Recomendar o ningunear

Con motivo de la festividad del día del libro, una persona con influencia en el mundillo envió una circular de "libros recomendados" para ese 23 de abril. La lista estaba bien, y me permití contestarle que podía añadir otro que era asimismo novedad muy recomendable. Poco después recibí un email en el que me notificaba que jamás recomendaría libro alguno publicado por ese editor porque hace años publicó uno de otro autor, en pésima traducción y edición.

Me quedé bastante estupefacto. Es decir, como decía un clásico, "por un perro que maté, mataperros me llamaron". No dudo que el libro mencionado por esa persona estuviera mal editado; lo ignoro, pero aceptaré que así sea (ya sabemos cómo funciona el mundo editorial hoy día: suele editarse demasiado con el culo). Ahora bien, ese libro –y otros que he leído del mismo editor– estaban correctamente editados y traducidos. ¿Por uno –o acaso sólo por ese– se condena a toda una editorial a no recomendar una novedad interesante de su catálogo?

Inmediatamente, como tengo ya casi 59 años y a esa edad uno ha visto demasiado, me acordé de una escena de la comedia Mosén Ventura, interpretada por Capri allá por 1967. Cuando mosén Ventura recibe a las postulantas de San Pancracio y una de ellas le dice que ponen mucho interés en adornar al santo, mosén Ventura les dice que "a lo mejor es que tienen comisión"; escandalizada, la postulante dice que "cómo puede pensar eso, oh, y menos con un santo como San Pancracio", mosén Ventura le replica que "¿Quiere decir que a lo mejor con otro santo no…?". En resumen: al final las "recomendaciones" y los ninguneos, ¿se resumirán en una… ah… presencia o ausencia de… comisión? ¿O es un puritanismo/purismo llevado al extremo?

Como es bien sabido, por discutido aquí y en otros lugares, todos estamos hartos o decepcionados con ciertas maniobras de Minotauro; a muchos, demasiados lectores y aficionados, les fastidia o produce risa la colección Nova de Ediciones B; y La Factoría se ha destacado por ofrecer pésimas ediciones (Ruido de pasos) y algunas verdaderamente de juzgado de guardia (Todos sobre Zanzíbar). Pero dudo que nadie con dos dedos de frente "mate al mensajero" y condene toda la producción de un editor al ninguneo por editar mal, por ofrecer libros que no interesan o por ser unos chapuceros. El libro merece un respeto -aunque el editor no se lo tenga- y el lector merece ser informado -¡y tiene derecho a serlo!- de esa novedad que puede gustarle, entretenerle, sorprenderle. Ningunear a un editor "porque editó mal una vez" (o aunque hayan sido diez), y negarse, desde una posición de poder, a recomendar sus libros en una fecha más o menos destacada, sinceramente me huele muy mal.

Incluso si se hace por razones altruistas (?) o de purismo, me parece rematadamente mal. Por supuesto que todos somos libres de hacer -y recomendar- lo que nos parezca. Pero no seré yo quien, aun habiendo criticado ferozmente las chapuzas de La Factoría, despotricado contra ciertas torpezas de Minotauro, o cachondeado de la línea de libros de Nova, me niegue a recomendar un libro (o veinte) de cualquiera de estos editores si creo sinceramente que al lector le puede interesar o el libro en cuestión me parece notable. Hacerse el purista o el ofendido en el mundo del libro por razones semejantes es un poco necio, la verdad. Condenar a toda una editorial y su producción por un libro (o veinte) mal editados, es también un poco necio. Porque, la verdad, y por diversos otros motivos, me creo mucho más que se trata de una… ah… cuestión de "amiguismo", "comisión", "favoritismo", que no de otra cosa.

Critiquemos todo cuando sea necesario la mala edición de un libro, cuando se produzca, pero no seamos tan necios de boicotear o ningunear una buena novela, un buen libro, por peregrinas (y a la postre sospechosas) razones.

9 comments

  1. Supongo que debe resultar difícil ver esas joyas que según entiendo editan esas editoriales tan buenas y profesionales que todos disfrutamos sin mesura.

    Yo todavía tengo que ver alguna, claro que como suelo mantener una distancia prudencial (unos 5 metros) con esos artefactos con forma de libro, pues tampoco soy el más indicado para encontrarlas.

