Una de las principales características de nuestra actual cultura del consumo reside en la permanente ansiedad por lo nuevo. Nada perdura y no nos basta ya con poseer o conocer lo último sino lo ultimísimo, lo que está sucediendo ahora mismo. Buena prueba de ello es lo fácil y rápido que se queda obsoleto cada uno de nuestros objetos: mi teléfono móvil, que hace tantas cosas (menos, por cierto, mantener una línea telefónica clara y limpia), lo tiraré a la basura o lo llevaré a un museo de la telecomunicación en cuanto pase año o año y medio porque para entonces no habrá posibilidad ya de encontrar una batería que sirva para ese modelo “antiguo”, según el vendedor.
Ocioso es decir que lo mismo sucede en la Literatura, y sobre todo en nuestro género, tan dado a imaginar cosas que “ocurrirán” en el futuro… Porque lo cierto es que el futuro ya llegó, e incluso pasó, y aún estamos esperándolas. Ese viaje tripulado hacia Júpiter en el que aparece la supercomputadora que inspiró el nombre de esta columna iba a tener lugar en el año 2001, pero en lugar de un viaje de larga distancia hacia las estrellas recordaremos tan fatídico año como el del viaje de larga distancia hacia…, el pasado y el choque de civilizaciones (el 11-S ha permitido reeditar el antiguo enfrentamiento Occidente vs. Islam).
Hace unos meses, una conocida web, Gizmodo, publicaba con mucho bombo una lista de las diez tecnologías que se nos prometieron pero nunca tuvimos. Lo hacía respirando ese aire pseudoapocalíptico tan característico de nuestro tiempo, como si estuviéramos en la cúspide de la civilización y fuera hora de ir haciendo un inventario general antes de cerrar la tienda porque todo aquello que no hubiéramos conseguido ya podemos irnos olvidando de conseguirlo algún día. Y dejando caer la posible responsabilidad de la ciencia ficción en el aliento de esas visiones de un mundo (tecnológicamente) mejor. Sin embargo, la misma lista estaba plagada de errores porque varios de los presuntos “fracasos” en realidad no son tales. Tal vez no se ha logrado el objetivo en su mayor esplendor, como imaginaron los científicos o los literatos de finales del XIX y de todo el XX, pero sí se ha comenzado a trabajar con muchas de esas tecnologías y en algunos casos da la impresión de que no tardaremos mucho más en vivirlas.
Éstos eran los diez fracasos según Gizmodo:
1) Las ciudades protegidas por cúpulas: una idea técnicamente impulsada por el arquitecto R. Buckminster Fuller durante los años 60 que creía en la existencia algún día de ciudades ubicadas en lugares muy fríos que podrían regular su temperatura, así como otros factores (por ejemplo la salud, gracias a la instalación de filtros para regular la entrada de gérmenes) con estos domos.
HOY: Aún estamos lejos de las ciudades con cúpulas, aunque en los últimos años se ha experimentado con pequeños grupos de personas con vistas a una posible colonia espacial y el diseño empleado incluye ese perfil característico. Sin embargo, existe ya una alternativa muy sólida: las ciudades subterráneas (en lugares como Canadá y Japón son muy populares) conectadas por líneas de metro y que cuentan con oficinas, bancos, zonas de consumo y ocio, lugares deportivos, etc.
2) Las pastillas de comida y los sándwiches de algas: una posibilidad sobre la que se empezó a hablar a partir de los años 50, ante la evidencia de que la demografía mundial estaba creciendo mucho más deprisa que la producción de alimentos. Se pensó entonces en crear cápsulas cada una de las cuales contara con los nutrientes suficientes para alimentar un día a una persona.
HOY: No son pastillas todavía, pero los ejércitos más avanzados del mundo cuentan con raciones empaquetadas que en un espacio ciertamente reducido aportan todas las calorías necesarias para las duras jornadas de sus soldados. Pero además tenemos diversos complementos vitamínicos concentrados en pequeñas grageas a disposición del público en las farmacias con una asombrosa combinación de elementos necesarios para conservar nuestra salud.
3) El coche volador: la combinación de automóvil con avioneta particular es un clásico de los dibujos animados y de películas de género como El quinto elemento, con ese Bruce Willis al volante de un taxi en un papel que demuestra el por qué es mejor que esta idea no se haga nunca realidad (por dos razones: no eliminaría los atascos y crearía aún más posibilidades de accidente grave).
