La carretera, de John Hillcoat

Habrá algún despistado que acuda a ver La carretera con la idea de que se trata de una nueva película de catástrofes. La propia promoción contribuyó a esta confusión al exhibir trailers equívocos que su protagonista, Viggo Mortensen, no tardó en criticar por resultar casi fraudulentos.

La carretera no es una película de catástrofes al uso; no es una película de Roland Emmerich; no es una película de Michael Bay. No nos encontramos ante una de esas odiseas en las que la implacable naturaleza saca a relucir lo mejor de los protagonistas mientras estos luchan por salvar a la raza humana y, de paso, reconquistar a su ex-pareja. Aquí no hay deadlines: para cuando empieza esta desoladora película, el mundo ya se ha ido al carajo. Y no tiene solución.

Esos confundidos espectadores se preguntarán, contemplando la película, “¿Pero adónde van los protagonistas? ¿Qué pretenden?”. Y es que no existe en el estupendo filme de John Hillcoat nada parecido a una de esas motivaciones, habituales en el cine estadounidense, que hacen avanzar la trama. El padre y el hijo encarnados, de forma soberbia, por Mortensen y el pequeño Kodi Smith-McPhee tratan de llegar al sur con la vaga esperanza de encontrar allí un mejor clima y, tal vez, unos congéneres que no quieran comérselos. Pero la auténtica motivación para seguir en movimiento reside en la propia naturaleza humana, reacia a rendirse ante la adversidad.

Frente al más habitual tópico de la madre protegiendo como una loba a sus cachorros, tenemos aquí a un padre dispuesto a lo que sea con tal de cuidar de su hijo, de proporcionarle protección, sustento y abrigo, pero sin perder de vista unos mínimos valores morales. Cuando el mundo, nuestro mundo, se colapse definitivamente, no predominarán los comportamientos heroicos que tantas veces contemplamos en el cine, y será lo peor de nosotros lo que vague por las carreteras del planeta, como sucede en La carretera, fiel adaptación de la novela homónima de Cormac McCarthy. Pero, pese a la evidencia que les acecha, el padre encargado por Mortensen se empeña en educar a su hijo: sobrevivir sí, pero no a cualquier precio. Uno siempre puede elegir cómo vivir, y puede mantener sus principios incluso ante la mayor adversidad; uno puede elegir si seguir “llevando el fuego”, o dejar que se extinga.

Una lección perfectamente aplicable a nuestra vida diaria, porque, desde mi punto de vista, La carretera es, ante todo, una metáfora del mundo real: no es necesario acudir a ver esta película para encontrar personas desesperadas, ni vidas sin rumbo, ni gentes que sufren más allá de lo concebible, y que, pese a ello, siguen adelante.

Los escenarios en los que transcurre la película son una prueba de mi punto de vista. No ha habido que construirlos en un estudio, ni generarlos virtualmente. Los paisajes que Javier Aguirresarobe fotografía de forma magistral, y que definen el tono de la película, son reales. Son lugares devastados por la naturaleza o la mano del hombre; parajes donde habita la desesperanza y que, al igual que la misma desesperación, ya existen. Escenarios que bien podrían estar ahí para demostrarnos que ese apocalisis no está tan lejano.

En definitiva, La carretera es una obra devastada y devastadora, una película no apta para quienes sólo entiendan el cine como entretenimiento, una obra que, pese a las inevitables etiquetas promocionales, no pertenece a la ciencia ficción. Ojalá.

“¿A dónde van los protagonistas?”, se pregunta el espectador despistado. Y yo pregunto: “en realidad, ¿a dónde vamos todos?”

5 comments

  1. De acuerdo en general con la crítica, aunque yo no diría que La Carretera es una «estupenda película». Para mí está bien, a veces incluso muy bien, pero a mi juicio le lastra demasiado una voz en of superflua y tan de moda últimamente en el cine norteamericano.

    Yo no he leído aún la novela, veo la película sin estar mediatizado por ella, y la verdad es que durante gran parte del metraje (cuando la vocecita de marras está callada) me parece una película dura y angustiosa, y buena.

    Eso sí, el final es malo, pero malo malo.

  2. Quizás a la Prospectiva.

    Coincido bastante con lo que ha escrito Iñaki sobre la película, aunque como a dani a mi me sobró completamente la voz en off. Utilizada prácticamente para denotar pensamientos, acciones, detalles… que ya transmitían las acciones o la interpretación de los actores. Me gustaría ver un montaje sin esa voz.

  3. Como película sin mirar el libro se basta por sí sola, tétrica y desesperanzadora. Muy bien interpretada además de por Mortensen y por el niño. Cómo adapatación tabien es buena, quizás hay ciertos detalles claves que falten, pero en un largometraje son cosas que suelen pasar.

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