Discos conceptuales y óperas-rock: recreando a los clásicos

Un saludo, amigos prospectivos.

En su séptima oscilación, nuestra querida onda futura va a llevarnos de nuevo a reencontrarnos con los clásicos, mas esta vez con mayor detenimiento y ambición. Si el primer contacto con las grandes obras del género a través de la música fue mediante canciones, es turno ahora de que lo sea con álbumes enteros o partes significativas de los mismos.

En primer lugar, merece comentario el propio título de esta entrega (que lo será también de las sucesivas). Seguro que muchos de vosotros estáis acostumbrados a las denominaciones “disco conceptual” y “ópera-rock”, pero considero que no está de más una cierta explicación. Vaya por delante, eso sí, que la diferencia entre ambos apelativos no es siempre clara; en ocasiones es sutil e incluso arbitraria. Además, como en casi todo género artístico abundan los híbridos (y las excepciones). Sin embargo, voy a atreverme a dar una pequeña definición para distinguirlos en la medida de lo posible.

Un disco conceptual es, en esencia, aquel cuyas canciones tratan del mismo tema. Dicho tema puede ser general (por ejemplo, el espacio) o más concreto (Star Wars). En una obra conceptual “light” los temas no tienen por qué responder a la descripción y/o progreso de una historia, ni siquiera han de ser coherentes cronológicamente. Sin embargo, en un disco más canónico las canciones constituirán escenas o capítulos que conformarán una narración completa y ordenada. No negaré que son estos últimos los que más me llenan, pues permiten comulgar de forma más intensa con lo que estás escuchando.

En una ópera-rock, el aspecto evolutivo-secuencial se da por sentado. En realidad, se trata de coger una obra conceptual compleja y “teatralizarla” haciendo uso de la música. En las óperas-rock son habituales los pasajes sinfónicos, orquestales, y con frecuencia las canciones están separadas por interludios, cuando no directamente engarzadas por ellos. Estos pequeños entreactos se nutren de fragmentos con teclado, guitarras acústicas…, así como todo tipo de efectos, en los que intervienen con asiduidad los monólogos y/o los coros. En ese sentido, es habitual la presencia de diferentes personajes encarnados por uno o más solistas, cuyos juegos vocales pueden ser impresionantes. Como resultado, se genera una atmósfera singular que vincula hábilmente al oyente con la historia que se relata.

Así pues, una vez creado el marco formal en el que vamos a movernos, lancémonos sin demora con los artistas “invitados” a esta entrega de “Onda Futura”.

Podemos empezar con el magnífico teclista Richard Wakeman (conocido sobre todo por su contribución al grupo sinfónico-progresivo Yes, ya mencionado en anteriores artículos), que en 1974 y en 1981 pergeñó dos auténticas obras (conceptuales) maestras. La primera de ellas llevó por nombre Journey to the centre of the Earth, basada lógicamente en la genial novela homónima de Julio Verne. Fue un proyecto tan ambicioso como caro, hasta el punto de tener que acudir a préstamos e hipotecas, pues fue grabado en vivo junto a la prestigiosa filarmónica de Londres y la experiencia no resultó precisamente económica. Por fortuna, la jugada le salió bien y vendió una cantidad exorbitada de discos. Pero independientemente de su éxito comercial, la ejecución de Wakeman fue impecable, sublime, y supuso uno de los espaldarazos iniciales a lo que sería una carrera fecunda y de gran nivel. Como confirmación, en 1981 llevaría a cabo otro alarde de virtuosismo y capacidad poniendo melodía a la genial novela 1984, de George Orwell, mediante el álbum conceptual del mismo nombre. De nuevo, ágiles manos y subyugantes teclas permitieron a Richard recrear el ambiente opresivo del Gran Hermano y las tramas del Ingsoc, así como las desventuras de Winston Smith.

Cómo olvidar, también, el impresionante trabajo del compositor americano Jeff Wayne musicalizando el clásico de H. G. Wells La guerra de los mundos, bajo el título Jeff Wayne’s Musical Version of The War of the Worlds, en 1978. Haciendo gala de un rock progresivo de gran calidad, Wayne echó mano con destreza de enriquecedoras partes habladas para narrar la historia, superpuestas a deliciosas piezas orquestales que animan la obra y evitan la monotonía. De este modo, engendró un meritorio álbum conceptual con elementos de ópera rock que se aloja indeleble en la memoria. Quién no recuerda ese fabuloso “Forever autumn”, o no se ha sorprendido alguna vez tarareando el estribillo de “Eve of the War” (para los escépticos, recomiendo escuchar el tema en YouTube).

