¿Demasiados autores españoles?

No soy el más indicado para recomendar discusiones interesantes en foros. A medida que la web 2.0 se ha diversificado (y fragmentado) me he distanciando de ellos. Sin embargo, de higos a brevas descubro alguno que mantiene mi atención más de cinco mensajes tal y como sucedió la semana pasada en Sedice con “demasiados/as autores/as españoles/as?”. Hilo recomendado en nuestra querida columna de la derecha y que, quizá, una vez muerto el asunto (o hibernado, que con estos temas nunca se sabe), no merecería más atención. Sin embargo creo que, con las participaciones en la misma web del “idolatrado” editor de La Factoría de Ideas, Juan Carlos Poujade (actualmente, un dios entre mortales), atesora la idiosincrasia que mueve la opinión de literatura de ciencia ficción, fantasía y terror en España. Además trata dos de los temas favoritos de la actualidad: qué y cómo se publica.

El hilo surgió a partir de la opinión de un usuario incapaz de seguir el elevado ritmo con el que se están poniendo en circulación obras de autores españoles. Una opinión “vieja” en el sentido que, por ejemplo, ya se podía leer hace seis años cuando Minotauro cambió de rumbo editorial y comenzó a publicar con una cadencia mensual obras de autores españoles. El hecho es que después de decir lo que, creo, corresponde en estos casos (bendita oferta que permite elegir al lector), se pasó al auténtico quid de la cuestión: la cantidad de libros que se publica cada año. No voy a eternizarme con una enumeración de los argumentos que se vertieron; las diferentes percepciones aparecen en el hilo y merece la pena leerlas tal cual se escribieron… hasta el giro final que desvió el asunto.

Como lector de provincias que tiene a su disposición librerías más bien medianas/pequeñas encuentro extraña la disensión principal. Más cuando la tarea de situar cualquier obra en el punto de mira del comprador no especializado (el que determina si vas a vender 300 ejemplares o 3000) es titánica como consecuencia de las tácticas de promoción de las grandes editoriales y la pésima distribución que ha apresado a las de mediano y pequeño tamaño. Un asunto agravado por la pésima calidad formal de los libros de varios de esos sellos, plagados de erratas y mal maquetados, en la frontera de la fanedición. Aspecto especialmente sangrante en estos tiempos en los que, como ha demostrado Rodolfo Martínez con Sportula, sin la necesidad de una estructura editorial es posible conseguir un acabado más que decente a un precio equiparable.

Más difícil de asimilar es la creciente laxitud a la hora de seleccionar títulos. Una situación esperable en el momento en que la publicación digital sea una realidad pero que resulta poco admisible en las editoriales que trabajan en papel. En muchos casos no existe una línea editorial o esta se ha difuminado hasta el punto de ser irreconocible. No ya en lo que al tipo de libro se refiere sino a su calidad en sí. Tanto se publican obras notables como otras con una calidad más que cuestionable que debieran haber sido devueltas a su autor al menos para una reescritura parcial.

Se publica mucho pero se edita muy muy muy poco.

Y adosada a esta problemática, en la que es difícil conciliar posturas, me surgió una pregunta que, con gusto, habría cambiado por la primera. Más que si se publican demasiados libros de autores españoles mantengo la duda de si realmente todos esos libros que se están publicando o, al menos, un porcentaje sustancial de ellos, están teniendo alguna repercusión. Si más allá de entornos de difusión como este, foros como Sedice, los blogs de los autores embarcados en la promoción de sus obras y de sus compañeros de fatigas… todos esos libros son considerados por los lectores de base a la hora de realizar sus compras.

La respuesta que recibiré será tan canónica como la que recibió el autor de la pregunta que encabeza esta breve reflexión. El mercado ha dictado, dicta y dictará sentencia. Así que, como se suele decir, toca esperar y ver.

62 comments

  1. Me encantan los dos últimos párrafos. Encierran, para mí, el quid de la cuestión, lo que realmente importa, al fin y al cabo. Y lo único en que realmente no tenemos mucho campo de acción o de opinión, pues la respuesta sólo la da el tiempo.

  2. Yo veo positivo que se editen las novelas de los autores españoles, por muchas y muy variadas que sean. Los tiempos de bonanza, aún con sus problemas, son infinitamente mejores que los de escasez. Tened en cuenta el caso contrario: el cómic. Ya no se hace apenas cómic en España, y el poquísimo que se hace no tiene ninguna salida. Los autores se las ven y se las desean para sacar sus trabajos a la calle en formato papel. Y si no hay publicación, y por lo tanto respuesta del público, no hay mejora, ni se pulen defectos, ni se avanza hacia un idílico (e hipotético) estado de profesionalización.

    Creo que es mejor que haya mucho, aunque la mayor parte sea basura, a que no haya nada de nada o muy poquito. Los autores (y el público que los sigue, que en muchos casos no pasa de ser un grupo de amigos fieles hechos en páginas web) deberían tener criterio propio e ir más allá de la autocomplacencia, y saber criticar los aspectos negativos de su obra, no sólo los positivos. Me he pasado por un montón de foros donde los seguidores de fulanito o menganito ponen por las nubes su última obra, como si fuera una obra maestra, y luego resulta que es un primer vuelo o un trabajo amateur al que todavía le queda mucho pulimiento por delante.

    A mí el fenómeno que más me llama la atención de los que se producen en Internet es la idolatría instantánea a la que pretenden aspirar muchos autores novatos. Entiendo que la forma de pensar «llego rápido arriba – desato un boom instantáneo» es muy de este siglo, y en lugar de recorrer el camino largo y difícil de irse haciendo un nombre poco a poco, los chicos quieren publicar su primer libro y ya ser estrellas. El otro día leí en una página web la frase «ha nacido una nueva súper estrella de la literatura fantástica», en relación con un chaval que acaba de publicar su primera novela, una dragonada. Ese tipo de cosas sí que me escaman, y me hacen preguntarme si la capacidad de crítica seria del público realmente existe o si no nos estaremos sumergiendo en un circo mediático, al estilo de Gran Hermano, donde los méritos no se ganan, sino que se simulan y son lanzados como barro a la pared, a ver si pegan.

    En fin, que mi opinión, modesta donde la haya, es ésta: Que haya bonanza, que dure mucho tiempo, pero que no sea una bonanza ciega. Que la gente tenga criterio para distinguir el grano de la paja, porque si no terminarán con su casa convertida en un pajar :)

  3. Me ha gustado la reflexión, concisa e interesante, sobre todo, como a Laura, su conclusión.
    Se publica mucho, pero el tiempo y la tozuda realidad pondrán las cosas en su lugar. Seamos francos: se publican muchos libros fantásticos con tiradas muy pequeñas y mala distribución, y fuera de la órbita de las presentaciones de rigor entre amigos y familiares, el jabón franquiciado de otros autores y blogs, la repercusión es mínima.
    En mi opinión hace mucho daño, también, las reseñas que se hacen hoy en día, sin apenas mesura; da la impresión que se publican diez obras maestras del fantástico al año, por parte de nóveles, cosa que es absurdo a priori.
    El lector no es tonto, en el fondo. Si acaso se la cuelan una vez, no más. A mí no me la cuelan tan fácilmente porque cribo mucho, sobre todo gracias a los avances editoriales en pdf (para eso, nada como un lector electrónico).

  4. A priori, no sólo es bueno sino mejor que se publique más, y además por parte de escritores españoles. Pero de tu reflexión me quedo con la idea de que se publica mucho (demasiado) y se edita poco. Para mí esta frase es la clave. No voy tanto a que una editorial deba tener una línea clara de edición -apostar por la cf, la fantasía épica, tal o cual autores- sino en cuanto a la calidad del texto publicado y el formato en que lo hace, porque efectivamente (y esto es un juicio personal) cada vez leo más libros que hubiera devuelto al escritor con la sugerencia de su reescritura.

    Por último, como escritor de reseñas, entiendo lo que dices respecto a que sobra tanta «cera» entre amiguetes pero igualmente creo que se puede ser claro e incluso rotundo sin faltar al respeto a nadie ni escribir comentarios bruscos o despectivos. Lo que propones y lo que digo puede ser algo perfectamente complementario.

  5. La cantidad de libros publicados es indicador de la cultura de un país. Otra cosa es que los editores deberían contratar más correctores ortotipográficos para asegurarse la pulcritud de los libros. Una vez corregido el defecto formal, la calidad literaria es relativa, aún digo más: es cuestión de gustos. La variedad sólo puede enriquecer al lector.

