Predicciones

Nos tenemos por la sociedad más civilizada y culta de la Historia, pero a la hora de la verdad no tenemos rubor alguno en compartir la pantalla plana, el iPad y el coche híbrido con la bruja Lola, los 12 títulos más 1 de Ángel Nieto y el “yo-no-paso-por-debajo-de-la-escalera”. El ser humano sigue siendo tan propenso a las falsas creencias, las predicciones más delirantes y la más chata de las supersticiones a comienzos del siglo XXI como lo era en el siglo XXI antes de Cristo, aunque ahora con la desventaja de que no queremos reconocerlo.

Las supersticiones suelen nacer del miedo y sobre todo de la ignorancia, y muchas de las más recientes han sido inyectadas al público en general a través de libros y sobre todo de películas de ciencia ficción de consumo masivo. Allí encontramos predicciones radicales sobre el mundo del porvenir que se alejan mucho del confiado y maravillosamente tecnológico mundo del mañana sobre el que se especulaba a finales del siglo XIX.

Al contrario, hoy la técnica parece haberse puesto exclusivamente al servicio del mal y por eso encontramos reflejadas desde las consecuencias más devastadoras del cambio climático en El día de mañana hasta la invasión extraterrestre en el estilo más destroyer posible en Independence Day, pasando por el inevitable y artificial pánico al 2012 en la homónima 2012. Eso, por citar sólo algunas de las más recientes.

“Ya somos todos mayorcitos para saber que sólo se trata de pelis para consumir mientras tomas palomitas y refrescos de cola” es el razonamiento que suele emplearse para quitar hierro al asunto…, pero es bien cierto que este tipo de historias generan una angustia (a veces soterrada, a veces muy evidente, y siempre reconocible en esa risita floja tan característica) en multitud de personas que no siendo fans del género se enfrentan a semejantes argumentos representados de forma apabullantemente realista con una inquietud que a menudo deriva en miedo y que, desde ahí, puede alcanzar cualquier estadio de descontrol emocional. No es la primera vez que un tipo armado asesina a una o a varias personas porque “el fin del mundo se acerca” o “me lo dijeron los extraterrestres”.

Por desgracia, la sociedad actual tampoco está en su mayor parte compuesta por “mayorcitos”, como demuestra cualquier mínimo análisis de todos los problemas que afrontamos diariamente en el mundo real.

En este sentido, los aficionados a la ciencia ficción estamos vacunados respecto a la población en general, pues por nuestro propio conocimiento de la materia resulta difícil que cualquier libro y mucho menos cualquier película (por muchos efectos especiales con que nos impacte) sean capaces de generar esos miedos de fondo.

Antes bien, la mayor parte de autores y lectores de género que conozco son manifiestamente ateos y bastante escépticos respecto a la posibilidad de ver realizarse a lo largo de su existencia alguno de los grandes temas de los relatos que más les gustan. No creen en los ovnis, se ríen de los gurús con poderes (o de los mutantes, tanto da) y piensan que lo más cerca que estarán en su vida de un cohete espacial será la atracción de Star Wars de Disney.

Lo que no quita que también sean supersticiosos y tengan sus propios rituales de este tipo, si bien no los reconocen como tal. Uno de los más característicos es el clásico (con variantes): “No, yo para escribir mis historias tengo que empezar siempre en domingo porque me da suerte. Mis últimos dos cuentos los empecé un domingo y los dos me los premiaron”.

También hay que pensar que estas materias vienen muy bien para el desarrollo de nuestro género. De hecho, cualquier obra de ciencia ficción que se precie es en el fondo un ejercicio de predicción sobre un futuro que imaginamos podría ser así…, o no. Al autor le encanta presentar un cuadro general sobre cómo será el mundo en diez, cien o mil años, de acuerdo con sus suposiciones, aunque luego seguramente no se materialice como tal. ¿Qué futuro se aproximará más a la realidad? ¿El de Blade Runner, el de Mad Max, el de Water World, el de Señales del futuro? Tal vez ninguno de ellos, aunque es seguro que todos existen… por supuesto en universos paralelos.

He aquí una pequeña lista de predicciones sobre tecnología presentadas por diferentes eminencias (reales) en sus respectivos ámbitos en los últimos 140 años. Ninguna se hizo realidad, aunque todas parecieron muy creíbles en su momento.

  • Sir William Preece, director del Servicio Postal Británico en 1878: “Los americanos necesitan el teléfono. Nosotros no, porque tenemos mensajeros de sobra”.
  • Lord Kelvin, presidente de la Royal Society, en 1883: “Tarde o temprano se demostrará que los rayos X son un timo”.
  • Equipo de ingenieros de Boeing, al presentar el B-247 con capacidad para diez pasajeros, en 1933: “Nunca se fabricará un avión más grande que éste”.
  • Darryl Zanuck, productor de la 20th Century Fox, en 1946: “La televisión no durará mucho, porque la gente se cansará rápidamente de pasar todas las noches mirando una caja de madera”.
  • Alex Lewytt, presidente del fabricante de aspiradoras Lewytt, en 1955: “Las aspiradoras impulsadas por energía nuclear serán una realidad en diez años”.
  • Arthur Summerfield, director general de Servicio Postal de los EE.UU. en 1959: “Estamos en el mismísimo umbral del envío de correos vía cohete”.
  • Ken Olsen, fundador de Digital Equipment, en 1977: “No hay necesidad alguna de instalar un ordenador en cada domicilio particular”.
  • Bill Gates, él, en 1981: “Nadie va a necesitar más de 640 kb de memoria en su ordenador”.
  • Bill Gates, de nuevo, ahora en 2004: “Habremos resuelto el spam antes de dos años”.
  • Alan Sugar, fundador de Amstrad, en 2005: “El iPod no despegará jamás”.

9 comments

  1. Apostilla al artículo: lo del pulpo Paul en Alemania pronosticando la victoria de España sobre Alemania en la semifinal del Mundial de Fútbol porque se comió el mejillón de la urna con la bandera española es exactamente igual que lo que hacían los augures romanos con los pollos sagrados del templo. ¿Para esto 2.000 años de civilización? (y más, porque los romanos no hacían sino aplicar un método de predicción muy anterior en el tiempo)

  2. A eso de predecir el futuro marcándolo a la vez. Era EL concepto de Robert C. Wilson: si aparecen cronolitos predeciendo algo, se cumplirá por pura motivación de la gente.

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