HOY: Aunque la posible hibridación de ambos medios de transporte fue planteada ya a comienzos del siglo XX, parece que el momento de hacerlo realidad está muy lejano en el tiempo…, si es que alguna vez se consigue. La NASA ha realizado algunas pruebas con prototipos aún muy primitivos. Sin embargo, en países como EE.UU., muchos ciudadanos con suficiente dinero poseen sus propias avionetas y las emplean para ir de un lugar a otro como si fueran automóviles. Y también sufren siniestros en las autopistas del cielo, igual que en las terrestres. Así sucedió con el cantante John Denver, que se mató en un accidente tripulando una de sus avionetas particulares (irónicamente, una de sus canciones más populares fue “Leaving on a jet plane”).
4) La píldora del conocimiento: otro clásico de nuestro tiempo, especialmente anhelado por los estudiantes ante los exámenes. La idea de transmitir todo tipo de información a base de ingerir pastillas o de someterse a una corta sesión con máquinas especialmente preparadas que nos la instalaran como quien se baja una actualización de un programa de Internet cobró fuerza en los años sesenta en ciertos experimentos con gusanos.
HOY: Es posible trasladar gran cantidad de información a una persona sometida a control hipnótico pero no está claro cómo puede manejar ella esos datos y si puede entrelazarlos con lo aprendido personalmente. Más bien al contrario: los estudios psicológicos más serios, sobre todo enfocados a la publicidad, demuestran que es la información la que acaba controlando a la persona y no al revés.
5) El uso de bombas nucleares como tecnología corriente para demoliciones y excavaciones: una aspiración que se remonta a los años cincuenta, cuando se empezó a experimentar en profundidad con las bombas atómicas y surgió un incipiente movimiento que pedía usos pacíficos para la energía nuclear bajo el nombre de “Proyecto Arado”.
HOY: Con el tiempo se demostró que las bombas atómicas son demasiado peligrosas y destructivas para el medio ambiente como para emplearlas alegremente en operaciones civiles (aparte de que son demasiado caras para eso). Sin embargo, sí se han planteado proyectos militares para su uso “táctico” que quizás en el futuro servirán para proyectos hoy todavía en el ámbito de la ciencia ficción como bombardear asteroides para evitar que choquen con la Tierra.
6) La construcción de océanos artificiales: por enloquecida que hoy nos parezca la idea, hasta finales de los años sesenta se barajó la posibilidad de destruir el río Amazonas cerrando su desembocadura y creando en su lugar un mar interior que hubiera cubierto buena parte de América del sur. Al final la idea se desestimó, entre otras cosas por la nefasta influencia que podría tener sobre la rotación de la Tierra la irrupción de tantas toneladas de agua tan cerca del Ecuador.
HOY: Infraestructuras colosales, aunque no a nivel global, se han desarrollado en los últimos años y algunas de ellas están relacionadas precisamente con grandes embalses de agua. Es el caso de la represa de Itaipú en el sur de América o de la gigantesca Presa de las Tres Gargantas en China que ha creado gigantescos problemas económicos, sociales y medioambientales cuyo impacto definitivo está todavía por evaluar.
7) Las colonias submarinas: una atractiva combinación de ciudades con cúpula y sándwiches con algas cuyo germen, como el de la mayoría de estas promesas del futuro, hay que buscar en “la década prodigiosa”. En 1964, General Motors patrocinó una exposición en la segunda Feria Mundial que se celebró en Nueva York donde se impulsaba la idea recreando cómo serían las casas submarinas en las que vivirían (con coches acuáticos incluidos) sobre todo los mineros y demás trabajadores de empresas destinadas a extraer los recursos del subsuelo marino que en aquella época ya se pensaba en explotar.
HOY: Estamos un poco lejos de la edificación generalizada de colonias propiamente dichas, ya que las multinacionales prefieren las grandes plataformas instaladas sobre la superficie del mar para explotar el petróleo, el gas u otros recursos del océano. Sin embargo, ya existen algunos hoteles de lujo proyectados o en construcción que presentan su ubicación submarina como mayor aliciente de sus instalaciones. Además, el submarinismo se ha desarrollado como una atractiva oferta deportiva para un creciente número de ciudadanos y, en los últimos dos años, se ha presentado una espectacular (y cara) oferta de minisubmarinos para uso privado.
8) El automóvil sin conductor: con lo divertido que es conducir (excepto cuando hay atascos) ya en 1939 se presentó también en Nueva York una exhibición de lo que podrían ser las autopistas del futuro, llenas de automóviles controlados por radio desde una torre central como la de los aeropuertos.
HOY: Ésta es una de las ideas más próximas a hacerse realidad, sobre todo desde la aparición del GPS y otros sistemas de control global. En 1999 un equipo de ingenieros demostró en California que ya se pueden construir “carreteras inteligentes” con sensores y equipos para mantener el tránsito fluido. Y muy recientemente se han llevado a cabo varias pruebas serias de conducción sin chófer. La misma empresa Google anunció el pasado mes de octubre que cuenta ya con una flota de siete vehículos de este tipo.
