Los temas de la ciencia ficción están ya tan asumidos por la literatura general que hasta pueden servir como excusa para una recopilación de variados talentos. Aquí tenemos una amplia representación de los que actualmente cortan el bacalao en la literatura española, si por ahora no en ventas o repercusión académica -que, en varios casos, ya se andará-, sí desde luego en términos de iniciativa y presencia mediática. Unidos para escribir cuentos de viajes en el tiempo, y sólo con un par de incorporaciones de viejos sospechosos de nuestro gremio.
Como corresponde a una macedonia de esta naturaleza, los resultados son tremendamente desiguales. Hay quien se lo toma en serio, quien hace una faena de aliño armado de oficio, quien parece colocar alguna cosa que tenía por ahí a ver si cuela, y quien directamente cabe sospechar que se lo tomó muy a la ligera, pero no quería dejar de figurar junto a compañía ilustre. En su conjunto, para esperanza de los escritores de fandom, el resultado no es muy superior al que ofrecería una antología equivalente con autores de los que han trabajado mayoritariamente por nuestro barrio. Y digo para esperanza, pero también debería decir para desesperación, puesto que si este librito puede publicarse es que la puerta está decididamente abierta pero no se encuentra la rendija para salir.
El volumen se abre con un modus operandi ya conocido para quienes leemos a Marías: prólogo del recopilador y primer textito de Espido Freire convirtiendo al libro no en una simple recopilación, sino en una suerte de proyecto colectivo de un grupo de malditos impulsados por el espíritu de Mary Shelley y bla, bla. Queda simpático, pero resultaría más convincente si no fueran ellos dos los únicos que tienen en cuenta esa idea en todo el libro, pese al hecho de que el núcleo de estos “Hijos de Mary Shelley” se reúne periódicamente con motivo de la Feria del Libro de Zaragoza.
Para no enredarme, me limitaré a los relatos que valen la pena. Hay dos no muy extensos pero francamente buenos. En “Comeback”, Patricia Esteban Erlés hace exactamente lo que cabría esperar de un autor externo a la ciencia ficción que emplea el tema del viaje en el tiempo: adopta un enfoque intimista, con una prosa refinada, y parece contar algo ya visto pero de otra manera, un poquito mejor. Es un relato triste, contundente y redondo. Varios de esos calificativos podrían también aplicarse a “Monólogo de la anticuaria”, de Care Santos, que introduce como tema lateral otro que me es muy querido, el de los edificios misteriosos, y resuelve la intriga con dosificación y solvencia. También aquí hay elementos poco frecuentes en la ciencia ficción “de género”: añoranza, sensibilidad, ritmo adecuado.
Buen relato, aunque no tan redondo, es con el que nuestro viejo conocido Félix J. Palma da título al libro, y que es de hecho con diferencia el más extenso del volumen. Aunque con algún evidente elemento de broma privada -la trama se desarrolla en una Feria del Libro de localidad pequeña-, Palma desarrolla la idea del viaje en el tiempo como enfermedad contagiosa y lo mezcla con una teoría de los muchos mundos quizá algo forzada, pero original. También aprueban con nota alta los poemas de Luis Alberto de Cuenca y Pedro Ramos, sofisticados y evocadores.
Los dos cuentos más convencionales, intercambiables con material estándar-alto de una publicación del género, son los de José Carlos Somoza y David Lozano. Ambos emplean el viaje en el tiempo, o su simulación, como recurso de sendas tramas policiacas no del todo originales, pero sí bien resueltas. El resto de las historias, francamente, no valen la pena.
Mención aparte merece la edición, muy curiosa. Con una maquetación y formato fuera de lo corriente, es difícil no simpatizar con el volumen y sus buenas intenciones, sólo parcialmente cumplidas.
Lo tengo en la pila y, de momento, solo puedo decir que efectivamente, el formato de edición es muy curioso: texto en color, composición de textos muy original, «caja» del libro cerrada. Cuando menos, algo muy digno de ver. Autores reconocidos de nuestras letras en lo que se antoja lectura refrescante-veraniega y donde espero encontrar alguna que otra perla.
En resumen, una iniciativa francamente interesante (otra más de Marías, ahí están p.e. sus incursiones temáticas en 451 Ediciones), aunque tenía la impresión (por lo que leo, algo equivocada) de que pese al título los relatos giraban más hacia la fantasía.