Saludos de nuevo, amigos del rock.
Parece que fue ayer cuando nuestra querida onda comenzaba su incierto viaje llena de energía y momento lineal. Al ser mecánica y no electromagnética, la incipiente oscilación necesitaba un medio material para propagarse; por fortuna, le fue concedida la gracia de hacerlo a través de Literatura Prospectiva. Aconteció entonces que LP resultó ser un medio de lo más agradable, dulcemente homogéneo e isótropo, por lo que nuestra humilde pero tenaz vibración atravesó sin obstáculos y en línea recta todo un año de recuerdos y sensaciones musicales. Y aquí la tenemos, iniciando con fuerza el 2011 y sin visos todavía de querer dar por concluido su tránsito por estos lares.
Metáforas ondulatorias aparte, considero que era de recibo expresar mi agradecimiento a esta página, y a quienes la auspician y visitan, por el apoyo e interés recibidos durante estos meses. Espero que mis siguientes contribuciones continúen siendo atractivas para vosotros.
Abro con esta octava entrega un capítulo más largo que los anteriores. Mi atención va a centrarse ahora, durante unos cuantos artículos, en lo que juzgo la propuesta más difícil y ambiciosa de los grupos: cuando no se limitan a adaptar musicalmente famosos argumentos futuristas de otros, sino que optan por crear y desarrollar los suyos propios mediante álbumes conceptuales u óperas-rock. De este modo, si en la pasada entrega me ocupé de discos que recreaban mediante el rock nuestros libros o películas favoritos de ciencia ficción, es hora de dar rienda suelta a nuestras bandas para que se imponga su imaginación y nos muestren adónde pueden llegar. Con vuestro permiso, el orden cronológico no será en adelante una prioridad y me detendré un poco más en cada obra y/o grupo.
Empecemos hoy por la banda norteamericana de rock progresivo/AOR Styx (la cual, por cierto, lanzaría un irregular y no demasiado satisfactorio Brave New World en 1999, supuestamente basado en Un mundo feliz de Huxley). Dejando a un lado los numerosos cambios de formación y algún triste accidente sucedido por el camino, el hecho de haber encarrilado un puñado de dobles y triples platinos seguidos da una idea de su calidad.
De su extensa discografía (unos cuarenta años de carrera, su primer disco es de 1971) voy a fijarme, como algunos habréis adivinado, en su estupenda ópera-rock Kilroy Was Here de 1983. El álbum es fruto de la inspiración del teclista y vocalista principal de la banda en esa etapa, Dennis DeYoung, que concibió el proyecto no sólo como testimonio musical sino como una pieza que sería interpretada, en el sentido teatral de la palabra, en los directos. Incluso se grabó un mini-film del mismo nombre que se proyectaba como prólogo a sus actuaciones en vivo. Por otro lado, todos los componentes prestan sus voces en el disco, asumiendo el papel de los protagonistas principales de la historia (Kilroy, Mr. Righteous, Jonathan Chance, etc.).
Kilroy Was Here nos transporta a un singular y ominoso futuro donde la música rock ha sido proscrita por un gobierno fascista y su infame MMM (Mayoría por la Moralidad Musical). Kilroy, el protagonista, es una antigua estrella de rock cuyo brillo se ha apagado del todo al haber sido encarcelado por el líder de la MMM, conocido como el Dr. Righteous. Sin embargo, cuando se entera de que un joven músico llamado Jonathan Chance está intentando resucitar el rock, recobra esa llama interior que le había sido arrebatada y logra escapar de su prisión con un curioso disfraz (el de Mr. Roboto, que da nombre a la canción más famosa de este LP). La trama continúa a lo largo de nueve canciones (ocho temas y un reprise) suponiendo, en mi opinión, una experiencia de lo más recomendable.
Mediante una transición bastante heavy (nunca mejor dicho), cambio radicalmente de estilo mas no de país para atraer vuestra atención sobre la banda Iced Earth, creada y liderada por el maestro de la guitarra rítmica y la composición Jon Schaffer. Nacida en Florida en 1984, esta formación comenzó practicando un power metal a la americana, agresivo y con mucha influencia del naciente thrash. Posteriormente, fue amansando un poco su sonido para dar mayor protagonismo a la voz e ir dejando en un segundo plano (aunque siempre perceptible y más que apreciable) a la veloz e incisiva guitarra que había presidido sus albores.
La obra a comentar no puede ser otra que Something Wicked, con sus dos partes separadas Framing Armageddon (2007) y The Crucible of Man (2008), cuyo germen hay que buscarlo en el impresionate álbum Something Wicked This Way Comes, de 1998. En dicho disco, con el apreciado Matthew Barlow a las voces, aparecía una trilogía bajo ese mismo nombre, “Something Wicked”, compuesta por tres temas (“Prophecy”, “Birth of the Wicked” y “The Coming Curse”) que ya esbozaban lo que finalmente sería la historia completa. Aún resuenan en mis oídos aquellas frases de la oscura, atmosférica “Profecy”:
Ten thousand years from now, a child will be born
I’ve seen the vision, the writing on the wall
He’ll walk the Earth, two thousand years or more
Paving the way, for mankind’s fall
Debido a las disensiones y/o reestructuraciones internas que tienen que afrontar los grupos con frecuencia, la primera parte de “Something Wicked” del 2007, “Framing Armageddon”, no fue interpretada por Barlow sino por el frontman que Iced Earth tenía en ese momento, Tim Owens, que había saltado a la fama en el pasado reciente por sustituir al gran Rob Halford en Judas Priest. La segunda parte sí fue grabada por Matthew para regocijo de los fans (a pesar de que Owens hizo un excelente trabajo), dando por terminada la pequeña saga.
