Scott Baker es uno de los autores de fantasía revelación en la actualidad gracias a su trilogía El Príncipe de Nada, que ha recibido el beneplácito de una buena parte de los lectores del género y pertenece a la línea renovadora de otros autores como George R.R. Martin o Steven Erikson. Una de las particularidades de esta saga es que su trasfondo está muy vinculado con conceptos filosóficos e incluso psicológicos. No es de extrañar por lo tanto que en su siguiente novela haya saltado directamente a la ciencia ficción.
Neurópata pertenece claramente al subgénero hard, debido al gran peso de la especulación científica en su desarrollo y al especial cuidado con la que se expone. Según comenta el autor en el epílogo, todo lo que ocurre en ella es perfectamente factible, lo cual resulta bastante inquietante como veremos.
Como suele ser habitual en este género, Baker escoge los mecanismos del thriller para desarrollar su novela, y por ende sus hipótesis. En un futuro muy cercano, un neurólogo experimentado comienza a realizar una serie de crímenes macabros en los que, mediante la manipulación del cerebro de la víctima, la introduce en una especie de pesadilla crónica. El protagonista, un investigador especialista en el área de la psicología, se verá envuelto en este caso al tener que ayudar a un equipo de agentes del F.B.I. a detener al psicópata.
Barker no disimula en ningún momento que todo este entramado no es más que el vehículo para un ejercicio de especulación. El autor lleva al extremo más insano uno de los principales terrores metafísicos de la humanidad, ¿y si en el fondo nuestra individualidad no es más que una ilusión?, ¿lo que somos está enteramente motivado por cuestiones fisiológicas ajenas a nuestra voluntad? El psycho-killer de turno trata de demostrar mediante experimentos macabros que nuestro cerebro no deja de ser una máquina, que se puede programar y que por lo tanto conceptos como el alma no son más que engaños que tratan de negar tan dura realidad.
Aunque formalmente Neurópata es muy diferente de la trilogía del Príncipe de Nada, es llamativa su coincidencia en su sustrato filosófico. Khellus, el protagonista de la trilogía, posee unas habilidades de dominación conocidas como “Logos”, que le permiten dirigir el comportamiento de las personas gracias a un conocimiento profundo de “lo que precede”, es decir, cómo es la persona y cuál es su contexto. El acercamiento de Neurópata al comportamiento sistémico de nuestra mente es similar, aunque realizado de forma más cruda y llegando hasta sus últimas consecuencias.
Una de las grandes virtudes de Príncipe de Nada era que lograba integrar su discurso filosófico como una parte fundamental de la novela, sin que por ello dejara de ser una excelente obra de género. Desgraciadamente Neurópata, a pesar de lo interesante que es el dilema que plantea, es una novela de ciencia ficción bastante floja. Su principal problema es la repetición de tópicos del psycho-thriller y giros forzados que hacen que la novela parezca una película de serie B en algunos momentos. A eso hay que sumarle unos personajes que la mayor parte del tiempo no tienen otra función que discutir sobre las diferentes hipótesis del autor.
El valor de la novela se encuentra en lo inquietante de su discurso, pocas veces encontramos un planteamiento tan directo, sin pelos en la lengua, de cuestiones tan espinosas. Tras su lectura os encontraréis cuestionando algunos de los principios metafísicos que teníais ya asumidos. Probablemente seáis más felices si no lo hacéis, pero entonces ¿para qué leéis ciencia-ficción, si no?
Coincido plenamente con todo lo que dices. Neurópata podría haber dado mucho de sí si la historia en la que está inscrita el Monólogo Hard fuera otra completamente distinta. Como dices coinciden «filosoficamente» su trilogía de fantasía y este libro en la idea central del sujeto absolutamente consciente y por ende manipulador. Sin embargo no es sólo que en El príncipe de Nada todo el discurso filosófico está perfectamente fusionado con la historia que se cuenta, sino que la naturaleza misma de su narrativa hace necesario el favorecer algún tipo de empatía con cuanto ocurre y especialmente a quién ocurre.
Neurópata debería haber hecho uso de eso mismo, pero es tan cosmética y frágil su historia, tan funcionales los personajes (muchos de ellos básicamente son resortes conceptuales: están como perchas), que lo que debería ser aterrador en todos los aspectos sólo lo es en términos teóricos. Te horrorizas egóticamente si acaso pero te importa tres narices qué ocurre con esos personajes. No conmueve ni logra aterrorizar apropiadamente justamente por ese toque de cartón piedra que tiene.
Con todo el discurso intelectual, el hard y todo eso da muchísimo de sí, como relatito periodístico de la desnuda verdad que vamos atisvando es impecable, pero esto no es una revista de fin de semana de un periódico sino una novela, y en ese sentido simplemente no llega a la altura.
Fallida pero interesante.
Salud!
Efectivamente, esta novela ejemplifica de manera harto elocuente el problema que aqueja a muchas novelas de cf hard, se centran tanto en la elucubración científica que se olvidan de que, ante todo, hay que narra una historia, y en este caso, la historia no pasa de guión de película de sobremesa en Antena 3.