Puede que Anatema sea un buen libro de ciencia ficción, pero estoy casi seguro de que no es un buen libro a secas. No es la clase de libro que puedas dejar a un lector no iniciado. Por muchos motivos. Sin embargo para el aficionado típico va a convertirse en el típico título que amas u odias.
En una sinopsis rápida podríamos decir que Anatema trata la historia de un planeta muy parecido al nuestro en el que los científicos viven aislados en “concentos” siguiendo una vida monástica completamente laica. Hasta que los acontecimientos precipitan una serie de cambios en una vida hasta ese momento retirada y tranquila que obliga al protagonista y narrador en primera persona a salir al mundo real. Bueno, precipitar, precipitar… En torno a la página 150 es cuando sucede todo esto.
Hasta ese momento tenemos una explicación pormenorizada y detallada de la vida “monástica” que logra su cometido: demostrarnos lo aburrida que puede llegar a ser. Anatema tiene 720 páginas (incluyendo apéndices, glosario y notas del autor) y Stephenson tiene que llenarlas de alguna manera. Y una de las que más emplea es un recurso literario típico de la ciencia ficción hard: el “diálogo socrático”. Un alumno torpe y preguntón que recibe lecciones de su profesor sabio y brillante, vaya. Stephenson no sólo usa este recurso, abusa de él. Incluso en un momento dado te explica los tres o cuatro tipos de discusiones posibles que se pueden entablar. La mayor parte de la historia, de hecho, son discusiones filosófico-científicas sobre los temas más variados, en los que se pueden reconocer las ideas más básicas con un nombre distinto (el mito de la caverna de Platón, la navaja de Occam…). Para el que guste de la filosofía, especialmente la de la ciencia, una gozada; para el que no, un aburrimiento.
Otro problema (o ventaja, dependiendo de cómo se mire) es que durante estas primeras 150 páginas Stephenson te mete de lleno en el mundo de Arbre sin paracaídas. Términos que nunca habías oído se emplean como si fueran moneda común. Luego te das cuenta de que esas cosas tan exóticas en el fondo son objetos fácilmente reconocibles de nuestro mundo o al menos paralelismos. Otro recurso típico de nuevo en la ciencia ficción, la inmersión lingüística, es otra de las muchas armas de doble filo de Anatema. Aunque en virtud del final del libro, hay que reconocer que debe apuntarse en la columna de aciertos.
El caso es que una vez el lector ha logrado superar el escollo del inicio (en el que parece que el señor Stephenson quiere hacernos practicar el noble deporte del lanzamiento de peso con el volumen en tapa dura) la cosa mejora. La acción es más… bien, hay acción. El libro se torna francamente interesante hasta que sufre un inexplicable bache en el que vuelven a surgir los mismos problemas de ritmo que lastran el inicio. Sólo que los temas de discusión se vuelven mucho más complicados. Pasadas estas 100 páginas la historia acelera de nuevo hasta llegar a un final un tanto anticlimático después de tanta grandiosidad.
Sin embargo no son los bajones de ritmo lo que más lastra a Anatema. Es el estilo. No sé si es el mismo Stephenson de Snow Crash (obra juvenil en palabras de Miquel Barceló en el prólogo, cada cual que saque sus conclusiones) o La era del diamante. Los grandes conceptos, las alegorías están ahí, pero escondidas. Dado que parece que por obligación tiene que rellenar grandes tochos se dedica a describir de forma minuciosa cada nueva situación, lo que propicia la lectura en diagonal. Y como muchos autores sufre del síndrome de querer demostrar todo lo que sabe aunque no sea necesario. Lo que es un craso error.
Leyendo la reseña uno podría pensar que es una mala obra, o que su nominación al Hugo y victoria en el Locus sea inmerecida, y tampoco es así. No es un producto para todos los paladares, simplemente. El disfrute depende de la predisposición del lector hacia los temas que Stephenson trata. Si eres de los que le gusta la filosofía de la ciencia, bienvenido al paraíso. Si no, tómalo en los brazos y piensa en lo que pesa. ¿Te recuerda un ladrillo? Es probable que te lo parezca.
11 comments
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Una pregunta: ¿es divertido?
Te lo digo porque si es divertido lo mismo me animo. Me reí un huevo con el Criptonomicón, para mí es una novela de humor (que es lo que mola). Curiosamente, en esa novela la entrada era varias páginas sobre la construcción de un órgano, una pequeña introducción a Turing y otras varias de analogía órgano – computador de válvulas. Lo bueno de escribir tantas páginas es que si te saltas 60 no pasa nada. Enfín, vuelvo a la pregunta: ¿Te ríes con Anatem?