A grandes rasgos, el argumento es el siguiente: en su desmedido afán por conquistar el espacio, la humanidad arrasa el planeta de otra civilización, la setiana, acabando con todos sus miembros salvo diez mil, que logran esconderse. Abatidos y destrozados, los diezmados setianos depositan sus últimas esperanzas en una antigua profecía, que asegura que dos mil años después llegará una especie de poderoso demonio que les vengará y destruirá al ser humano. Aprovechando un rito llamado “the clouding”, un grupo de infiltrados se mezcla con los hombres adquiriendo una apariencia humana a sus ojos, y prepara el terreno para “the wicked child”, el demonio que dividirá y despedazará a la humanidad. Estos infiltrados toman el papel de todo tipo de personajes influyentes para debilitar la cohesión interna de sus enemigos, aprovechando sus propios defectos y ambiciones. Si bien el desastre para el ser humano es inminente, en la canción que concluye la obra, “Come What May”, Jon Schaffer brinda una última oportunidad a la humanidad para modificar su egoísta actitud y evolucionar hacia la verdad y la honestidad, en vez de proseguir con el engaño y la violencia.
Y hasta aquí ha llegado en esta ocasión nuestra onda rockera, queridos amigos. En la próxima entrega, más epopeyas serán reveladas.
¡Hasta la próxima!
Fernando, buena entrada.
Veo que te gustan los Iced Earth, pues no es la primera vez que los citas en tu columna. Por si te interesa, tocarán en Bilbao por mayo (no sé si en gira por el resto del país). Ke lo sepassss :-)
Ya lo creo que me gustan, amigo Mariano.
Estudiaré lo que me cuentas de Bilbao y la posible gira. Los he visto dos veces, la primera con Barlow (en Bergara, creo) y la segunda con Owens en Zaragoza. Valoraré lugares y fechas.
Gracias por el anuncio y por tus palabras.
La verdad que es impagable, Fernando. Ahora bien… habida cuenta que a mí el sinfónico, el metal y el AOR me pilla al contrapelo… ¿tiene en mente tocar la cosa del tecno, que si Tangerine Dream, Kraftweek, Devo, Aviador Dro -mi favorito-, Macromasa, Tomita, Vangelis y tal?. Que conste que es una idea.
Muy agradecido, Sim.
Sobre lo que propones he de decir que tienes razón: sería interesante, incluso de justicia, que existiese en LP una onda hermana «tecnofutura» (dando, por cierto, toda una lección de convivencia literario-musical, pues ambos géneros no siempre se han llevado demasiado bien). Sin embargo, existen dos grandes problemas, prácticamente insalvables para mí. El primero de ellos es mi humilde ignorancia acerca del tecno, más allá de de algunos grupos y/o discos puntuales (me gustan mucho algunos temas de Tangerine Dream, Vangelis o Jarre). Aunque, evidentemente, podría informarme, más pronto que tarde llegaríamos a mi segundo problema, más grave si cabe que el anterior: mi falta de empatía, de pasión por el estilo.
Una de las cosas que propicia que me resulte tan fácil (relativamente) escribir esta columna es que yo no sólo conozco bastante bien el rock, sino que lo vivo con intensidad (conciertos, discos, forma de vestir, mi programa Metalmanía). Por mucho que me conste que existen obras estupendas de SF en la música electrónica, no soy capaz (o al menos no lo he sido hasta ahora, y llego 35 años tarde) de comulgar con ella ni la décima parte de como lo hago con el rock. La valoro y respeto, pero por mucho que quisiera complacer a gente, como tú, que tiene todo el derecho a que se hable de su música, me resultaría forzado y deshonesto conmigo mismo, cosas ambas que terminarían aflorando a la percepción del lector.
Te pido disculpas por el rollo, amigo Sim, pero tu amable y más que válida sugerencia (que, además, ya habías esbozado anteriormente) merecía a mi parecer una explicación.
Gracias de nuevo por tu lectura y tus opiniones.
Sim, la electrónica es inabarcable cuando hablas de ciencia ficción. Empiezas por el ambient, sigues por el electro, pasas por el synth pop, y acabas en el techno detroit y en el ambient de los noventa, derrapas en el drum n bass y … coño, pues casi se acabó en los 90.
A mi el rock me gusta, vaya que sí… pero también el tecno. Ocurre que no tengo en realidad demasiado conocimiento… Eran discos raros, y me los pasaba un colega, tengo muy pocos… Se titulaban Albedo, In the Jungle of Malasyan Pale (cito de memoria), Son ellos máquinas?, Tangram (este de los Tangerine) y que ambientaban una supuesta música y mística futurista… Curiosamente antes me sonaban algo coñazo, ahora, cuando pillo algo me pirro. Eran la banda sonora de Stalker, Blade Runner, incluso 2001, con aquellas versiones al ¿sintetizador? Moog de katchaturian y tal… Hmmmmm… Y bueno, Risingson, yo fijo me quedé en los noventaypocos, pero algo habrá, seguro. Y bueno (casi con bastante seguridad :)
Sí, pero se fue el mito futurista. Es decir, las corrientes electrónicas tras el 2000 fueron el microhouse, el dance daftpunkero, el grime, el broken beat, y finalmente el dubstep. Desapareció toda la imaginería planetaria que se podía ver en todos los clásicos noventeros.
Fíjate, como ejemplo, en la evolución de las portadas de un productor como Dan Curtin:
http://www.discogs.com/artist/Dan+Curtin