  6. Nano, no todo es corrección de estilo: hay libros que, sencillamente, se te caen de las manos… (y en los que ya no importan demasiado las erratas)

    En cuanto a que la calidad literaria es relativa, no puedo estar más en desacuerdo. Los gustos sí son relativos/subjetivos, eso nadie lo discute, pero la calidad, el «acabado» de cualquier trabajo, aunque pueda ser juzgado en base a diferentes criterios, hay expertos y normas comunes que permiten su evaluación. Pero no pretendo discutir esto, porque no es el objeto de este artículo.

  7. Mariano, ¿a qué normas comunes te refieres más allá de las ortotipográficas? ¿Dónde están accesibles? ¿Quiénes son esos expertos que según tú dicen lo que tiene calidad literaria una vez corregida la forma?

  8. La sobreproducción del sector editorial, la democratización de la edición, es algo con lo que tendrá que convivir el sector, porque como bien dicen en Fantasymundo (a propósito de lo mismo), no hay nadie legitimado para cortar aquí o allí. Esa es una cuestión.

    La cuestión de si tienen una repercusión los libros que se sacan en este escenario. La respuesta es ninguna o mínima tirando a cero. Puras fantasías endogámicas. Para que os hagais una idea, un amigo mío que saca un libro en febrero, las cuentas que hace es llegar a unos 300 ventas papel -currando mucho- y unas 200 eb, y luego, con los años, a ver si llega 500 total ventas. Hace dos años, la cosa estaba en pasar de 500-600 y ver si llego a mil.

    Mi impresión es que vamos a consolidar el modelo según el cual 30 o 40 títulos -por supuesto movidos desde grandes empresas- se queden con el 95% del mercado comercial, y lo que eso implica de pérdida de innovación, y el resto, buaaaa, el resto, amaterización total y absoluta, al underground y el venta one to one.

    En mi opinión, el problema no es que los libros de CF y de todo sean de peor calidad literaria, el problema es que de CF y de todo son poco innovadores.

  9. Nano, Teoría de la Literatura es una carrera universitaria donde se estudia todo eso. Si te interesa el tema, busca libros y crítica al respecto, por ejemplo «Teoría de la Literatura de Ciencia Ficción», de Fernando Ángel Moreno, que ronda por esta web.

  10. @Mariano: Solo por tenerlo claro, ¿el segundo párrafo de tu primer comentario se refiere al texto del artículo o a uno de los comentarios al mismo?

  11. Por alusiones… Gracias, Mariano, por la confianza.
    Efectivamente, la calidad literaria es algo perfectamente detectable hoy. Es cierto que resulta por lo general más complicado saber si un libro es malo, debido a múltiples factores, pero hay obras que sencillamente no funcionan a casi ningún nivel o, al menos, son repetición de otras obras sin más. ¿A alguien le gusta la repetición? Bien… Es cuestión de gustos, pero desde luego no de calidad.
    Me sigue llamando mucho la atención que se diga que «la calidad es cuestión de gustos». Si es cuestión de gustos, no es calidad. Si es calidad, no es cuestión de gustos.
    Por cierto, quien dice «es cuestión de gustos… ¿Jamás dice: «esta novela es muy buena»? Añadir luego: «para mí, es muy buena, pero nadie puede decir si es buena objetivamente» es una contradicción justificable solo desde el capricho.
    Ejemplo: para mí La celestina es una obra de una grandísima calidad, pero a mí no me gusta leerla, me parece un coñazo. Terry Pratchett en general me parece de escasa calidad en la mayor parte de sus niveles (aunque en algunos sea muy, muy interesante), pero me encanta leerlo. Gusto y calidad no tienen por qué ir de la mano. Diré más: no suelen ir de la mano.
    Sea como sea, el gusto, lo subjetivo, lo divertido, lo denso, lo profundo, lo entretenido, «lo que mola»… Todo lo que se os ocurra estudiar sobre una obra ya está estudiado, os lo aseguro. No estáis descubriendo América pensando: «Los expertos no saben nada». ¿De verdad creéis que los expertos nos tiramos década estudiando literatura sin plantearnos esas cosas y sin dedicarles años a cada argumento que se os ocurre en el momento al hilo de un blog? Mucha soberbia y escasa humildad veo por aquí…
    En lo que incumbe a la polémica… ¿Todos los editores que publican ciertas mierdas (ya puestos, ¿por qué no decirlo?) creen de verdad que merece la pena publicar lo que publican? ¿En serio? Y ya sé que he dicho que es difícil a veces saber si un libro es malo. ¡¡¡¡Pues para que algunos que se publican esté tan claro…!!!!
    Bueno, viendo el escaso cuidado que les dedican… Tampoco parece que crean demasiado en lo que publican.

  12. En EE.UU., por ejemplo, la figura del editor es fundamental en la concepción final del libro. Pero no sólo a nivel de presentación, es decir, como encargado de asegurar una revisión ortotipográfica y de estilo, o de darle un aspecto físico pertinente a la edición, sino también como constructor de la novela en sí. Hacen sugerencias y emiten dictados sobre la obra antes de que esta se publique; son los primeros lectores inconformistas, y asesoran al autor sobre el contenido y cómo cambiarlo para que tenga una mayor calidad.
    Aquí a veces da la impresión de que el editor ni siquiera se ha leído la historia.

  13. En muchos de sus niveles, por supuesto que Terry Pratchett tiene mala calidad.
    Finales previsibles en multitud de ocasiones, exceso de rapidez para resolver tramas en muchos libros una vez se le han acabado las situaciones graciosas, repetición constante de fórmulas argumentales, escaso desarrollo de la mayor parte de sus personajes más allá de su simpatía arquetípica, lenguaje muy limitado (aunque funcional, lo reconozco), insistencia en un mismo tipo de chistes, multitud de fórmulas manidas de presentación de personajes, escasos recursos para la presentación y desarrollo de conflictos más allá de la mera fábula… Y bastantes más. Tengo muchos apuntados. ¿Tengo que ir a buscarlos?
    Pero tiene una gran habilidad para lo juegos metafóricos, lo visual y la desautomatización intelectual. Por ejemplo. Y, de verdad, podemos discutir esto por aquí, pero sería bastante aburrido empezar a matizar en un hilo que no va sobre esto.
    Ya, ya sé… Para ti puede que sean virtudes y entonces habría que matizar y matizar y matizar. Pero como no hablo de gustos…
    Me da igual que pienses que me escabullo. Si estás de acuerdo, bien. Si no… A disfrutar a Pratchett, que es de lo que se trata.
    Me has preguntado (quizás en plan pique) y te respondo, pero de verdad que no me apetecería ahora desarrollar un estudio literario sobre Pratchett y alargarnos, alargarnos, alargarnos… Si te apetece estudiar más el asunto, en Poetics Today, por ejemplo, hay varios análisis muy interesantes, y en multitud de revistas científicas americanas; muchos de ellos a favor.
    Gente que se ha tirado muchas, muchas horas reflexionando, comparando y analizando con buen criterio. Y otros con malo. De todo hay en la academia del señor.

  14. Completamente de acuerdo con el comentario de Kaplan. Creo que ahí está lo más importante, la clave de todo este debate.

  15. @Kaplan Claro, pero es que en los EEUU editan casi todo lo que publican. En España importamos los libros ya editados, así que un editor puede ignorar desarrollar esas habilidades o, si va a desarrollarlas, nunca tiene suficiente práctica.

  16. Fernando Angel, no es por picarte, pero ¿no crees que se ha subido a la cabeza el que Mariano te haya referenciado como «experto»? No digo que no lo seas pero me parece que estás dando unas respuestas un poco arrogantes. Terry Pratchet ha ganado entre otros los premios British Science Fiction y Locus. Ha sido hecho Doctor Honoris causa por 8 universidades incluyendo el Trinity College de Dublin (una de las mejores universidades del Mundo) donde también es profesor de escritura creativa. O sea, que no me vengas con que Prattchett tiene mala calidad porque si así fuera no tendría el reconocimiento que tiene. El día que tus cualificaciones académicas como experto alcance una cuarta parte de las de Pratchett volvemos a hablar, hasta entonces dejémoslo.

