesariamente en ese orden.

Desde su aparición a principios de año, God’s War ha cosechado numerosas críticas favorables, basadas principalmente en el subversivo tratamiento de la dualidad hombre-mujer dentro de la ficticia sociedad del planeta Umayma, en la crítica implícita a la represión y la intolerancia consustanciales a todos los tipos de fanatismo, y en lo despiadado de su prosa. Si bien coincido con quienes señalan como virtudes de la novela estas características, y aun obviando que habría quienes pudieran convertirlas en defectos sin mucha complicación (lo exagerado de la inversión de estereotipos masculinos y femeninos terminaría rayando peligrosamente en lo paródico, la contundencia del lenguaje podría tomarse con la misma facilidad por una alarmante carencia de recursos estilísticos, etcétera), el principal obstáculo que me impide redactar una reseña más apasionada de la historia es… precisamente, la historia.

Pese al derroche de imaginación empleado por Hurley en el trasfondo histórico de Umayma, pese a las buenas intenciones insinuadas en la crítica a los totalitarismos políticos y los fanatismos religiosos, God’s War es en última instancia una narración impulsada por un misterio, y ni la investigación del mismo ni su ulterior desenlace se presentan con la agilidad que se presupone a este tipo de argumentos. La recurrencia de conflictos y soluciones, sobre todo en forma de secuestros, interrogatorios y posteriores fugas o rescates, amenaza con hacer zozobrar una nave que afortunadamente al final consigue imponerse al oleaje de la comprensible impericia de una escritora novel y llegar indemne a buen puerto, aunque a la postre lo accidentado de la travesía perdure en el paladar del atribulado pasajero/lector.

El tiempo dirá si Kameron Hurley logra desembarazarse de esos molestos tics de debutante y pulir el diamante en bruto de su talento, insinuado en numerosos pasajes de God’s War además de en Brutal Women: The Short Stuff, colección de relatos expuesta en su página web a disposición de todos los paleontólogos bibliográficos que deseen escarbar en los orígenes literarios de la autora. De momento se ha anunciado ya que Infidel, la continuación de las desventuras de Nyx y compañía, saldrá a la venta el próximo mes de octubre.

3 comments

  1. Yo lo tengo comprando en ebook hace ya algunos meses. Le tenía ganas, pero después de esta reseña me temo que baja algunos puestos en la pila

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