Tercera República, de José Antonio Suárez

Dada la situación de la España de las autonomías, se hace extraño que no aparezcan obras que extrapolen su posible evolución a unos años vista para aventurar por dónde se puede mover su mapa político y social. En este sentido me ha sorprendido que La Factoría de Ideas haya apostado por Tercera República de José Antonio Suárez, una obra alejada de la que ha sido su línea editorial en los últimos años que hace una apuesta argumental desacomplejada y bastante valiente.

En un futuro indeterminado que da la sensación de situarse a finales de la próxima década, se ha proclamado la Tercera República. El antiguo rey Felipe VI vive exiliado en Roma y el Partido Socialista gobierna un estado basado en un sistema confederal asimétrico destinado a cerrar el proceso autonómico. Sin embargo los partidos nacionalistas del País Vasco y Cataluña ven en este escenario la puerta perfecta hacia una independencia real. En esta tesitura varios generales, con el apoyo tácito de Alianza Nacional, el partido que aúna a todo el centro derecha, urden un golpe de Estado con el objeto de volatilizar el proceso y refundar el país.

La técnica narrativa de la que se sirve Suárez en Tercera República es la habitual en este tipo de thrillers que ofrecen una visión global de un gran decorado: un narrador omnisciente que muestra lo que hacen, piensan y sienten los diversos protagonistas, a través de los cuales se despliegan los hechos capitales que conforman el drama. El jefe del estado Duarte, el presidente Maeso y el diputado Sajardo, tres de las figuras dominantes del socialismo que articulan las sensibilidades enfrentadas dentro del partido; los generales golpistas Montoro y Carmona, los extremos que representan a los militares que participan del alzamiento; Bowen, el maquiavélico embajador de EE UU que más tiene que ver con su política de hace 40 años que con la actual; diversos subalternos imprescindibles en las “pequeñas” puntadas de la trama… En su mayoría meros estereotipos definidos en dos brochazos, tan monolíticos como se puede esperar de ellos, que se mueven dentro de unos parámetros delimitados con excesiva rigidez. Mucho más interesantes resultan Joana Sirvent y Javier, su pareja. Dos periodistas sumidos en dilemas cada vez más opresivos que inician un camino de alejamiento de sus convicciones de partida, lleno de dudas y cambios que los convierten, de largo, en los personajes con más sustancia de toda la novela.

Estos pasajes están, a su vez, agrupados en pequeñas unidades argumentales. Recurso que unido a los giros con los Suárez que termina la mayoría de los capítulos y a un buen uso de la elipsis logran un ritmo ágil y una cierta tensión narrativa. Tensión que, no es menos cierto, está completa y absolutamente supeditada a la curiosidad que tenga el lector por descubrir cómo se soluciona esa Segunda Guerra Civil que, a ratos, parece una reescritura de los primeros meses de la Guerra Civil con un 23F “bien” hecho. Ni los diálogos, ni la voz narrativa, ni la dosificación del argumento… se alejan ni un milímetro de la funcionalidad más esencial que, como he comentado, observo en los personajes.

Aunque Tercera República se presta a ello, no voy a entrar a juzgar la credibilidad de las premisas de las que parte ni de la verosimilitud de su desarrollo. Ambas se alejan del objeto de esta reseña y darían para un artículo, y una consiguiente discusión, mucho más extenso. Sin embargo me resultan bastante chocantes dos facetas. Primero, encontrarme a un Partido Socialista que ofrece una continuidad respecto al que tenemos ahora mientras que no figura un Partido Popular como tal sino un partido heredero de este, la mencionada Alianza Nacional, que ha reunido a todas las fuerzas que militan en su espectro político. Como si el Partido Popular no fuese precisamente eso. Supongo que el hecho que haya habido PSOE durante más de cien años y la derecha española haya estado escindida y/o agrupada bajo un variopinto grupo de siglas, puede llevar a pensar que ha sufrido una refundación para afrontar la nueva situación. Y, segundo, a nivel tecnológico, y en muchos momentos, a nivel sociopolítico, el conflicto se plantea en términos de mediados del siglo XX. Sí, aparecen tres o cuatro armas devastadoras de nuevo cuño, guerra electrónica… Pero, por ejemplo, a nivel de medios de comunicación, apenas se hace uso de internet, como si las cosas no hubiesen cambiado en los últimos años. Una propuesta en este aspecto demasiado roma.

Pero más allá de las discusiones que genere su verosimilitud, con aspectos también muy creíbles como la cobarde posición de la Unión Europea durante el conflicto, hay que felicitar a José Antonio Suárez por haberse arrojado a escribir una trama que no se esconde en el contenido y que exhibe actitudes, puntos de vista, diálogos… que continúan los que podemos ver y leer día a día a nuestro alrededor. La pena es que, en las formas, Tercera República es una novela plana y con escasa mordiente. Un thriller político bastante directo que además, espero, pronto quedará superado por los acontecimientos.