  17. Nano, déjalo, de verdad. La polémica no va de esto.
    Sinotequieres creer que hay análisis objetivos de la calidad literaria y confiar en el mero gusto, tú mismo. Pero haberlos haylos. No es lo mismo Bach que Georgie Dan. Y la mayoría de la gente podemos hacer lecturas, uff que divertido es y que mal escribe (raro, pero no infrecuente), y al reves, vaya tocho pero que bien escrito está. Incluso habrá quien adore a Mami que será lo que tiene el negro y se la soplen los conciertos de Brandenburgo.
    Del mismo modo, y creo que esta es la clave, y no lo , comercialidad no anda pareja con calidad.
    Es decir, se edita por expectativa de beneficio. No os extrañe que los editores piensen así «este libro no mata, pero va de un tema comercial y tal vez me sea más fácil recuperar mi inversión que con este otro, que es mucho más bueno pero que no vendo ni diez». A medida que las tecnicas editoriales se han abaratado han aumentado los editores hasta amaterizar una gran parte del sector productor (no obviamente, el comprador).

  18. Curioso.

    Hacía tiempo que no me pasaba el encontrarme en desacuerdo con las dos partes de una discusión.

    Ni creo que la «calidad estética» pueda ser definida por parámetros objetivos (el arte, desde el momento en que es un constructo de una mente y una cultura, es subjetivo por pura definición) ni creo que el hecho de que a uno le hayan dado muchos premios o vendido la remegahostia implique nada sobre lo bien o mal que lo hace.

  19. Aclarando que eso no quita para que todo lo que ha dicho Fernando Ángel sobre las carencias narrativas de Pratchet sea cierto, demostrable y contrastable.

    Pero ni esas carencias ni sus virtudes lo hacen mejor o peor como escritor.

    La calidad en arte no es otra cosa que un consenso social.

  20. «Fernando Ángel Moreno se licenció y doctoró en Teoría de la Literatura por la Universidad Complutense de Madrid con Premio Extraordinario y Primer Premio Nacional Fin de Carrera. Ha sido profesor en la Universidad Alfonso X de Madrid e investigador en la Universidad de Tartu (Estonia). Actualmente es profesor de Teoría del Lenguaje Literario en la UCM.»

    Sinceramente, me fio más de los argumentos que da una persona reconocida que ha dedicado más de media vida al estudio de una disciplina que cuenta con siglos de historia a la espalda que a los de alguien que lo fia todo a un gusto personal basado en… ¿en qué exactamente?

  21. Te me cruzaste, Rudy. Ah, la eterna discusión. La calidad literaria es un concepto humano, una subjetividad consensuada, como tú bien dices. Para los conceptos humanos no existe objetividad tal como la entendemos para calificar a las cosas. Por tanto, el punto de objetividad en nuestros asuntos es proporcionado por el consenso subjetivo. Dado que somos presa del paso del tiempo, esa subjetividad global puede sufrir cambios a lo largo de los años. Por eso la validez de la objetividad conseguida por el medio subjetivo global ha de sufrir revisión continuamente. Y dado que nuestra manera de contemplar la vida está sujeta al presente y al pasado, pero no al futuro (pues nos es desconocido), lo valido para calificar el presente son los valores de ese presente.
    Es decir, que la objetividad literaria válida es la que se vive en el momento presente, y que está basada tanto en el estudio del pasado como en el momento cultural que se vive en ese presente. En el futuro… quien sabe qué cambios se habrán dado. Pero si no queremos volvernos locos valorando nebulosidades, hemos de utilizar herramientas y asentar conceptos válidos para todos. Es como avanza la humanidad en los temas propiamente humanos, como los valores éticos, o la idea de civilización. Se acepta que la objetividad es la subjetividad consensuada. Y si una obra no cumple con lo que en ese momento el estudio de la Literatura contempla como buena, por mucho que a una persona determinada le guste, el hcho de q

  22. Sim dijo: «En mi opinión, el problema no es que los libros de CF y de todo sean de peor calidad literaria, el problema es que de CF y de todo son poco innovadores.»

    Me temo que discrepo. De hecho, ser original es algo que al mercado le trae sin cuidado, y suele ser mala política de cara a los consumidores. Sólo hay que fijarse en las sagas que están de moda en diferentes rangos de edad (millenium, harry potter, dragonlance, crepúsculo) para darse cuenta de que no son precísamente un prodigio de originalidad.

    Normalmente, cuando tratas de ser original, el público te castiga ignorándote. La gente, y por gente me refiero a la masa, al gran público, quiere «más de lo mismo», solo que no un «más de lo mismo» cualquiera, sino el que ese año esté de moda.

    El problema de la CF no es que sea poco original, sino que no le interesa a nadie fuera del círculo de los connoiseurs que todos conocemos. Es un género que tuvo su auge hace décadas, y que ya murió, al menos en lo que respecta al gran público, el mismo que cuando le preguntas por un autor de CF te nombra siempre a Asimov.

  23. Pues sí, ese es el problema. Que la democratización de la cultura apunta a productos de consumo popular poco innovadores. El talento emigra de la innovación y se centra en lo popular, que es lo que está remunerado. La consecuencia -para mí- es la reiteración de tramas-formas-contenidos hasta el aburrimiento (con poquitas excepciones). Pero no es ningún problema, claro, existen miles de libros por leer.

    En cuanto a la CF no creo que, fuera del pulp y fuera del segmento juvenil, haya sido nunca muy popular. Ocurre que en países anglosajones el mercado es tan grande que permite que subsista como tal. Y en España, pues bueno, a nivel testimonial-resistencial, que es como ha estado siempre en cuanto tal. Otra cosa es la filtración hacia otros géneros.

  24. Nano:
    1. ¿Se me ha subido a la cabeza? No. Lo tenía ya subido de mucho antes. Cualquiera que me conozca lo sabe. Soy un engreído que te cagas. Pero solo con gente que hace afirmaciones como las tuyas, que me dan pie a ello. Pero no me enfado: solo demuestro lo vago y gratuito y caprichoso de las afirmaciones. Con el resto, hablo de igual a igual. O incluso por debajo del otro. Entonces me callo y escucho según lo que me convenzan. Kaplan y Rudy son dos buenos ejemplos de gente con quien a veces estoy más guapo callándome y escuchándoles.
    2. No has contraargumentado mis argumentos.
    3. Te enfadaste. Se acabó la discusión contigo.

    Rudy y Kaplan (gracias por la defensa, por cierto):
    Pues yo sí estoy de acuerdo con ambos en algunas cosas (¿será por llevar la contraria a Rudy incluso dándole la razón?). Los detalles que he comentado no implican que sea un «mal escritor» con todas las letras. Pero sí que no es el mejor escritor del mundo y que tiene «mala calidad» en ciertos niveles (he dicho en ambos comentarios). Es lo que he dicho como demostración de juicio objetivo.
    Pero estoy de acuerdo en la complejidad de una obra literaria y que una obra puede ser buena pese a esos defectos. Sí creo que sea mensurable objetivamente, pero siempre desde la consciencia de la enorme complejidad y de que hay muchos sistemas fluctuando en cada obra.
    Por eso empecé diciendo que es más fácil ver por qué una obra es buena (con fascinar en dos niveles es genial aunque falle en el resto) que por qué es mala (siempre ha podido escapársele al crítico un nivel en el que es increíble, mientras veía todos en los que era gun desastre; por ejemplo, la crítica del Quijote en el siglo XVIII).
    Aquí viene que ni pintada la teoría del caos: el caos no existe, sino que los sistemas en confluencia y las variables ocultan el orden interno y dan la sensación de que hay caos. (Espero no haber dicho una burrada matemática, porque tengo poca idea, pero espero que al menos sirva como ejemplo).
    Y todo ello sin hablar de la grandísima dependencia de la obra respecto a su tiempo, sea Shakespeare, Dante o Ruiz Zafón, como afirma Kaplan. Jauss decía que obras magníficas no sobrevivían a su época por su escasa (lo que él llamaba) capacidad emancipadora de su propio tiempo, y obras mediocres en su época encontraban interesantes contextos en el futuro engrandeciéndose.
    Todo complejo, pero todo objetivable y argumentable.
    Lo del consenso social… Es una discusión que tengo pendiente con Rudy con la que estoy de acuerdo solo a medias. ;)

  25. JMB,

    >>@Mariano: Solo por tenerlo claro, ¿el segundo párrafo de tu primer comentario se refiere al texto del artículo o a uno de los comentarios al mismo?

    Pues ni a uno ni a otro. Como pergeñador de reseñas me sentí en cierta forma aludido, y quise dar mi punto de vista :-)

  26. @Rudy: Objetivamente, todos los lectores son humanos. Como humanos, nos movemos en un rango limitado de posibilidades.

    Ningún libro inhumanamente malo funciona. Cuantas más cualidades humanas tenga un libro, más probable es que sea popular y perdurable. Los mejores libros son universalmente humanos. La teoría literaria es una ciencia estadística que estudia esa humanidad.