Cambiando radicalmente de estilo y época, aunque no de país, nos vamos ahora con los metaleros Steel Prophet (el profeta del acero). El guitarrista Steve Kachinsky y sus muchachos lanzaron al mercado en 1999 un estupendo Dark Hallucinations, que junto a Messiah (2001) y Book of the Dead (2001), representa (en mi opinión) la etapa dorada de la banda. En el primero, un Rick Mythiasin pletórico a las voces imprimió su fuerza y credibilidad al Fahrenheit 451 de Ray Bradbury a través de cinco excelentes temas. Por mucho que redundara en una mayor coherencia musical (al menos, eso afirmó el grupo en su momento), me resulta difícil perdonarles que no sólo no pusieran las cinco canciones seguidas en el CD, sino que tampoco las colocaran en orden; es decir, que sacrificaran el aspecto conceptual en aras de un mayor impacto sonoro. En cualquier caso, aún resuenan en mi cabeza las guitarras y la estrofa inicial del primer corte, Montag, que casi se traduce sola:

It’s a pleasure to burn
The flame warms my skin
Four hundred fifty one degrees
When book paper burns…

Para terminar, viajamos a tierras germanas para conocer a Pandea, un grupo recientemente formado (apenas cinco años de vida) que en su debut de 2010 se atreve nada más y nada menos que con un disco conceptual (con trazos de ópera-rock) basado en Soylent Green. Me refiero, por supuesto, a la película de 1973 protagonizada por Charlon Heston (que dos años antes, no puedo sustraerme al apunte, había interpretado a Robert Neville en The Omega Man) y ambientada en un futuro distópico en el que la comida tal y como la conocemos se ha convertido en un artículo de lujo y la población es alimentada mediante raciones sintéticas producidas en masa por la Corporación Soylent. Su nuevo producto, Soylent Green, es anunciado como la galleta energética ideal… y hasta aquí puedo leer, como decían en el Un, dos, tres (que siempre hay gente que puede no haber visto el film y no quiero ejercer de spoiler). Aunque el álbum homónimo no está exento de fallos, su heavy metal entre tradicional y progresivo resulta eficiente a la hora de transmitir el argumento y fraguar al mismo tiempo una buena obra de rock duro. Uno se queda con ganas de más, y se pregunta si la banda continuará en sus siguientes trabajos por derroteros conceptuales o lo hará por caminos más convencionales. El futuro ha de decirlo.

Y hasta aquí alcanza nuestro periplo ondulatorio en esta ocasión. Como siempre, espero que estas líneas os hayan abierto el apetito musical y concedáis una escucha a alguno de los artistas propuestos.

Long live rock and roll!

11 comments

  1. Excelente entrega que toca uno de mis temas favoritos y que, de paso, menciona uno de mis discos favoritos: la versión musical de La guerra de los mundos de Jeff Wayne, con ese impresionante Richard Burton ejerciendo de narrador de la historia.

    Creo, no obstante, que Wayne es inglés, no americano. De hecho, tras ver los extras del DVD que recoge el concierto donde, por fin, se pudo ver una interpretación en directo de todo el álbum, el acento de Wayne me parece más inglés que norteamericano.

    Pero, bueno, un detalle menor, en cualquier caso.

    Me encantan los albums conceptuales, que narran una historia o giran una y otra vez alrededor de un mismo tema. Son, en cierto modo, los herederos rock de la suite sinfónica.

