por Enric Quílez
¿Gripe A? ¿gripe estacional? ¿pandemia? ¿síntesis masiva de vacunas? Mmm… ¿dónde había oído yo hablar de esto antes? El otro día, repasando mi vieja colección de Asimov Ciencia Ficción, edición Robel, redescubrí en su número once un relato de Nancy Kress titulado «Infracción de patente” que tocaba de manera directa y socarrona -con bastante mala uva- dos temas de plena actualidad: la comercialización de un tratamiento contra una pandemia de gripe y las cuestiones éticas derivadas de la patente de genes de una persona.
Todos hemos vivido un intenso bombardeo sobre el tema de la gripe A, sus teóricas y temidas consecuencias -que han quedado en general en caldo de borrajas- y sobre los efectos adversos de los coadyuvantes de las vacunas que se han desarrollado para inmunizarnos ante este mediático virus. Las vacunas, aparte de la carga vírica o bacteriana atenuada o muerta que sirven para que nos inmunicemos, llevan una serie de aditivos -los coadyuvantes- que estimulan al sistema inmunitario. Al parecer la dosis de estos aditivos en las vacunas de nuevo cuño era muy superior a la habitual, cosa que podría generar algunos efectos secundarios indeseables en una minoría de los pacientes.
Nancy Kress nos avisaba ya hace unos años de un fenómeno similar, sólo que ella lo enfocó desde el punto de vista de la ética y de la ingeniería genética. De hecho, si la memoria no me falla, el caso que describe el relato es calcado de un juicio entre un campesino y la compañía de semillas transgénicas Monsanto.
Schmeiser, un campesino canadiense encontró en el 1997 entre sus cultivos algunas plantas resistentes al herbicida que utilizaba. Al parecer, estas plantas eran una contaminación proveniente de cultivos transgénicos cercanos. Pero lo surrealista del caso es que fue Monsanto quien demandó a Schmeiser por haber sembrado ilegalmente sus semillas bajo patente, sin pagar los correspondientes royalties y, contra toda lógica, Monsanto ganó.
Esto demuestra que sigue siendo bien cierto aquello de que la mejor defensa es un buen ataque y que en cuestiones de ingeniería genética, estamos todavía muy lejos de desarrollar un código ético aceptado más o menos universalmente para evitarnos situaciones embarazosas.
En fin, que conforme las industrias biotecnológicas se vayan desarrollando y acaparen sectores cada vez más importantes de nuestra economía, si el legislador no lo remedia, nos vamos a ver en aprietos ético-legales con mayor frecuencia. Por otro lado, sin pretender entrar en paranoias conspiratorias, no dejo de tener la sensación de que todo el jaleo de la gripe A y la dichosa vacuna no han sido sino un ensayo para futuras comercializaciones de productos sanitarios a escala global.