por Enric Quílez
Acabo de ver el final de la serie Galáctica: Estrella de combate y debo reconocer que me ha dejado muy buen sabor de boca. Aparte de muy buenos guiones y muy buenas interpretaciones, si por algo pasará a la historia esta serie es por combinar un tema clásico de la ciencia ficción como es la inteligencia artificial con otro mucho más tradicional como es la religión, de una manera nueva y sugerente. Aunque yo me quedo con el maravilloso capítulo de El enano rojo en que un androide y una tostadora inteligente discuten sobre el cielo del silicio, que es donde van a parar todos los electrodomésticos cuando mueren, a diferencia del cielo de los humanos, que es una cosa que se inventaron los pobres para que no se volviesen locos pensando en que la muerte era algo irreversible.
En Galáctica: Estrella de combate se dedica mucho tiempo a poner énfasis sobre la posibilidad de que los cylon humanoides sean algo más que simples máquinas. ¿Tienen alma? Y si la tienen, ¿es consecuente que tengan su propio Dios? El elemento religioso y místico baña toda la serie.
Por supuesto, la ciencia ficción ha tratado el elemento religioso muy a menudo y de múltiples y variadas formas. Desde el complejo universo de Dune, de Frank Herbert, a la informe «fuerza» de Star Wars, pasando por relatos tan maravillosos como «El camino de la cruz y el dragón» de George R. R. Martin o el polémico Un caso de conciencia de James Blish.
Este último, precisamente, y el tratamiento que hace del pecado original, me han venido a la mente hace poco. El astrónomo oficial del Vaticano ha declarado que «los extraterrestres, de existir, podrían estar libres del pecado original». ¡Vaya por Dios! ¡A ver si los humanos no sólo hemos sido expulsados del Edén, sino que encima vamos a tener que competir con los hermanitos virtuosos de la galaxia de al lado!
En cualquier caso, si alguna vez me encuentro con un extraterrestre y consigo comunicarme con él de manera fiable, os aseguro que si es por mí, las discusiones teológicas van a tener un nivel de prioridad muy bajo. A menos que se trate, claro, de una araña sawyeriana salida de El cálculo de Dios.
Pues para mi el final de Galáctica se queda un tanto flojo al dejar que líneas argumentales muy importantes se reduzcan a un deus ex machina un tanto torticero. Ahora bien, coincido plenamente en que durante las cuatro temporadas de la serie, se aborda el tema de la religión y la creencia en lo sobrenatural de un modo muy interesante, sin caer en clichés o prejuicios vacuos.