  2. Añadiendo al comentario de Rudy, decir que la versión española de La guerra de los mundos, es también gloriosa. Se respetó las canciones, claro (si no era pa matarlos), pero los actores se cambiaron, y no desmerecen a los originales. Es glorioso oír a Teófilo Martinez y a Luís Varla, actores de la vieja escuela española, de esos que sabían hablar :)

    EN cuanto al interesantísimo tema que se toca en esta entrega, habalr de discos conceptuales y de progresivo, es casi lo mismo. Difícil encontrar un grupo de rock sinfónico/progresivo sin un disco conceptual en su carrera. Pero si especificamos en «operas» que ría mencionar una maravilla. «La caída de la casa Usher» de Peter Hammill, el que fuera líder (bueno, aúnlo es que se han unido de nuevo) de Van der Graaf Generator. Un trabajo muy bueno, y una opera en el sentido clásico del término

  3. Gracias, Rudy y Dani, por vuestros comentarios. Me alegro de que el artículo os haya despertado recuerdos y haya acariciado fibras musicales.
    Sobre lo que apuntas, Rudy, he de disentir contigo (Wayne nació en Queens, Nueva York). Sin embargo puedes enorgullecerte de tu inglés, pues antes de volver a America y establecerse finalmente en California pasó cuatro años de su infancia en Inglaterra. No me cabe duda de que ese período sería importante en la consolidación del idioma y marcaría su acento. Así que olé por la intuición.
    En cuanto al comentario de Dani, poco que decir: totalmente de acuerdo con él. El rock progresivo parece nacido para el disco conceptual y la ópera rock; podría ofrecerse una lista extensísima de ejemplos de no ser porque nos centramos en la SF y el espacio es limitado.
    Y hablando de erratas, amigo Rudy, sí que hay una y es mía. Si puede ser, pediría a los compañeros de LP que cambiaran el año de salida del Messiah de los Steel Prophet, pues se me fue la mano (es el 2000 y no el 2001).

  4. Y una cosa que se me olvidaba, por cierto. No sólo participó Richard Burton como narrador en la obra de Wayne, sino Phil Lynnot (líder de Thin Lizzy) junto a otros en las voces. Si no lo digo, algún oyente de Metalmanía me mata.
    Saludos.

  5. Aceptada la corrección. Siempre pensé (teniendo en cuenta que buena parte del reparto y los músicos eran ingleses, además de lo que te comentaba del acento del hombre) que era inglés. Me apunto el dato para no volver a confundirme.

    Lynot está inmenso haciendo del párroco, tanto en las partes interpretativas como en las cantadas. Una de las pocas cosas que no me gustaron, precisamente, de la versión reciente en directo: quien interpreta al párroco es (me parece, no quisiera equivocarme) un cantante de ópera. Y… no, lo siento, pero esa voz rota y sucia de Lynot no tiene igual en este caso.

    Otros intérpretes eran Justin Hayward (cantante y guitarista de los Moody Blues) que canta precisamente forever Autum y The Eve of War.

    También estaban David Essex -como el artillero- y Julie Covington -como la mujer del párrico- (estoy citando de memoria, así que igual cometo algún error en la grafía). No recuerdo ahora el nombre del cantante que interpretaba Thunder Child pero es uno de los miembros del casting original (junto a Hayward, parte de los músicos y, por supuesto, Wayne) que aparecen en la versión en directo.

  6. Estupendo apunte, Rudy.
    Y no te preocupes por la grafía, porque por ejemplo todos hemos escrito mal el apellido del bueno de Phil. Y es que no es ni Lynnot, ni Lynot… sino Lynott. Dichosos irlandeses, ja ja.

  7. El de Jeff Wayne es un must de todos los que tenemos cierta edad. Así como el de Wakeman, que por cierto tiene una continuación que está realmente bien. En Return to the Centre of the Earth el narrador es nada menos que Patrick Stewart, nuestro querido Picard, y cuenta con colaboraciones de Ozzy Osbourne y Bonnie Tyler entre otros.

  8. Se nota que soy el jovencito: echo mucho de menos el Year Zero de NIN, un album conceptual distópico con una campaña viral alucinante que incluía conciertos «secretos». Te llegaba un correo indicándote un lugar y una hora, un autobús te llevaba a una nave industrial y, antes de que acabara, la «policía» de la dictadura irrumpía para detener a los asistentes. Trent Reznor en plenitud es un genio.

  9. Trataré los discos conceptuales con argumentos originales en los próximos artículos, amigo Joserra.
    Sin embargo, he de reconocer que no tenía previsto mencionar ese disco de los Nine Inch Nails (demasiado industriales para mi gusto, me temo), por lo que me parece genial que lo hayas mencionado. La historia se antoja interesante.
    Asi que si hay miniserie en ciernes, me apunto por adelantado.

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