No diría que te ríes o que es gracioso, me parece que Stephenson pretende ser más trascendental que en otras obras suyas. Sí hay momentos en los que sonríes, pero menos por ejemplo que en Snow Crash.
Es cierto sin embargo que a pesar de su paginitis y sus caídas de ritmo tiene ratos bastante pasapáginas. Como digo hay a quien le ha fascinado, pero creo que depende demasiado de la predisposición y gustos del lector.
¿Neil?
Yo voy a día de hoy por la página 115 y leer las primeras 60 es un «acto de fe». En esas primeras páginas hay veces que sencillamente no te enteras de nada porque en un párrafo de 40 palabras hay 10 que son propias de ese mundo.
Yo decidí continuar leyendo por 2 razones:
1) Porque me he leido el Criptonomicón y el Ciclo Barroco y disfrute como un enano.
2) Porque he hecho trampas y de vez en cuando, cuando no me enteraba de nada, abría el libro por la mitad y leia un párrafo y notaba que en ese punto ya no se abusa de términos inventados y su compresión es notablemente mayor.
Lo dicho, voy por la 115 y empiezo a ver como el mundo que se describe empieza a salir de las tinieblas, empiezo a enterlo y empiezo a difrutar de esas discusiones filosóficas y científicas… pero hay que tener fe en Neal, en ocasiones mucha :-)
Yo me leí Cryptonomicon y debo decir que me pareció pretencioso y aburrido y sigo con la impresión de que el único objetivo del libro era impresionar a los lectores con todo lo que Stephenson había aprendido sobre criptología y computación.
Como había leído buenas críticas de Anatema lo compré cuando lo publicaron en inglés y tengo que admitir que mi capacidad de aburrirse se agotó antes de llegar a la página 100. Alguien debería explicar a ciertos autores de ciencia ficción y fantasía que no es necesario dar detalles de cada objeto extraño que un personaje se encuentra en su camino: se supone que para el personaje no es extraño y para nosotros no es necesario. Eso sí, vi que Stephenson sigue igual de pretencioso a pesar del paso de los años.
Es el problema de creer que la cf es especial, y ajena por ello a ciertas valoraciones literarias. Lectores e incluso críticos del género siguen afirmando a veces aquello de «es un buen libro de ciencia ficción», aunque sus valores literarios sean dudosos. A veces incluso se da la inversa. Yo estoy en total desacuerdo con lo que eso conlleva.
Gracias por la corrección, cp1. Ya está bien.
No deja de sorprenderme que Anatema tenga tantos seguidores. He leído por ahí que es incomprensible que no ganara el Hugo. Para mí sucede lo opuesto, hubiese sido incomprensible que lo ganara. Parece en ocasiones que el autor quiere que no lo termines, y se excusa diciendo que no quiere un lector perezoso.
Ya digo que tiene momentos verdaderamente interesantes y que cuando terminas te hacen pensar que hay buenas ideas detrás de todo ello (lo suficiente al menos como para querer consultar los libros que menciona en el apéndice como inspiración), pero parece que ha querido hacer un ensayo novelado especialmente denso más que una historia de ficción.
Quizá sea el síndrome de «mira todo lo que sé, lo que me he documentado», pero vamos, como obra literaria en sí diría que es tirando a mala. Como la famosa «literatura de ideas», tiene más valor. Aunque como dice Kaplan, eso no es excusa.
Bueno, pues ya lo leí.
Para mí este es el libro del año. Ni más ni menos. No es que sea bueno como CF, es un gran libro. Qué exige mucho al lector, pues depende del lector. Historia rompedora, contexto innovador, multiplicidad de lecturas. Personalmente, que alguien me diga mira todo lo que sé sobre tal o cual no me molesta lo más mínimo mientras sea verdad lo que sabe y me interese tal o cual tema. Un libro apasionante. Y por encima de todo, NS es una gran prosista, capaz de llevarte de la mano por sitios áridos con amenidad y sentido del humor.
Me ha encantado el libro, aunque entiendo que puede parecer pesado en algún momento, pero, y sin entrar a comparar la calidad literaria del mismo ¿no es lo mismo que pasaba con los interminables pasajes en latín de «El nombre de la rosa», por ejemplo? Para mí, todas las peroratas científicas y filosóficas han sido muy interesantes, y precisamente la parte de «acción» es lo que menos me ha «emocionado». En «La era del diamante» me pasó algo parecido: me gustaban los conceptos generales del libro, pero el desarrollo me pareció confuso y el final totalmente anticlimático. En «Anatema», al centrarse tanto en el «fondo» de la historia, ha conseguido para mi gusto un libro más redondo.
Me encantaron también Criptonomicón y El Ciclo Barroco, a todo esto.