    Una cantidad indeterminable puede ser la respuesta a un problema determinado. Si la pregunta es: ¿este libro le gustará a más de la mitad de los lectores?, si puedes determinar que la respuesta está entre 0% y 49% la respuesta es sí.

    En astronomía, la probabilidad de que un asteroide choque con la Tierra sólo es 1 cuando faltan días para el impacto. Eso no significa que la observación de objetos en órbitas cercanas a la Tierra no sea, estadísticamente, de altísima utilidad.

    Un libro aislado puede producir un resultado extremadamente raro. Sin embargo, nadie, salvo ciertos ignorantes, lee un solo libro. Cuantos más libros leen, más improbable es que la relevancia de las críticas literarias sea estadísticamente insignificante. Por lo tanto, la teoría tiende a funcionar.

    Otra cosa es que haya más escritores/críticos/académicos/editores que gente sensible a la condición humana. Esa es la discusión.

  27. Para mí esta frase lo resume todo a la perfección:

    «Se publica mucho pero se edita muy muy muy poco.»

    Se están publicando libros como si fuesen ladrillos de obra, sin un mínimo de interés en su contenido.

  28. @Victor Conde Bromas aparte, El Código da Vinci no es inhumanamente malo. Cumple dos o tres condiciones que lo hacen viable como lectura popular y que se pueden detectar de antemano. Es solo que, entre varias docenas de libros que las cumplen cada año, la gente elige uno y descarta el resto.

    En sí mismo el libro no es notable o trascendente, pero forma parte de un continuo literario que sí lo es. La crítica podría encontrar un «elegido» que tenga valor por sí mismo, sin dejar de formar parte del mismo fenómeno, siempre y cuando, para esa recomendación en particular, tenga en cuenta esos dos o tres condicionantes.

  29. Uf, se nos va.

    Partamos de un hecho: la crítica es subjetiva, y la opinión también. Todos de acuerdo ¿no? Que a ti «El código da vinci» te parezca mejor o peor es simplemente un equilibrio entre lo que te gusta y lo que no. Si te gusta ese tipo de historias, estilos, y conspiranoias, y ese tipo de tópicos románticos y tal, pues perdonas los defectos. Si eres como yo que en cuanto no hay un personaje tangible echas el libro a la basura, pues no te gusta. Hay ocasiones que ni eso funciona; como ejemplo personal, me encanta el pulp, lo exagerado, y los robots gigantes que se cargan cosas, y ni con esas pude disfrutar de «Imperio» de Scott Card.

  30. Querido Risingston, sin animo de ser pedante aunque siéndolo:
    Existen parámetros de valoración del arte en general. Habitualmente se validan por consenso cultural, como sostiene Rudy (ocurre que casi toda categoría objetiva, al cabo, se remite a este cajón de sastre ontológico, a no ser que seas platónico o formalista recalcitrante, claro).
    Por ej. Impacto de tal obra en la narrativa de su tiempo. ¿Fue muy influyente?¿marcó época?
    Cuanto más te acercas a lo contemporáneo más difícil es. Pero, a mí me pone una categorización basada en la capacidad innovadora de la obra en el más amplio sentido del termino.
    Luego hay variables más cuantificables, correcta utilización del léxico, complejidad y eficacia en la construcción, caracterización de los personajes, etc…

    Otra cosa -totalmente lícita, a mí personalmente me gusta mucho, claro- es valorar una obra por su impacto de mercado (que es algo que tradicionalmente no valoran los filólogos en lo que debieran, me temo, entonces estamos hablando del arte como producto, tiene cosas muy buenas, pero prescinde de múltiples facetas explicativas, así que queda algo pobre en cuanto a comprensión del fenómeno creativo. Es como si limito la política a producto electoral.

    Idem de idem, el vector me gusta, me provoca placer, me lo paso bomba etc… que es el criterio que yo realmente más aplico a la hora de comprar, no tanto de enjuiciar. El problema es que si nos instalamos aquí, donde la subjetividad es brutal, poco se puede argumentar y, en consecuencia, aprender más allá de a R le gusta C y a L le gusta Z.

    Todo es discutible, en efecto, pero si vamos a una teoría de la estética es bueno saber de donde se parte, desde que discurso estamos hablando.

  31. Una discusión francamente interesante, aunque sea off-topic en este tema :-)

    Para mí, la Teoría de la Literatura, o cualquier otra disciplina que intente bregar con la dificil valoración del arte, tiene de interesante que permite mostrar (y así poder disfrutar más y mejor) del goce estético, más allá de decir si esto es «bueno» o «malo» por tal o cual motivo. Es decir, que enseña cosas que en principio no conoces y sirve por tanto de enriquecimiento personal (aunque, obviamente, no sólo); luego cada cual puede decidir si sigue la corriente o intenta imponer una nueva estética (razonada, siempre razonada), pero hay que tener presente que cada nueva vanguardia conoce perfectamente los parámetros en que se basa el arte que pretende trascender. No vale decir esto es una m… sin más; eso es sólo un juicio de valor y además gratuito.

    Me parece que me he enrollao demasiado. En fin, menos mal que mañana me voy de vacaciones… :-)

  32. Objeción: la teoría de la literatura sí valora el impacto del mercado en muchas corrientes. Mucho, según la corriente. Pero, claro, la teoría de la literatura tiene poco que ver con la filología. Así que no puedo estar en desacuerdo con Sim.
    Y que la crítica tiene que ver con el gusto… Pues eso… Como decir: ¿quién va a saber mejor cómo se respira: un especialista en el aparato respiratorio o yo, que respiro? Todo eso de los pulmones y las traqueas son inventos de pedantes que quieren llamar la atención…Pero yo sé muy bien que respiro por la boca y la nariz, joder. Nada de alveolos ni mariconadas…

  33. A mí el «Código Da Vinci» no me pareció tan malo. Sólo es mediocre, pero funciona como entretenimiento temporal. Para que sea malo, de verdad, no podría ser leído por una mayoría. La mayoría de la población se encuentra en la media: siempre se sentirá cómoda con lo medio, lo regular. Nunca se sentirá cómoda con lo malo, que está por debajo de la media, y puede o puede no sentirse cómoda con lo bueno, dependiendo de qué manera está por encima de la media. Por esa razón, no me creo que los best-sellers corrientes sean «malos». Pueden ser mediocres, regulares, satisfacer el momento fugaz del placer, pero ¿malos? No. Los libros «malos» se esfuman y desaparecen y nadie se acuerda de ellos jamás. Los libros «buenos» hacen ruido si tienen la suerte de llegar a la mayoría y tener un contacto con ella. Y los grandes libros siempre serán grandes libros, que serán grandes porque son capaces de entrar en contacto no sólo con las mayorías de su tiempo sino con las de muchas otras que las seguirán.

  34. «Como decir: ¿quién va a saber mejor cómo se respira: un especialista en el aparato respiratorio o yo, que respiro?»

    Es que, Fernando Ángel, no es lógico dártelas de científico en tus libros y luego ir por la vida a golpe de principio de autoridad como estás haciendo repetidamente en este hilo. No sólo no es lógico sino que es contraproducente para ese deseo declarado tuyo de que la brecha entre lectores y académicos se reduzca.

    Si Nano o quien sea te hace unas preguntas, ¿qué te cuesta contestarle con el mismo respeto que debes de usar en un taxi o en el supermercado?

