Alice Sheldon, o James Tiptree, Jr. como ella quiso que se la conociese en el mundillo de la ciencia ficción, es uno de los mejores autores de cuentos que ha dado el género. Puede que incluso sea el más grande. Y no todo el mundo puede decir eso. Así que su situación editorial en nuestro país es un ejemplo de lo lamentable que es, hasta cierto punto, la edición de nuestro género predilecto. En tiempos hubo disponibles dos magníficas antologías (y también su única novela), pero de eso hace más de 25 años. Ahí es nada. Y hace un par de años se publicó una extensa biografía de la autora, lo que me lleva a preguntarme hasta qué punto se puede llegar a ser parte de un relato de Kafka si uno es español: se publica la biografía de un escritor del que no está disponible en el mercado ninguna de sus obras. En fin…
A veces tengo el sueño de que alguien se atreve con los cuentos completo de Tiptree: son poco más de medio centenar; posiblemente cabrían en un único volumen que se alzaría como un monumento que dijese alto y claro: “Mirad, la ciencia ficción es capaz de hacer cosas como esta”.Pero incluso, en ocasiones, los milagros ocurren. Como, por ejemplo, la edición de este libro. No son todos sus cuentos reunidos, pero sí quince relatos, la mitad inéditos y el resto ilocalizables en antologías y revistas que duermen el sueño de los bibliófilos. Y, para más inri, es el primer libro que publicó Tiptree al inicio de su carrera. En suma, sus primeros pasos como escritora.
Babeé al saber que este prodigio había ocurrido y me lancé gozoso a navegar por sus páginas. El libro me duró una tarde y cuando salí de entre sus páginas, un tanto aturdido, sólo pude corroborar lo que ya me imaginaba: ¡qué buena era esta mujer! Más que buena, ¡qué pedazo de escritora! Que alguien se lance a escribir, como fue su caso, pasados los cincuenta años, tiene bemoles. Que tu primera quincena de cuentos sean maravillosos roza lo asombroso.
Hay aquí un poco de todo: relatos postapocalípticos (“Las nieves se han fundido”), viajes en el tiempo muy originales (“Una eternidad en Bahía de Hudson”, un claro antecedente de La mujer del viajero en el tiempo, o el increíble “El hombre que volvió”, de lo mejor del libro), fantasías amables (“Las puertas del hombre dicen hola”), exploración espacial (“Madre en el cielo con diamantes”), delirios new wave muy bien hechos (“Soy demasiado grande, pero me encanta viajar”, “Sabio en dolor”), feminismo (“Mamá vuelve a casa”), humor desternillante (“Te estaré esperando cuando la piscina esté vacía”), space opera peculiar y encantador (“Os somos fieles, Terra, a nuestra manera”) y muchos ejemplos de primer contacto (especialmente memorable resulta “Y desperté aquí…”) con un abrumador muestrario de aliens de compleja psicología (otra de las obsesiones de la autora).
Vale, en algunos casos se nota que Tiptree está empezando su carrera, hay exceso de sentido del humor (un detalle que me ha sorprendido y mucho), bastantes aliens que se comportan como humanos disfrazados (por ejemplo en “Socorro”) y un clarísimo homenaje/respeto por las fórmulas clásicas del género, las de los años 50 y la era Campbell (puede parecer raro, pero muchos de estos cuentos fueron publicado en Analog). ¿Alguien quiere ver cómo Tipree es capaz de escribir a lo Heinlein? Pues que se lea “Socorro” y “Mamá vuelve a casa”. De paso descubrirá que haber pasado muchos años trabajando para el Pentágono deja su huella.
Es una Tiptree que todavía está aprendiendo su oficio pero en la que es fácil localizar los rasgos que posteriormente se convertirían en su propio e inimitable estilo. Puede que su primer cuento (“Nacimiento de un viajante” de 1968) no sea especialmente brillante, pero cuando se llega a joyas como “Y desperté aquí…” (1972), sorprende el camino recorrido en apenas cuatro años. De hecho, es ya llamativo el cambio tan radical entre el toque humorístico de ese primer cuento publicado (luego repetido) y la seriedad y profundidad del segundo, una dura crítica contra Vietnam (“Súbenos a casa”).
Igualmente me parece más que destacable la conexión con otro autor que también estuvo un tiempo trabajando en el Pentágono, Cordwainer Smith (curiosamente también un seudónimo, el de Paul Linebarger). El estilo y las intenciones de ambos, especialmente cuando se ponen a experimentar siguiendo la estela de la new wave, son verdaderamente coincidentes.
En resumen, un libro casi perfecto, una maravilla, una gozada, una pequeña obra maestra, un libro que no puede faltar en ninguna librería y todos los elogios que se quiera pero que no dejan de señalar en la misma dirección: hay que leer a Tiptree y esta es la única forma de hacerlo hoy por hoy.
Unas últimas palabras sobre la edición. En primer lugar agradecer al Grupo AJEC este regalo: es arriesgado y va contracorriente. Hay que tener narices para atreverse y sólo por eso merece un aplauso. Pero luego está el resultado final, el libro en sí como objeto físico. Podría comentar lo feo de su maquetación y la exasperante abundancia de erratas (especialmente con los puntos y los guiones de los diálogos), pero me centraré donde ya el asunto riza el rizo: la traducción. 250 páginas no parecen muchas páginas y, sin embargo, han sido repartidas entre dos traductores (¿?), uno de los cuales es sensiblemente mejor que el otro (¿¿??), lo que significa que leer algunos cuentos es un placer pero hacer lo mismo con otros es… otra cosa (¿¿¿???). Claro que, además, resulta que dos de los relatos comparten universo y personajes (vamos que uno es una continuación del otro) y, ya es casualidad, cada uno ha sido traducido por un traductor distinto (¿¿¿¿?????). Los resultados finales son, por decirlo suavemente, desconcertantes.
Un borrón que no debería echar para atrás a nadie, porque (y parafraseo a John Clute en su Ciencia Ficción. Enciclopedia Ilustrada): “Un diseño terrible, lleno de erratas, la sensación de desprecio por el producto… uno de los libros peor publicados jamás. Pero los relatos son la mejor antología de debut de un escritor de CF moderno. [Los cuentos] son románticos, atrevidos, intrigantes y llenos del conocimiento de que la muerte está al final (…) un primer libro que sigue siendo un artículo de coleccionista.”
Como para no comprarlo y leerlo. Me voy a la librería ahora mismo… :-)
Solo una aclaración:
En principio solo iba a haber un traductor, lógicamente; pero a mitad de traducción la dejó colgada con varios de los relatos por traducir, y tuvimos que buscar a otro traductor (traductora) para rematar la traducción, tan secillo como eso.
Lo lógico hubiera sido que la nueva traductora tradujera todos los relatos de nuevo, para mantener la uniformidad, pero significaba pagar dos veces por el mismo trabajo, y por desgracia no podíamos permitirnos el dispendio.
Gracias por la crítica; si no pasa nada, habrá más sorpresas de Tiptree a medio plazo :)
¿No se podía revisar la anterior traducción para homogeneizarlas? Bien respetando las decisiones del anterior, bien adaptando la anterior a la nueva.
Una aclaración que es de agradecer. Ojalá hubiera una transparencia similar en otras editoriales.
Y en cuanto al cambio de traductor, se ha ganado con el cambio. La traductora es bastante mejor que el traductor. Y se nota.