Los premios de la cf: Hugo 1955

La decimotercera Worldcon (Cleveland) fue, en cierto sentido, una de las más importantes de la historia. En dicha convención se decidió volver a otorgar los premios Hugo. De ser la idea de un grupo local de aficionados pasó a convertirse en patrimonio de todos. Desde entonces hasta hoy, los Hugo han acudido puntuales a su cita, Worldcon tras Worldcon, premiando a ficciones maravillosas y a otras más discutibles, pero siempre files a su espíritu; nos guste o no, son los premios de los lectores, de los frikis que acuden a la Worldcon y votan a las historias que les han fascinado ese año. Recorrer su palmarés no sólo es uno de los caminos posibles para afrontar una historia de la ciencia ficción. Es, además, una muy interesante manera de descubrir cómo los gustos, nuestros gustos, han evolucionado con el paso de los años.

En este sentido el Hugo otorgado a la mejor novela en 1955 es revelador. Los ganadores fueron Mark Clifton y Frank Riley por La máquina de la eternidad, un fix-up de cuatro relatos que habían aparecido en la revista Astounding a lo largo de 1954 con el título They’d Rather Be Right. Existe una rara unanimidad en señalar que esta es la peor de las novelas ganadoras de un Hugo y con gran diferencia respecto a un hipotético segundo puesto. Después del magnífico inicio que significó El hombre demolido, un resbalón clamoroso.

En este sentido, es interesante observar la pequeña historia de la edición de este título en español. Teniendo en cuenta las fechas llama poderosamente la atención lo tardío de su llegada a nuestro país. La máquina de la eternidad fue publicada por Ediciones B en su colección Nova en 2002, nada menos que casi medio siglo desde su edición original en inglés. Ningún premio Hugo ha tenido una suerte similar. Hoy en día suelen ser uno de los proyectos estrella de las editoriales de turno. Todos sabemos que en el pasado no fue así, probablemente porque la mayoría de los lectores españoles de los 60 no tenían muy claro qué era eso del Premio Hugo. Pero, poco a poco, los Hugo fueron llegando con puntualidad y los antiguos ganadores fueron reeditándose sin problemas. Excepto el libro de Riley y Clifton.

Esta situación proyectó una cierta leyenda negra sobre el libro, que se confirmó tras su publicación en español y su rápido saldo. Una novela que pasó sin pena ni gloria y de la que sólo habló bien su editor, Miquel Barceló, que, aparentemente, se dejó llevar por el completismo  (¿cómo era posible que un Hugo aún estuviese sin traducir?).

¿Y entonces? ¿Qué pasó? ¿Se volvieron locos los fandomitas yankees? ¿No se dieron cuenta que después de Bester, Riley y Clifton chirriaban de mala manera?

Hay una serie de posibles respuestas a estas preguntas. Primero que hoy tenemos más de medio siglo de perspectiva para juzgar ambas obras y los aficionados de 1955 no gozaban de semejante distancia ¿Cuántos de los libros que hoy nos parecen buenos pasarán el juicio del tiempo? Efectivamente, muy pocos. Leer las críticas de cualquier revista sobre ciencia ficción 20 años después no deja de ser un experimento interesante,; en ocasiones parece estar en un idioma que entendemos más o menos pero, de repente, se convierte en un galimatías indescifrable.

Y luego, por supuesto, están las alternativas. Vale, La máquina de la eternidad es una porquería, pero ¿qué elegimos a cambio? Y responder a esa pregunta nos va a dar más de una sorpresa. Y es que si en el artículo anterior comenté que la cosecha del 53 había sido excelente, no se puede decir lo mismo de la del 54, un auténtico erial (lógico, la mayoría de los grandes no se habían recuperado del parto de semejantes obras maestras. Dile a Sturgeon que repita Más que humano dos meses después de acabar el libro, o mejor no se lo digas, que el bueno de Ted era muy sensible e igual se tiraba desde un séptimo piso).