  35. Me soprende que precisamente usted, señor Terán, tan irrespuestuoso y dogmático siempre en cuestiones que desconoce de humanidades y tan grosero con los expertos en literatura, me recomiende ahora lecciones de urbanismo.
    En cuanto al principio de autoridad, he respondido a la crítica del principio de autoridad. Es decir, no me he puesto como autoridad ante un argumento, sino que he respondido al argumento por el cual se desprecia a un experot desde la opinión de quien no es un experto. Como ejemplo ilustrativo, creo que ha sido bastante correcto. No quería ofender a Risingson, a quien ni siquiera conozco, y si es así le pido disculpas. Era un ejemplo ilustrativo de una práctica común y llena de tópicos.
    En el resto del hilo he respondido ante el menosprecio continuado al «experto» que lleva años estudiando una disciplina, desprecio en el que usted es experto cuando se trata de Literatura o Lingüística, pese a los constantes hilos -especialmente en estos foros- en los que demuestra no conocer ni la mínima bibliografñia, estudios ni análisis para hablar. Si a un físico le dijera un ignorante en física que es obvio que la Tierra no se mueve y que parece mentira que no se dé cuenta (como usted me respondió a mí en este mismo foro sobre asuntos lingüísticos y a lo cual respondí con total educación), mucho tendrá que contenerse para no pasar del ingenuo o, si le pilla según qué día, reírse públicamente de quien desprecia desde la ignorancia. Cuando es literatura, gente como usted opina que el desprecio desde la ignorancia está permitido. Mucho fándom (no todo) opina igual.
    Son gente como usted los que se erigen en autoridades sin tener ni idea y en esa misma línea suelo responder o incluso un poco más, dado que se inicia la gresca y que no se hablad esde el respeto, sino desde las alturas. Solo con quien se sube a las alturas para hablar me subo yo a las alturas. Y ahí doy por culo, desde luego. Espero que no haya sido considerado así el ejemplo de los médicos.
    CUALQUIERA que haya hablado conmigo en persona o en un foro de igual a igual, sabe que no me impongo a nadie y que escucho posibilidades e incluso cambio de opiniones cuando se me argumenta correctamente, como he afirmado respecto a Kaplan y Rudy, quienes algo me conocen.
    Solo respondo de otro modo ante los desprecios del trabajo y los conocimientos de quienes estudian MUCHO disciplinas tan dignas y científicas como muchas disciplinas del conocimiento o quien dicta sentencias absolutas sin argumentos.
    Y seguiré así. El moderador decidirá a quién debe llamar la atención.

  36. Y, por cierto, ¿he faltado el respeto a alguien por aquí aparte de Pedrín? (A quién acabo de faltárselo ahora mismo otra vez.) ¿O he respondido a lo que se me ha dicho desde donde estoy?

  37. Errr.. Y mi respuesta al Nano era tal cual, por cierto. Los malos niveles en Pratchett. ¿Qué hay de malo en ella?
    Lo que has citado, Pedrín, es la respuesta a Risingson, como he explicado.
    El «dártelas de científico en tus libros» era muy respetuoso por tu parte, sí. Un gran ejemplo de respeto.

  38. La verdad es que no me entusiasma que haya un exceso de oferta. Sí, hay más para elegir, pero es cierto que no existe un criterio claro por el cual el lector puede hacerlo. Atendiendo a este hilo, primero hay que escoger ese criterio:

    -siguiendo el principio de autoridad: lo que digan los expertos, que indudablemente lo son (se dedican a ello de forma profesional y tienen muchos años de dedicación a sus espaldas)

    -al tanteo: lo que diga la rubia (amigos, familia, librero, aficionados sinceros con blog, pero también amigos del autor o del editor con blog…)

    Si se escoge la primera opción, hay muchas probabilidades de hacerse con un libro de gran calidad estilística, perfectamente desarrollado, con unos personajes muy bien caracterizados, muy original, etc. Pero también se corre el riesgo de que el experto asevere «Fulano me gusta, aunque no tiene calidad si nos referimos a tal y tal conceptos literarios fundamentales» (perdona por resumir, Fernando Ángel, espero no haber desvirtuado tu argumento respecto a Pratchett). Y puede que a algunos nos guste muchísimo Fulano. Fernando ha dicho, y creo que tiene razón, que gusto no sólo no tiene por qué ir de la mano con calidad, sino que no suele hacerlo. Pero resulta que en esta entrada se hablaba sobre si al lector el exceso de oferta le beneficia. Y puede que el lector busque (es mi caso), en este orden:

    1) lo que probablemente le va a gustar, por afinidad con lo que le ha gustado antes (experiencia)

    2) una vez tiene varias decenas de opciones, calidad.

    En ese caso, no elegirá nunca a Pratchett ante un exceso de oferta probablemente de mayor calidad formal literaria que la del autor de Mundodisco. Y se lo perderá.

    El asunto es que muchos lectores ordinarios, que buscamos entretenimiento y calidad, vemos en sus libros unos personajes magníficos y bien diferenciados, unos guiños estupendos, unos recursos que para sí quisiera autores muy alabados, y pensamos que precisamente el ritmo de la trama-estructura impuesto por el autor (planteamiento confuso, maraña de desarrollo, desenlace precipitado por los acontecimientos, fuera de control, y final repentino a contrapié que da al traste con lo que se podría esperar de un autor metódico y que se acoge a la escritura formal) nos satisface. Por tanto, el principio de autoridad no siempre resulta válido para nuestros intereses, aunque lo tengamos en cuenta.

    Y es que no me parece comparable la utilidad del principio de autoridad en los ejemplos que planteas, Fernando Ángel. La medicina del aparato respiratorio no es materia sujeta a la opinión ciudadana desde que el individuo tiene diez o doce años, como lo es la literatura. No hablo sólo del delicado asunto del gusto (que en el ejemplo del aparato respiratorio está fuera de toda consideración), sino de que el ciudadano común estudia lengua y literatura desde esa edad y luego, aunque su carrera tire por otro lado, sigue formándose al respecto, aunque sea de manera autodidacta y sin profesionalizarse. Por lo tanto, su opinión acerca de la calidad, aunque se limite a conceptos menos detallados y correctos o rigurosos que la de un profesional, también vale.

    Por otro lado, la segunda opción (lo que diga la rubia) tampoco nos puede servir, o acabaremos decepcionados (a mí me pasó por ejemplo con Coelho, que todo el mundo me recomendaba y que cuando leí me pareció una birria. Esto es una opinión absolutamente personal).

    Es por eso por lo que tantísima oferta al final sólo es filtrada por un tercer jurado: el tiempo. Lo que se haya asentado después de ¿cinco años? (y cuyo argumento, críticas de expertos y opiniones de aficionados sea favorable) resulta elegible con mucha probabilidad, aunque es injusto con muchos autores de gran calidad cuya obra nunca llegará al lector. Con las novedades hay que ir al tanteo (a ver si esto me gusta), o buscando a un autor que conozcamos y una editorial que lo mime (quién sabe si estamos hablando de dos Pratchett: el autor, al que desconozco porque no me gusta leer en inglés, y el traductor, que ha transformado una obra -con potencial pero de escasa calidad en cuanto a sus expresiones y giros estilísticos- en eso que a mí me ha gustado tanto).

    Y concluyo diciendo que el exceso de oferta en un principio resulta antipático o incómodo para el lector, pero en realidad para quien es nefasto es para ese autor magistral que comienza publicando en una editorial modesta y cuya (magnífica) obra no sobrevive, por causas de mercado, a ese tercer jurado llamado tiempo. Lo cual revierte en negativo otra vez para el lector, que deja de disfrutar de ese autor excepcional. Es más, ese filtro no sólo perjudica a los genios que caen en el olvido o el desánimo, sino que actúa como máquina segadora igualando al autor excepcional con el mediocre o incluso con el inepto. Y no olvidemos que todos ellos creen pertenecer al primer grupo y se sienten infravalorados del mismo modo, por lo que en ocasiones se da el caso de que un autor mediocre o malo, pero con muchos amigos o una gran influencia en un taller, puede llegar a tener algo más de éxito que los excepcionales, que por otro lado no abundan.

    Pero ésa ya es otra historia.