9) El videoteléfono: otra referencia a la inolvidable película 2001, una odisea espacial, en la que el público en general se planteó por primera vez, al verla en la pantalla, la posibilidad de ir más allá de la comunicación telefónica y pasar a un cara a cara en tiempo real. Autores del género y científicos reales llevaban mucho más tiempo jugueteando con la idea. En los años 20, ingenieros norteamericanos ya investigaron una combinación del teléfono y la televisión que pudiera hacer realidad.
HOY: Cualquiera que emplee el ordenador para algo más que matar marcianitos o actualizar su estado de Facebook conoce las posibilidades de las videoconferencias, aunque la tecnología que las sustenta aún debe desarrollarse mucho más. La existencia de Skype es otro argumento para pensar que a muy corto plazo dispondremos de comunicación videotelefónica a un precio barato. Claro que esto generará otros problemas: ¡se acabó contestar al teléfono en camiseta y recién levantado!
10) El cigarrillo seguro: es decir, el cigarrillo que no dañe la salud. Fue durante mucho tiempo una de las obsesiones de la industria tabaquera, sobre todo desde que la Dirección General de Sanidad de los EE.UU. reconoció por vez primera, también en los años sesenta, que el tabaco causaba cáncer.
HOY: Esto sí que parece haber quedado definitivamente en el ámbito del género fantástico, después de todo lo que se ha ido publicando en los últimos diez o quince años sobre las sustancias que las tabacaleras introducen en su producto. Como diría el General Custer respecto a los indios: el mejor cigarrillo es el cigarrillo muerto (bueno, en este caso, el que no se fuma)
Un apunte.
El videoteléfono no existe aún no por un problema tecnológico (desde los 70, al menos tenemos la tecnología que lo haría posible y, en los últimos años, el coste de ésta sería ridículo) sino por un puro problema social. Varios compañías telefónicas americanas han intentado introducirlo en el mercado y el fracaso ha sido total: simplemente, la gente no tiene ningunas ganas de que se le vea.
Me temo, de hecho, que la videoconferencia se usará masivamente (ya se hace en muchos sitios) para el ámbito de los negocios, pero no creo que en el ámbito personal se llegue a imponer. A la peña no le gusta, así de sencillo.
De hecho había varios estudios de estos comparándolos con Regreso al Futuro 2.
http://www.11points.com/Movies/11_Predictions_That_Back_to_the_Future_Part_II_Got_Right
http://www.11points.com/Movies/11_Predictions_That_Back_to_the_Future_Part_II_Got_Wrong
Siguiendo con lo que comenta Rudy, en «La broma infinita» de David Foster Wallace aparece una disección salvaje del videoteléfono. La gente termina por crearse avatares siempre perfectos y maravillosos como fotos de perfil en lugar de coger el teléfono ellos mismos. Además, nunca podremos poner gestos de fastidio cuando estemos hablando con alguien especialmente pesado para solaz de las personas que nos ven en vivo y en directo.
Aunque no se menciona en el artículo quería añadir también que las «arcologías» han demostrado ser, casi siempre, una mala idea. Proyectos faraónicos estilo Le Corbusier han acabado siendo, invariablemente, nidos de criminalidad y drogadicción. Sin la calle, las personas acaban viviendo en una especie de colmena alienante que muy beneficiosa para la salud mental no es. De hecho están demoliendo casi todas (entre otras cosas porque eran engendros de hormigón feos como demonios.
«Aunque no se menciona en el artículo quería añadir también que las “arcologías” han demostrado ser, casi siempre, una mala idea. Proyectos faraónicos estilo Le Corbusier han acabado siendo, invariablemente, nidos de criminalidad y drogadicción. Sin la calle, las personas acaban viviendo en una especie de colmena alienante que muy beneficiosa para la salud mental no es. De hecho están demoliendo casi todas (entre otras cosas porque eran engendros de hormigón feos como demonios.»
Como lo previó Ballard en «Rascacielos».
Videoteléfono. Pero bueno, vosotros no conocéis el skype? Lo usa la gente que vive lejos de casa para ahorrar y ver a los críos. Mola. También se usa en llamadas recurrentes del tipo central llamando a delegación de Puertoyano.
Lo del cigarrillo cardiosaludable es del todo lamentable. Por cierto, a principios de siglo XX los asmáticos fumaban cigarrillos de yerbas aromáticas (mentoladas y tal) para «curarse». Vg, Proust, el pobre…
Yo hablo con mi mujer a diario por videoteléfono (skype). Ella vive en Bolonia y yo en Madrid. Ella, evidentemente, habla del mismo modo con familia y amigas. Completamente como en las películas de cf de hace décadas.
Bueno, con tu mujer. Fijo que con tu jefe no.
El día que el careto de mi jefe aparezca en el ordenador de mi casa, me vuelvo tecnófobo.