Así que veamos algunas alternativas. Está La onda cerebral de Poul Anderson y Búsqueda estelar de Frederik Pohl  y C. M. Kornbluth y… se acabó. Lo demás son obras menores: otra novelita de Lucky Starr de Asimov, un juvenil de Heinlein divertido y poco más (La bestia estelar) y un par de artesanos sacando sus dignas pero rutinarias novelitas del montón (E. C. Tubb y El mundo en peligro o Wilson Tucker y Poder extraño). Desde luego, la cosecha no es para tirar cohetes. Es cierto que los libros de Anderson y el duo Pohl-Kornbluth son mejores que la obra de Clifton y Riley, pero tampoco tan excelentes como para que en 1955 la cosa fuese tan obvia (y, ciertamente, son dos títulos que hubiesen desentonado en la lista de los Hugo casi igual que La máquina de la eternidad).

¿Era por tanto el libro de Riley y Clifton la única opción posible? ¿Un mal Hugo inevitable dentro de un mal año? No exactamente. Y ahora es cuando debo de ponerme un poco duro con los aficionados del 55. Probablemente sea injusto pero las cosas son como son. Porque también podrían haber tenido en cuenta una novela tan destacable como Mesías de Gore Vidal, pero esto es posible que hubiera sido pedirle demasiado a estos muchachos. Gore Vidal era un autor serio, no un escritor de ciencia ficción, su libro se publicó en una editorial ajena al género y trataba un tema (la religión) que era tabú para los editores de ciencia ficción, sin olvidar que su acercamiento a este fenómeno era crítico y mordaz. En fin, demasiado para ellos.

Bueno, ¿y qué tal la fantasía? Antes de que alguien empiece a gritar “¡Herejía!” recuerdo una cosa.: los Hugo son los premios otorgados por los participantes en la WorldCon a lo que ellos consideran las mejoras obras de ficción del año, pero en ningún sitio se especifica claramente que tengan que ser ciencia ficción. Se sobreentiende porque una WolrdCon es una convención de ciencia ficción, pero no se especifica, y, de vez en cuando, a los frikis se nos va la olla y no votamos a la ciencia ficción. Todos recordamos la novela de Harry Potter que se llevó el Hugo, pero pocos recuerdan que en una fecha tan temprana como 1959 el Hugo al mejor relato se lo llevó “Tren al infierno” de Robert Bloch, una fantasía oscura (o terror a secas) sobre un pacto fáustico que nada tiene que ver con la ciencia ficción.

Así que repito, ¿por qué no la fantasía? Y recuerdo que 1954 fue un año excepcional para la fantasía: Poul Anderson escribió La espada rota y J.R.R. Tolkien empezó a publicar El Señor de los Anillos. Vale, a veces soy un purista, pero si hay que romper una lista con un título espúreo por lo menos que sea con estilo, y nadie me negará que darle un Hugo a Tolkien hubiera sido todo un puntazo. Pero hay un ligero problema… o dos. El primero es que la fantasía, aunque cueste creerlo, no estaba de moda en los 50. De hecho, era un fracaso. Un decenio antes la única revista que publicaba fantasía de calidad, Unknown, había muerto sin que nadie la echase de menos. Habría que esperar a los 60 para el boom de este género, y revistas como Weird Tales y afines eran tomadas a cachondeo por parte de los fandomitas de la ciencia ficción. En semejante ambientillo no es raro que el libro de Anderson pasase totalmente desapercibido y no fuese hasta su reedición en 1971 que recibiese la fama que merecía.

Y luego está Tolkien. Que sí, que era un genio, y que sí, que El Señor de los Anillos fue un éxito nada más publicarse… en Gran Bretaña su país de origen. Lo que en 1955 significaba más o menos igual que un éxito en Marte. Los yankees hablaban de WorldCon con mucha alegría pero eran tremendamente provincianos. WorldCon en los 50 significaba EE.UU. Nadie tenía ni idea sobre lo que se hacía en otros lugares del mundo, ni siquiera entre los primos ingleses, tan cercanos y lejanos a la vez. Tolkien no fue un bombazo en EE.UU. hasta los 60, cuando salió una edición pirata en este país (propiciando el auge de la fantasía que hoy en día parece imparable y propiciando también la recuperación de textos como La espada rota). 

