¿Ciencia-ficción? ¡Y un cuerno!
Voy a resistirme a la tentación de demostrar la vastedad de mis conocimientos cinematográficos enumerando la lista de influencias que confluyen en Invasión a la Tierra. La relación de referentes lejanos y cercanos es muy amplia y, además, evidente para cualquier aficionado al cine, por lo que no voy a redundar en lo obvio: no estamos ante una película demasiado original, y su argumento, situaciones y soluciones narrativas nos remiten a montones de películas anteriores pertenecientes al género de ciencia ficción.
Pero también ajenas a dicho género. Y es que la última película de Jonathan Liebesman es más una película bélica que otra cosa. A pesar de la presencia de alienígenas en su sinopsis, la invasión de dichos seres es tan solo una excusa para detonar el argumento, y tanto daría que el enemigo fuera un ejército de cualquier país hostil: Invasión a la Tierra podría ser prácticamente idéntica si el escenario bélico, en lugar de ese Los Ángeles invadido, fuera Irak, Somalia o Afganistán.
Pero si superamos su falta de originalidad, y nos sobreponemos a la “decepción” de comprobar que no nos encontramos ante una auténtica obra de ciencia ficción, lo cierto es que la película es disfrutable (ah…, ¿es que alguien esperaba algo más?).
Centrando la trama
Como es sabido, las películas adolecen de ciertas limitaciones a la hora de abordar historias. Por ejemplo, a pesar de la ingente cantidad de películas que han tratado sobre la Segunda Guerra Mundial, ninguna de ellas lo ha hecho sobre toda la Segunda Guerra Mundial, sino que se ha limitado a centrarse en determinados momentos clave del conflicto (campañas, batallas, misiones…). Una película, por larga que sea, no puede de ninguna manera manejar tanta información y, por fuerza, debe seleccionar.
En Invasión a la Tierra sucede algo parecido. Dado que no puede abordar la magnitud de esa invasión global que sufre la tierra a manos de unos alienígenas dispuestos a robarnos el agua, enfoca su objetivo en las penalidades que padece un pelotón del ejército de los EEUU embarcado en una misión de rescate de civiles, y que acaba por jugar un papel decisivo en la batalla para detener la colonización extraterrestre.
Una vez sobrepasados los primeros minutos, en los que asistimos a una presentación de (numerosos) personajes bastante atropellada, la película se centra en la trama, y ya no para, gracias a un guión bien construido que Liebesman ha convertido en una película muy entretenida.
Es cierto que tenemos que sufrir ciertos tópicos de este tipo de films, como el oficial del ejército con pasado a enmendar, el teniente incompetente que predeciblemente va a tener que ceder el mando a un subordinado de mayor capacidad, diversas proclamas heroicas y patrioteras, o momentos sensibleros entre padre e hijo. Y también es verdad que, una vez más, asistimos a uno de esos recursos de guión que, no por comprensible (debido, una vez más, a la necesidad de simplificar el argumento para convertirlo en manejable para la película), deja de resultarme molesto: el de reducir todos los objetivos de una batalla enorme a uno sólo; el gran centro de control central que, al ser destruido, acaba prácticamente con la amenaza enemiga. Un solo hombre, el héroe de la película, con un solo disparo, puede arreglarlo todo…
Pero, a mi entender, estos elementos, pese a ser más o menos molestos, no impiden disfrutar de una película que, como espectáculo de evasión, resulta recomendable y entretenida.
La banda sonora resulta efectista y efectiva. La fotografía, excelente, con una textura sucia y realista, acentuada por el manejo de la cámara estilo documental, tan habitual en los últimos años. Los efectos especiales, espectaculares, demuestran, una vez más, que esta nueva generación de efectos digitales ha alcanzado su plena madurez y que sus posibilidades son virtualmente ilimitadas (sólo falta que quienes los manejan sepan sacarles partido, y no construir banalidades basadas únicamente en ellos, claro).
Para terminar, resaltaré la importancia de la presencia de Aaron Eckhart, un buen actor que consigue que la película solvente incluso los momentos más cuestionables, y que proporciona una solidez que se echa de menos en otros blockbusters, en su mayoría protagonizados por niñatos insoportables (véase Skyline, por ejemplo).
En resumen, Invasión a la Tierra no pasará a los anales del cine, ni siquiera a los del género de ciencia ficción. Pero es una película de entretenimiento correcta y francamente entretenida. Y eso, paradójicamente, no es algo que pueda decirse de la mayoría de ellas.
Me suena todo eso que cuentas. Creo que algo logré entrever en medio del tremendo mareo que me dio el movimiento epiléptico de cámara. Los dos principales referentes de esta peli son Monstruoso y Distrito 9, cuya lastimosa influencia le está haciendo una daño al género importante que espero se pase pronto.
¿Alguien sabe si está financiada por el cuerpo de marines de los EE.UU.? Una cosa es ser patriota, pero ¡¡¡que todos y cada uno de los marines sean unos tíos cojonudos, unas bellísimas personas…!!! No sé… En las pelis de los años sesenta colaba, pero ahora…
Es cierto que no evita que sea una peli entretenidilla, pero sí que chirriaba la cosa…
Hay que regalarles un trípode…
FA, yo pensaba que todas estas pelis las paga Semper Fidelis por defecto, cuando menos pone los cacharrines, que no es poco… Los diálogos son dignos de Boinas Verdes, de Wayne…
Pero hombres de Dios, que ya desde los años 50 el esquema de estas pelis es claro ¿o acaso nadie recuerda Invasores de Marte?
Para mí lo interesante es la idea de que los tipos que invaden están un sólo un pequeño paso tecnológico – al menos en cuanto armamento – respecto a los invadidos.
¿alguien se plantea si no será una pequeña crítica a las invasiones de Irak, etc por parte de potencias occidentales buscando petróleo?
Saludos
PD: …yo tampoco me creo lo del paralelismo, pero sería divertido saber si el público americano puede entenderlo así ;)
A ver, de nuevo: cómo que no te lo crees. Las invasiones extraterrestres en la CF SIEMPRE han sido una metáfora de algo. Pero es que siempre. Las silenciosas, del miedo a lo desconocido. La invasión tipo V de los 80, algo obvio. Y luego tienes invasiones extraterrestres que simbolizan el apartheid, y otras que simbolizan el colonialismo, hasta las últimas en Torchwood, que simbolizan el terrorismo.
Nada que objetar, coincido punto por punto con el análisis del autor. Quizás señalar que con todas sus limitaciones resulta más entretenida que otros títulos recientes similares como «Skyline». Tengo ganas y curiosidad por ver «Extraterrestre», el próximo estreno de Vigalondo, a ver que tal aborda un tema tan sobado como es este. Un saludo cordial a tod@s.
A mí Skyline, steniendo pésimas actuaciones y diálogos de risa, me gustó mucho más que esta. Bastante más original. ¡Y además se podía ver y todo! En cuanto a invasiones, el gran evento de este año va a ser Falling skies, la serie de Spielberg. El trailer tiene muy buena pinta.