    Saludos

  39. La opinión de los expertos no es la que manda ni tiene por qué mandar en los mercados. El primer argumento de que lo que se publica dependa de los expertos es completamente falaz y no veo que nadie más lo haya sostenido. El ejemplo de Pratchett no era una respuesta a la polémica sobre el mercado. Lo has demagogizado (o deconstruido, por ser más exactos) para construir una opinión, alterando su propósito original. Y sí: Pratchett también disfruta de algunos de esos niveles. Ya he dicho que me encanta Pratchett.
    Y, desde luego, conoces bien poco a los expertos en teoría literaria. Dudo de que nadie dijera que porque Pratchett incumple una serie de cuestiones se deje de apoyar su publicación. Esa ha sido otra especulación insólita tuya, en mi opinión, sacada de la manga y que dudo de que los expertos en literatura apoyaran. De nuevo, eres alguien que habla desde la ignorancia de lo que los expertos en literatura harían o dejarían de hacer. Por lo pronto, nadie está validado para esa opinión, porque es completamente especulativo ya que no son un factor importante. Pero incluso, por los que yo conozco, no validarían esa deducción tuya en absoluto, precisamente porque son también lectores y aficionados, y no funcionan alejados del mundo por mucho que a algunos os haga ilusión pensarlo. Ejemplo: soy experto y publicaría a Pratchett. Invalido así tu argumentación.
    Respecto a la comparación con el aparato respiratorio… Ya… El autodidactismo de los aficionados que trabajan en otros oficios y leen y se forman en su tiempo libre es igualito al del experto (algunos escritores, críticos, teóricos y editores…) que dedica su vida a ello. Ya. ¿Los hay? Alguno habrá, por supuesto, que dedique todo su tiempo a formarse en literatura. Y aún así… Muy bien habrá de hacerlo para equiparar a quiens e dedica a ello. El ejemplo del aparato respiratorio es completamente válido, con el añadido de que sobre el aparato respiratorio vas a encontrarte muchas menos fuentes cutres que te desinformarán en vez informarte.
    Pero, en fin, si a alguien le hace ilusión pensar que van a ser equivalentes sus argumentos sobre cómo funciona la literatura comparados con los de un experto que -imagino que lo sabes- debe dedicar CASI TODO su tiempo, libre o no,durante diez o veinte años como poco a estudiar el funcionamiento de la literatura… ¿Quién es aquí el engreído?
    Pondré otro ejemplo más sencillo: vas a pensar en moda toda tu vida y a razonar sobre ella, porque por cojones tienes que vestirte e incluso fijarte mucho si te gusta vestirte bien. A pesar de eso, ¿quién va a saber más de tejidos, producción, tendencias…? ¿Tú o un diseñador de modas profesional?
    Federico, he leído algunas entradas tuyas sobre ciencia ficción (para cerrar el círculo a opiniones mutuas ya escritas, ya que comentas las mías). Sueles apuntar cuatro datos típicos (no muy actualizados) sobre unas pocas fuentes a las que has tenido acceso y realizas juicios de valor a partir de ellas como el que acabas de hacer, a veces poniéndote por encima de los «expertos», con conclusiones que a Suvin, Csicsery-Ronay o Jameson les parecerían muy, muy superficiales y reduccionistas. Para alguien aficionado… No está mal. Has pensado más que quien solo lee sin analizar. (Como ves, mi trabajo me conduce a leer incluso tus escritos, pues no estoy en ninguna torre de marfil.) ¿Serías un ejemplo de autodidactismo equivalente al experto y que desmintiría lo del aparato respiratorio? Saber literatura no es solo «leer muchas novelas y hablar con mucha gente del tema» durante el resto de tu vida. Vamos… El argumento es completamente ingenuo. Que también vale tu criterio de calidad… Muy relativamente. Tu argumento a lo que lleva, en mi opinión, es al gusto, lo mire por donde lo mire (factor MUY válido), y a muy poquitas intuiciones sobre calidad. A menos, ya digo, que se dedique casi a tiempo exclusivo, pero entonces quien lo haga no será un aficionado: SERÁ UN EXPERTO. Aunque no tenga títulos universitarios ni escriba en revistas. Un ejemplo de experto en literatura, aunque seguramente no en teoría literaria de cf: Jauguerízar (por no citar a nadie de por aquí). Es un experto en los primeros años de la cf española. Pero es como si hubiera dedicado una grandísima parte de su vida a estudiar el aparato respiratorio.

  40. Releyendo mi última entrada, me pregunto si cuando se dice «experto» muchos pensáis automáticamente en «académico». Yo no lo veo así. Creo que hay muchos «expertos» por aquí, cada uno en su nivel o en su línea. Cuando digo «no experto» me refiero a simple aficionado o a aficionados que analizan un poco más, sin profundizar tampoco demasiado en argumentos y opiniones.

  41. Me alegro de tu última aclaración, Fernando Ángel, porque efectivamente todas tus intervenciones apuntaban a que sólo existe un tipo de expertos en literatura, los académicos.

    Yo creo que contar historias no se parece mucho a ser médico, ser ingeniero o incluso ser académico. El objetivo de la literatura es emocionar, conmovernos de algún modo, y no creo que existan parámetros fiables y universales para medir la calidad en eso. Un experto en lingüística nos dirá si un libro está bien o mal redactado, pero pienso que se quedaría a un nivel ínfimo y muy poco interesante de lo que realmente vale un libro.

    Y creo que todo el mundo, hasta el tipo más analfabeto sobre el planeta, tiene perfecto derecho a opinar sobre un arte, el de contar historias, que tiene como propósito básico el de emocionar.

    Un saludo.

  42. Comentar que el hilo está bajo moderación debido a la aparición de un par de trolls. El segundo, Nano, que ha posteado un mensaje bajo otro nick como si fuese otro lector de la web.

    Ante todo rogamos el máximo respeto para las opiniones que se vierten en Prospectiva.

  43. De nuevo, creo que el prejuicio está más en el aficionado que en el experto.
    Los expertos en lingüística no suelen ser expertos en literatura, Ismael. Las dos disciplinas se entrecruzan mucho pero son muy, muy diferentes. Yo trabajo bastante con ellos, cuando me es posible, y una y otra vez descubrimos lo alejados que están nuestros estudios y cuánto deberían acercarse para enriquecernos mutuamente.
    Una aclaración que espero que sea interesante: la redacción representa un espacio pequeñísimo dentro de la lingüística, que es también una gran desconocida. Los lingüistas estudian, entre otras muchas cosas, por ejemplo, los efectos psicológicos de los cruces semánticos de emociones y conceptos a través de las plasmaciones de conceptos intuidos. Muchos lingüistas ni siquiera trabajan directamente con las palabras. Recordemos que el lenguaje es una representación mental del mundo, no morfología y sintaxis (eso es solo Gramática, que es un campo pequeñísimo de la lingüística). Las palabras son solo una de las representaciones de nuestra concepción lingüística del mundo, que es lo verdaderamente interesante. En realidad, somos solo lenguaje y todos nuestros problemas son, al final, lingüísticos: nuestra ordenación nominal y relacional de nuestras percepciones y su deconstrucción y reconstrucción en nuestra psique.
    Y lamento no estar de acuerdo en la cuestión de calidad, Ismael, como creo que varios de aquí, como Federico o yo, hemos argumentado. A ver si un día podemos charlarlo más despacio porque no es tema para hablar por internet, sino en persona. Los ánimos se encrespan menos y se pueden explicar mejor los matices.
    Muchas gracias, señor editor. ¿Así que el tal Nano ha cambiado su identidad para defender sus argumentos? ¡¡Qué cf!! Interesante, interesante…
    De nuevo, pido disculpas si me he excedido con algunos comentarios.

  44. Me dejas de piedra con eso de que muchos lingüistas ni siquiera trabajan con palabras. Me pregunto hasta qué grado de abstracción se puede llegar…

    Pero tienes razón, estoy se habla mejor en persona y a ser posible con una caña. Aquí se hace bastante coñazo.

    En todo caso, yo estoy de acuerdo con que el verdadero jurado de la buena y la mala literatura es el tiempo, lo que relativiza bastante la autoridad de los académicos…

    Un abrazo

  45. Fernando Ángel decía más arriba:

    «Aquí viene que ni pintada la teoría del caos: el caos no existe, sino que los sistemas en confluencia y las variables ocultan el orden interno y dan la sensación de que hay caos. (Espero no haber dicho una burrada matemática, porque tengo poca idea, pero espero que al menos sirva como ejemplo)»

    En realidad no hay ninguna burrada matemática, pero sí una pequeña imprecisión terminológica. Donde empleas caos sería más adecuado decir «desorden» o «azar». Aunque a veces se emplea caos como sinónimo de desorden (por ejemplo cuando se emplea la expresión «caos molecular») puede dar lugar a la confusión. El caos determinista, que es lo que se estudia en la teoría del caos, no implica ningún desorden sino impredicibilidad. En este caso es mucho más adecuado hablar de «desorden», «azar» o «aleatoriedad», ya que lo que quieres expresar con tu metáfora es que frente al aparente azar de una obra hay una estructura compleja subyacente. Por lo demás, me parece una buena metáfora, que en este contexto sí que está bien empleada.

    La verdad es que debería de haber una mayor permeabilidad de conceptos e ideas, siempre que se haga el trasvase con el cuidado y rigor que ello requiere, entre las diferentes disciplinas científicas y humanísticas. Seguramente nos ahorraríamos discusiones estériles como esta pues tendríamos una perspectiva más holística de estas cuestiones.