Bueno, parece que estoy siendo muy duro con los aficionados del 55. No leían nada más que ciencia ficción, detestaban la fantasía y no conocían lo que se publicaba más allá de sus fronteras. Pecados veniales dirá más de uno, tampoco es para tanto. Es posible, pero hay que añadirle otro defecto más: cortedad de miras rayana con la estupidez. Por que en 1954 también salió una obra maestra, una joya que todavía hoy se admira por su inteligencia, emotividad y buen hacer. 1954 fue el año que Richard Matheson publicó Soy leyenda. Y si ese libro no se merecía el Hugo más que La máquina de la eternidad, entonces será mejor que dejemos de dar premios porque estamos ciegos e idiotas, todo a la vez.

No sé por que Matheson no se alzó con el triunfo, pero tengo una pequeña sospecha. Soy leyenda habla de vampiros pero no como lo haría una novela de terror, sino con un estilo y enfoque que es pura ciencia ficción, tanto en su parafernalia (una epidemia con una lógica científica detrás y el esfuerzo del único humano inmune para buscar una cura) como en su más profundo objetivo: el estudio del otro, del extraño, del enemigo, que esta vez no es un alien o un mutante sino un vampiro y, a la vez, nosotros mismos, los seres humanon.

En ese sentido Soy leyenda es pura ciencia ficción y una ciencia ficción excepcional, ya que trasciende sus propias fronteras y las coloca un poco más allá a la espera de que otro genio haga lo mismo. Pero es posible que estas ideas fuesen un poquito difíciles de entender para los fans de aquella época, que parece que eran especialmente duros de mollera. Vampiros es lo mismo que terror y aquí hemos venido a hablar de ciencia ficción, no de chorradas góticas. Punto final. Y así se escribe la historia del género, con avances impresionantes y retrocesos dolorosos.

Sin embargo, los Hugo de 1955 fueron importantes por otra poderosa razón que daba pie a la esperanza. Fue la primera vez que se otorgaron a las categorías de ficción corta. En concreto a “El actor” de Walter M. Miller Jr. (novela corta) y a “Artefacto” de Eric Frank Russell (Relato). Dos buenas historias (especialmente la de Miller) que marcaron una interesante pauta para el futuro. En muchas ocasiones fueron los relatos los que salvaron el honor de los Hugo; frente a más de una novela mediocre siempre pudimos disfrutar a cambio de un buen cuento que salvase el año y no dejase a los votantes del Hugo a la altura del betún. Ocurrió en 1955 pero, como ya veremos, se repitió más de un año.

12 comments

  1. El problema para enjuiciar ese premio en concreto es que carecemos de datos sobre las circunstancias de aquella worldcon (380 asistentes, según leo en http://wapedia.mobi/en/13th_World_Science_Fiction_Convention, pero ninguna referencia aparte de que los invitados de honor fueron Isaac Asimov y Sam Moskowitz, lo que habría hecho comprensible un premio a Asimov) y del recuento de votos, ya que aún no existía la típica papeleta de voto con cinco finalistas en cada categoría. En resumen, que no sabemos ni hubo «factor campo», si el voto estuvo demasiado disperso y ganaron por los pelos, si Astounding apostaba descaradamente por esta candidata por encima de otras, si realmente es un ejemplo de novela que pierde con el tiempo pero que por aquel entonces tuvo una valoración muy positiva. Parece que Riley era un autor popular en aquella época, por lo que un Hugo no sería tan descabellado (en los últimos años lo ganan auténticos truños de autores que han escrito buenas novelas y se acaban llevando el Hugo «porque tocaba»). En cuanto a la posibilidad de que ganara una obra de fantasía, no creo que fuera posible en aquella época (de hecho, antes del siglo XXI), lo que excluye a Tolkien y Anderson.

    ¿Por qué Clifton y Riley y no Matheson? Juzgamos con parámetros de ahora. Matheson nunca fue un autor «de los nuestros» en el fándom: siempre estuvo más orientado al mundo del cine, era más conocido como autor de relatos y, supongo que esto es un detalle significativo, publicó «Soy leyenda» directamente en formato de libro, mientras que lo que el público votante del premio Hugo eran novelas aparecidas en forma de serial en las revistas de la época. Ahora bien, ¿por qué ganó una novela de Astounding después de que ganara una de Galaxy? De nuevo, nos falta contexto. Tal vez hubiera un público más «hard» que en la convención de 1953, tal vez votaran cuatro gatos, tal vez hubiera una rotación tácita y se decidiera premiar a la «otra» revista (el cuento de Eric Frank Russell también había aparecido en Astounding, lo cual podría corroborar esta hipótesis)…

    Supongo que, a falta de una papeleta de finalistas y de resultados fiables, este premio quedará como una curiosidad, o un reflejo de los gustos de la época. Al fin y al cabo, Rocky le ganó el óscar a Taxi Driver…

  2. En cuanto a «La bestia estelar», de Heinlein, otro apunte: era una novela juvenil (igual que la de Lucky Starr), y ya se sabe lo que suele opinar el fándom del género juvenil. Y, en otro lugar, tal vez fuera la candidata a batir, como demuestra el Hugo del año siguiente: «Estrella doble», de Heinlein, que me parece inferior a «La bestia estelar». El Hugo (igual que el óscar o el ignotus; los premios de votación popular, en general) tiene la desagradable costumbre de votar «a modo de desagravio»: no ganaste el año aunque te lo merecías, de modo que este año vamos a reparar el error dándote el premio con una obra peor que la del año anterior, pero tranquilo, que te lo vamos a dar. Tal vez ocurriera eso, y el que «tenía que» haber ganado en 1955 era Heinlein, lo cual llevó a que ganara en 1956.

    Hipótesis, de nuevo. Pero tiene sentido.

  3. Mi favorita hubiera sido «Soy leyenda». «Bóvedas de acero» se publicó en forma de libro en 1954, aunque se editó en revista el año anterior.
    «La máquina de la eternidad» no es un mal libro. De hecho es de los pocos que habla sobre la situación de Caza de Brujas que existía en aquella época.
    Por cierto, de los Premios Nebula también queda uno, curiosamente el año que «Hyperion» ganó el Hugo (¡ni siquiera fue finalista!)

  4. Intentar adivinar el por qué de una votación que tuvo lugar hace más de medio siglo con las herramientas que tu y yo utilizamos, Juanma, no deja de ser una entelequia. Yo, sinceramente, creo que el problema vino de la cortedad de miras tan típica del fandom para la cual Soy leyenda era terror y, por tanto, no contaba. Tú señalas posibilidades de politiqueos internos del fandom y sus guerras, de complejos y desagravios que no digo yo que no sean verdad pero tan difíciles de probar con mi tesis.
    En cualquier caso a mi no me interesa saber si Heinlein perdió injustamente y luego se lo dieron por desagraviarle, por poner un ejemplo tuyo, a mi me interesa ver que libros había y señalar hasta que punto el palmarés fue o no justo. Otras consideraciones posible me parecen más secundarias. Cuando he votado en algún premio o Ignotus le he hecho pensando: «este es el mejor libro». Sin más. Puede que sea raro pero creo que es lo más justo. Así que he decidido usar ese mismo enfoque en esta serie de artículos.
    Y «La bestia estelar» es un libro simpático, igual que «Estrella doble», todo sea dicho de paso. Ya veré cual es mi veredicto en el próximo artículo ;)
    Por cierto, mis comentarios sobre la obra de Riley no son tanto personales como reflejo de un rurn run generalizado.

  5. Copio del artículo: «Yo, sinceramente, creo que el problema vino de la cortedad de miras tan típica del fandom para la cual Soy leyenda era terror y, por tanto, no contaba.»

    ¿Como Nunca me abandones o La conjura contra América?

  6. Jurados del I Premio Xatafi-Cyberdark de la Círitica:

    Alberto García-Teresa, Fidel Insúa, IVÁN FERNÁNDEZ BALBUENA, Ignacio Illarregui, Santiago L. Moreno y Cristóbal Pérez-Castejón.

    Novela extranjera ganadora:

    NUNCA ME ABANDONES DE KAZUO ISHIGURO

    Finalistas novela extranjera:

    LA CONJURA CONTRA AMÉRICA DE PHILIP ROTH
    Jonathan Strange y el Señor Norrell de Susanna Clarke
    La mujer del viajero del tiempo de Audey Niffenegger
    Escrito fantasmas de David Mitchell
    Cismatrix de Bruce Sterling

    La leche de corto de miras el fandom autóctono, estando la Saga de los Aznar reeditándose.
    Aunque, en honor de la verdad mi voto fue para Jonatahn Strange.