  46. Pues muchas gracias por la puntualización, Instan. Lo matizaré así a partir de ahora.
    Y, evidentemente, estoy de acuerdo con el resto de tu mensaje.
    Y pintan bien esas cañas con Ismael… ;)

  47. Ismael: Me he expresado mal, quizás. No quería decir que muchos lingüistas no trabajen con palabras, sino «no directamente con palabras», puesto que lo importante es el concepto y las relaciones que establece. Y sí… Se llega a cuestiones abstractas muy profundas cuya demostrabilidad y aplicabilidad científica se plasma, por ejemplo, en el trabajo con «discapacitados» (no se me ocurre ahorrar otro término) como los autistas o en la cura de muchas patologías del lenguaje que parecen sociales o meramente psíquicas. Tengo amigos lingüistas que han trabajado directamente con logopedas y las palabras pueden ser principio o final, pero desde luego no el centro absoluto. Las patologías del lenguaje, por ejemplo, ha sido una asignatura tradicional de la carrera de Lingüística General, así como la lingüística computacional, que no trabaja desde el concepto tradicional de «palabra». La vicedecana de informática de mi facultad, por ejemplo, es lingüista de carrera académica.
    Y se alcanzan mejoras psicológicas y sociales enormes desde esta rama CIENTÍFICA de las humanidades, desde luego.

  48. La diversidad de opiniones no es debido a que unos sean más razonables que otros, sino solamente a que conducimos nuestros pensamientos por caminos direrentes y no consideramos las mismas cosas -dice Descartes. Los expertos se equivocan mucho (los inexpertos más).

  49. Fernando Ángel, ¿yo he dicho que un experto no publicaría a Pratchett? No me siento aludido en tus primeros párrafos, de verdad. No sé de dónde te has sacado mis opiniones e intenciones, que dices invalidar. No hablaba de publicar, sino de hacer recomendaciones atendiendo a la calidad y al gusto. Lo repito de otra forma (es mi sino): al hilo del problema de los compradores ante el exceso evidente de oferta y lo efímero de la presencia comercial de las innumerables obras lanzadas, y siempre circunscribiéndome a dicho tema, un aficionado, como yo, que busque un título, puede actuar conforme a las recomendaciones de expertos+aficionados y de sólo expertos, en esta secuencia, atendiendo respectivamente a criterios de gusto y calidad. Y, por tanto, el que un académico te diga que Pratchett (u otro) falla en varios aspectos esenciales de calidad, aunque lo recomiende con un «pero me gusta», puede llevarte a elegir de un modo no satisfactorio (desde el punto de vista de alguien a quien hubiera gustado Pratchett).
    ¿Que yo equiparo la opinión de un experto (me refiero a un académico) en Teoría de la Literatura con la de un aficionado? No. Valoro las de ambos, pero no las equiparo. Nunca osaría (válgame Dios) pensar que el tratamiento racional y sensato, bien fundamentado sobre unas sólidas bases de conocimiento teórico y refrendadas por una total dedicación y una amplia experiencia sobre la materia, es equivalente al tratamiento que pueda dar un aficionado (por muy leído que sea) sobre cualquier aspecto que se refiera a la literatura… excepto en lo que toca al gusto, que ambos coincidimos en que no tiene que ver con calidad literaria. Así que ya ves que no hay engreimiento ni intento de igualar el peso de la opinión académica y el de la del aficionado en materia académica.
    ¿El aparato digestivo y la literatura? Definitivamente, no. La gente no valora (y bien que hace) por lo general del mismo modo la opinión de un académico que la de un aficionado, por mucha que sea la dedicación de éste. Siempre hay excepciones, por supuesto, pero los más sensatos invitarán al aficionado, gentil pero firme y enérgicamente, a que se meta sus diagnósticos por donde le quepan. En una discusión sobre la calidad del producto de cualquier área del conocimiento que se englobe dentro de lo que en la actualidad se conoce como «cultura» (obras que en su mayor parte son productos habituales de consumo al alcance de cualquiera desde la más tierna infancia), esto no ocurre. No me parece sensato discutirle a un académico de cine sobre si conviene rodar o postproducir de tal o tal otra forma, pero sí opinar sobre la calidad del resultado. La calidad. Lo mismo ocurre en literatura, y es de lo que estábamos hablando. Porque estamos habituados a esos productos y somos capaces de juzgarlos a varios niveles prácticos (aunque sin llegar al último, al académico, donde sólo llegan los expertos por las razones antes expuestas y explicadas). La opinión de un aficionado atendiendo a este criterio de calidad también puede ser, y es, tenida en cuenta (en mi caso, de nuevo, con la condición de que ese aficionado muestre tener ciertas tablas a la hora de juzgar, pues comparto la última frase de Sim que alude a Descartes).
    Y esto entra en concordancia con tu ejemplo de los tejidos y la moda, que comparto absolutamente. Pero cuando no hablo de calidad, ni de productos que consumimos como hábito, la cosa cambia. Por desgracia, una asignación errónea de las competencias intelectuales, equiparando la opinión de un académico con la de un «experto autodidacta», unida a una malintencionada subjetividad política, nos puede llevar a situaciones surrealistas que afectan a los mismos cimientos de algunas disciplinas académicas, ante el asombro de los propios académicos.
    Acepto y agradezco tus críticas del párrafo final. Esto siempre es muy útil y lo aprecio y valoro.

  50. Ahá. federico, creo que ya entiendo lo que querías decir sobre el papel del experto como recomendador en el mercado (que yo lo derivé hasta la publicación, que me parece el paso final de esa recomendación y que oba más con el hilo casi perdido de esta discusión sobre la publicación de autores españoles), aunque no estoy muy de acuerdo en el reduccionismo de que la guía del experto determine tanto. Al menos a mi alrededor, nadie consulta a un solo experto y, desde luego, la oferta de información sobre una obra es enorme. Y, desde luego, ves una separación entre aficionado y experto que, insisto, sigue pareciéndome falaz, enormemente alejada de la realidad. Y te respondo por el mismo criterio: yo recomendaría a Pratchett y, si mi análisis para la recomendación está bien realizado, siempre será más rico que el de un aficionado y tocará más puntos expresando los diferentes niveles, ¡el del gusto incluido! El simple aficionado será siempre limitadísimo hablando de calidad a menos que haga un esfuerzo de tolerancia y análisis, lo cual entonces, progresivamente, le irá acercando a la lectura experta. Separas completamente al experto del análisis del gusto. Insisto en la recomendación de leer a Hans Robert Jausso a Umberto Eco, por ejemplo, para quitar de en medio esa idea de que el experto se queda solo con una especie de estudio megaerudito de calidad profunda alejado de ese ¿gusto de la calle, mundano, espontáneo del aficionado? No dices eso, pero lo deduzco en muchas defensas a ultranza de la lectura del aficionado. Y lo de la moda me parece enormemente válido; no hay mucha diferencia en que conlleve hábito, pues psicológicamente funciona de modo casi idéntico a la mayor parte del arte aunque lo lleves puesto. Incluso el hábito habilitaría más al aficionado para juzgar que respecto a una obra de arte.
    Y sí. Considero que esa complementariedad que defiendes entre aficionado y experto lleva en el fondo a equiparación social entre experto y aficionado al juzgar la calidad de una obra. Tus argumentos no me convencen y me parecen contradictorios por momentos. Tu propio discurso te lleva a que el aficionado «tenga ciertas tablas al hablar» y a plantear la opinión del aficionado como poseedora de cierta pátina romántica que ve detalles que el experto no ve. Todo ello, con poco que se discuta y analice, lleva a considerar solo las opiniones de aficionados enormemente informados, con sistemas de análisis más o menos intuidos… Es decir, a expertos. Llego siempre al aparato respiratorio y creo que, en el fondo, tú también.
    ¡¡Pero estoy de acuerdo en escuchar al simple aficionado!! Por supuesto. Pero no como criterio de calidad, sino de señal de calidad (no es lo mismo) y de mero gusto y, casi siempre, como representante social. Yo mismo soy así cuando hablo del cine de Fassbinder o de ópera. Nunca plantearé que tenga una opinión autorizada para hablar de calidad de una representación de Don Giovanni más allá de mi intuición y de mi experiencia estética (que diría Jauss), que luego un experto podría analizar. Y sí diría que algo es bueno o malo según tal criterio, pero me callaría en cuanto un experto en ópera me argumentara con buen criterio. ¡Estaría bueno!
    Pese a mi parrafada, creo que no estamos muy alejados en opjniones más allá de matices respiratorios y sin entender del todo bien la ambigüedad de tu última reflexión ¿anti (o pro)-académica? Sea como sea, aclaro otros dos puntos: no he hablado solo de académicos y hay cientos de académicos con miles de posturas y tendencias, lo que vuelve de nuevo reduccionista hablar de «las instituciones académicas». Por último, ojalá las instituciones académicas dependieran tanto de sus opiniones científicas. Y te aseguro que no se tambalean tanto, científicamente, como tú crees. Y lo del asombro… Pues no sé. En nuestro grupo de investigación nos asombramos bastante poco últimamente respecto a flaqueza de los cimientos de las opiniones artísticas. O al menos no hacia lo que creo que defiendes. En este momento caen bastante más del lado del aficionado, por raro que parezca. Como prueba, dos botones: http://simposioseriesdetelevision.blogspot.com/2010/12/agradecimientos-por-el-exito-del.html y http://teoriayretoricadelaficcion.blogspot.com/
    Leed las actas cuando salgan y os asombraréis de «lo surrealistas y cerrados que son los académicos». Y podría aportar bastantes ejemplos más. Muchos ya los he aportado aquí, aunque no se quieran escuchar.
    Gracias por cierto por tu tolerancia, pero no te he aportado ninguna crítica constructiva con mi reflexión sobre tus textos. Ha sido más destructivo que enriquecedor (sin ánimo de destruir, sino por el tipo de argumentación que pretendía demostrar). Pero gracias por tu afabilidad, desde luego.