  7. Cito: «La leche de corto de miras el fandom autóctono, estando la Saga de los Aznar reeditándose.»

    No me refería en este momento a todo el fándom español. ¿De dónde has deducido eso? Solo a tu entrada al hilo de texto de Julián y el diálogo con Kaplan. Todo enormemente contradictorio con tus argumentaciones sobre la cf publicada fuera de fándom, que si no es cf, que si es mala cf… Exactamante lo mismo que cabe deducir de tu análisis sobre Soy leyenda. Algunos no sabéis/queréis ver una nueva orientaciín interesante de la cf.
    De nuevo, algunios leéis en todo una argumentación concreta contra un ataque al fándom español sin que tenga nada que ver con ello.
    Me disculpo por no haber sido más concreto en mi comentario, pero es que acababas de escribirlo.

  8. Estaba siendo irónico, carajo, que esto del internet no es muy emocional que digamos.
    Fernando, si fuí miembro del jurado que le dió el premio a Ishiguro y colocó como finalista a Roth ¿crees que se me puede tachar de fandomita cavernícola?
    Jamás he dicho que esos sean malos libros, son muy buenos y en su día publiqué en mi blog críticas elogiosas pero su parte de CF me parece floja y me resulta más satisfactoria en otras novelas que no gozan de igual reconocimiento. Mira, ahí está Cismatrix, muy bien escrita y CF 100 % ¿crees que ha recibido ni el 1 % del reconocimiento de Roth e Ishiguro? ¿Quiénes son ahora los cortos de miras? (Y no me refiero a nadie en concretro, coño, que es una generalización).

  9. Creo que, como quieres decir, el problema son las generalizaciones. Creo que todos intentamos leer entre líneas lo que no se ha dicho y, por supuesto, nos equivocamos.
    El mejor ejemplo es lo que tú has escrito respecto a nuestros comentarios:

    «Lo que me niego a ceptar es que la CF buena sea la escrita fuera del fandom y la mala la escrita dentro del fandom.»

    A mí también me pasa, de acuerdo.

    Aún así, lo de tu postura en el Xatafi-Cyberdark (no conocía tus votos; cosas de los premios limpios…), me incrementa e incrementa ni sensación de contradicción con lo que escribes en los otros hilos:

    «Sinceramente, si el rescate de la CF viene de libros como los de Roth e Ishiguro prefiero que no me rescaten y me dejen como estoy.»

    Errr… Mí no entender.

  10. Para la entrada:

    Un triunfo y algunos fracasados
    Julián Díez
    25.02.2010 | Reflexiones

    Iván Fernández Balbuena dijo:
    27.02.2010 a las 6:45 pm

  11. ¿Realmente crees que Matheson era alguien de fuera del fandom como Roth e Ishiguro? Esa es la opinión de Juanma, yo no lo tengo tan claro o, por lo menos, habría que matizarlo. Por qué Matehson tiene una obra muy en la línea de la CF de aquellos años, mejor escrita y más original pero igual de deudora de las convenciones de la época y publicada mayoritariamente en las revistas pulp.
    Mi interpretación sobre el rechazo es debido al caracter de historia de terror de Soy leyenda que no encajaba en según que cabezas con lo que era la CF. Pero no olvidemos que el terror es otro género como la CF y, me temo, por aquellos años igual de denostado.
    En cuanto a mi comentario de apaga y vamonos. La CF debe de avanzar por el camino del estilo, en ese sentido debe copiar lo mejor de Roth e Ishiguro pero, en mi opinión, no debe de dejar de lado lo que la hace un género que es es componente puramente CF y que hace que aquí hablemos de La carretera y no de Todos los caballos bellos.
    Los libros del fandom de los que hablaba Joserra pecan de lo primero, Roth e Ishiguro de lo segundo. Ninguno de los dos creo que sea el camino adecuado aunque ambas posturas sean capaces de producir obras de agrado para ssus seguidores.
    ¿Qué estoy pidiendo la cuadratrua del círculo? Ya, es posible, pero de so va la CF de explorar caminos poco frecuentados.

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