  51. Qué se publican muchos libros, en cifras para descomunal. Qué hay demasiados autores españoles, ¿de género Cifi y sucedáneos? Habría que usar una lupa para encontrarlos.
    Está claro que la demanda desborda la oferta, hay un público muy fiel pero incapaz de tragarse tanta cosa. Si no metemos en el género, yo no veo que halla una desmedida publicación editorial, es más me parece «que siempre hay más de lo mismo» cuando intento buscar novedades y no te ya digo españolas.
    Entre los escritores que venden muchos tenemos a dos escritores Z como Carlos Sisi o Loeiro. ¿Será un Boom? ¿O será un reflejo de esa sociedad desquiciada destinada al apocalipsis ecológico y económico y por lo tanto un tema que atrae?

  52. Siempre he tenido tiempo para leer la literwtura fantástica patria únicamente porque históricamente me ha dado grandes placeres, y por nada más. Hace unos años que he dejado de prestar atención, si acaso para permitir que ciertos autores no vuelvan a colarseme entre los ojos. Por un tiempo creí que cuanto menos podría encontrar un nicho de novela garbancera para pasar el rato que de tanto en tanto necesito, de pronto entra una fiebre zombie y te topas con tropecientaa mil novelas de autores españoles que no te suenan de nada. Pero claro, ya vienes de algunas pseudocuasidragonadas con su bienmal a la Ikea (dondde cabe un libro caben tres) y grandisimas penas de reyes del instiu… Castillo y/o/u Mazmorra. No sé.

    Asomo las pezuñas por algún foro de los que hace años visitaba y uf, me huele todo tanto a autobombo, a correctitud política de promoción publicitaria… Que incluso con la proliferación universal de Monguers (los que opinan que tener derecho a opinar es lo mismo que considerar el contenido de dicha opinión cassi como palabra de Moises, y que todo lo reduce a El Odio A Lo Academico) me parece algo no molesto en comparación.

    No leo nada de Minotauro, creo que tantos años de disfrute de paraciencias a lo ikerjimenez me salva de tener que pagar el cupo, e igualmente con la bazofia que en la que he gastado mi dinero con Dolmen y su línea zombie.

    Sé que dbo perderme por ahí algo de lo bueno que se escribe en el pais dentro del género, pero el poco dinero que tengo me lo gasto ya sobre seguro, y no es ya en ningún sentido un autor español como criterio de búsqueda.

    Lo peor que he leido en mi vida ha sido en estos dos últimos años, con una parte importante de tochos de papel escritos por autores de aquí.

  53. Ayer, precisamente, publicaron en The Guardian un artículo que viene mucho al caso. Siento que esté en inglés, pero el artículo, con ánimo provocador, es realmente interesante. También es divertido.

    http://www.guardian.co.uk/books/2010/dec/12/genre-versus-literary-fiction-edward-docx

    Por mi parte, estoy convencido de que la calidad puede establecerse de manera más o menos objectiva (no por mi, desde luego), y que la relación entre esa calidad y el disfrute que obtengamos de un libro es bastante relativa. Y ahí están los libros de Jim Butcher sobre el mago Harry Dresden para demostrarlo. O la mayoría de los de Stephen King, si me apuráis.

  54. Bueno… me he quedado patidifuso. Jamás había podido asistir a disertaciones tan elocuentes y tan lúcidamente hilvanadas. Todo lo que he leido me ha hecho sentir un poco ignorante. De pronto me sentía como un paleto y, al cabo de un instante mis ojos quedaban abiertos a un nuevo enfoque sobre aquello que yo consideraba cuasi-sagrado. Ya lo sé. Estarán ustedes pensando ¿de qué diantres estoy hablando? Pues de Terrys Pratchets, Dans Browns y ,por otra partes Cervantes o de otros Dioses auténticos.
    Leyendo todo esto, a parte de diluirse un tanto el tema principal sobre si hay mucha chicha y poca limonada a nivel de creación literaria en estos momentos, he caido en la bochornosa cuenta de que me gustan mucho cosas que los expertos desechan y que aborrezco auténticas obras de arte.
    Reconozco humildemente, no obstante, que no está hecha la miel para la boca del asno, y asno soy, de ello doy fe, pero no tanto como para no reconocerlo. Debo decir, antes e ir a lo que iba, que Raskolnikov es para mi un personaje impresionante, y que el libro al que pertenece es una de mis lecturas predilectas. siempre esgrimo a Dostoievski como muestra endeble de mi capacidad (limitada, insisto) para apreciar lo que los entendidos consideran (entre otras muchas) un ejemplo de obra ejemplar.
    El caso es que llevo tanto tiempo releyendo Dune o El juego de Ender o El fin de la Eternidad, que de pronto me he dado cuenta que existen «tropocientas» obras mucho más modernas dignas de posarse ante mis ojos adictos a lo ya conocido.
    ¡Y es una marea inmensa!
    Sólo con echar un vistazo a tanto escritor, siento una doble punzada en mi corazón. Una punzada por los sueños de tantos y tantos escritores vertidos entre papel y tinta, difuminandose en un océano infinito de posibilidades que jamás se darána a conocer.
    La otra punzada por no tener ojos, ni tiempo, ni ánimo tampoco en ocasiones, para intentar si más no, leer eso que otros han tenido el atrevimiento de escribir.
    La ardua tarea del experto es decapitar a muchos que lo intentan, como si fueran Hados de carne y hueso, más es el público medio, la gran masa, la que acaba siendo la verdadera Parca, ya que su indiferencia es mucho más destructiva que las duras palabras teñidas de experiencia, que pueda pronunciar cualquier cualificado para ello.
    Es cierto que a tu primera presentación vienen solo tus amigos y familiares, una patética criba de realidad con un sabor agridulce. Es cierto que cada día salen más jovencitos que creen que han encontrado su ERAGON particular, y también escritores que se prostituyen para escribir sobre lo que está de moda y no sobre lo que realmente les viene en gana.
    Así están las cosas.
    Yo prefiero un buen intento fallido que un acto de plagio manido y refrito. Pero sí que me gustaría pedir a los que saben, que recuerden de vez en cuando aquellos tiempos en los que no sabían tanto, y en el poder que ostentan hoy con sus nuevos y crecientes conocimientos.
    Tal vez si los neófitos, los recién llegados, fueran mas humildes y dispuestos a escuchar, en lugar de tan osados y desafiantes, los Sabios se mostrarían más indulgentes con ellos.
    Gracias a todos por todo lo dicho aquí, pues ahora lo veo todo con otros ojos, pero recordad el siguiente ejemplo, un tanto estrafalario: por mucho que te digan que los berberechos con natillas son un asco, seguro que al que le guste semejante plato pensará que estás loco.

    Sin embargo, cual mandamiento bíblico, lo que está bien o mal puede ser definido claramente… lo que nunca podrá definirse es la interpretación en si misma de lo que está bien o no.

    Hay libros que son malos aunque gusten y libros que son buenos aunque desagraden, pero ninguna cosa tiene que ver con la otra. Según que clase de lector seas, te inclinarás por un lado o por el otro.
    Yo voto por leer lo que te guste, pero esforzándose un poco por ahondar en aquello que pueda parecer espeso.
    Y sobre todo, quien se pica ajos come. Adoro a Terry Pratchet pero, habiendo leido lo dicho aquí… me he dado cuenta de detalles (negativos) que no había identificado, auqnue otros los veia o no quería verlos.

    Nada más.
    Aquí lo dejo por hoy.
    Hasta más ver!!!

Comments are closed.