    Que alguien recomiende buenos libros (y si son de editores que editan con el culete, mejor; querrá decir que han empezado a ocuparse de lo que ponen en las librerías en vez de sólo ocuparse de poner «lo que sea» a la venta, o bien que se han equivocado y rompiendo todos sus esquemas les ha salido un libro redondo) siempre será música para mis oídos.

  2. No sé si lo que sucede con las malas traducciones de buenos libros es comparable al mundo de las ediciones en DVD. En éste nos solemos encontrar con buenas películas editadas de forma espantosa por distribuidoras que parecen salir de debajo de las piedras (mala imagen, mal sonido, formato erróneo, ausencia de subtítulos en español,…). Lo malo de esto es que una película que en manos de otra distribuidora cubriría unos mínimos, en manos de éstas resulta un producto decepcionante. Tienes la película, sí, pero en muy malas condiciones mientras sabes que en USA, por ejemplo, existe un copia decente del mismo título.

    El mal que se produce es que ese título ya aparece en el mercado, cubre esa demanda, y se vende. Es difícil que alguna otra distribuidora edite de nuevo ese título si ve que los posibles compradores de esa película ya la han comprado y será bastante improbable que repitan y compren de nuevo lo mismo.

    Como decía al principio, no sé si en el mercado editorial puede suceder algo así: que la mala edición de una novela no sólo entrega una mala copia del original sino que, a su vez, anula la posibilidad de que ese título se edite en buenas condiciones de nuevo.

  3. Exacto, Manuel: en el mundo del DVD ocurre eso que dices, ediciones infames de películas imprescindibles, curiosas o simplemente buenas. A veces incluso se simultanea la infame con la correcta a través de distintos editores –algo muy extraño que no he podido descubrir a qué se debe: ¿diferentes poseedores de derechos de autor? Es posible–. Ya hay quien por el grito en el cielo por eso, y, atención, ¡ningunea! No pocas publicaciones de cine ningunean deliberadamente a cierta editora en DVD que tiempo atrás editaba productos en infames condiciones –lo de menos casi era la ausencia de subtítulos: el sonido de doblaje español era ininteligible, la copia borrosa, etc. etc.–, ahora ofrece una línea de películas en condiciones correctas, de películas la mayoría de ellas grandes clásicos o títulos muy a tener en cuenta, pero que los «puristas» ningunean (¿ausencia del correspondiente «servicio de prensa»? ¡Es que éste es otro caso! Hay quienes solo hablan de lo que les mandan los editores y desdeñan lo que no, porque de editoras igualmente pésimas sí ofrecen información o reseñas…).
    En el mercado editorial, para volver al asunto, una mala edición no significa que no pueda corregirse adecuadamente. De hecho, conozco casos en que se hacen reediciones corrigiendo errores cometidos –esta misma semana he visto un caso–. Pero, claro, depende de la seriedad y responsabilidad del editor. Muchos de ellos son serios y responsables. Otros no. Porque cierto editor pudo remediar los disparates cometidos por La Factoría con el libro de Bruner, «Todos sobre Zanzíbar», pero según se me informó posteriormente, al final el libro salió tal cual en esa colección de kiosko –si mis informes no me engañan: no lo comprobé–. De ser así, de ser cierto que PlanetaDeAgostini editó la obra con las mismas chapuzas que venían de La Factoría sin corregir ni una coma, entonces se puede hablar de negligencia deliberada, puesto que encargaron una corrección de la misma… y que, como digo, al parecer luego no se vio plasmada en el ejemplar de PlanetaDeAgostini. Si es así, estoy en condiciones de explicar el porqué: había demasiadas correcciones que incluir y les dio pereza. Tal cual

  4. Al final la recomendación de un libro va a tener como ser pedir un vino en un restaurante:

    – Oui, monsieur?
    – Mire, póngame un Zanzíbar de Brunner para ir abriendo el apetito…
    – Tenemos una edición de Factoria del 2003 que tal vez sea de su gusto.
    – No, no, prefiero un Zanzíbar del 87 en Acervo.
    – Y para acompañar, ¿qué tal una secuela del Código da Vinci, un Brown recientito?
    – Puaggg, ¿está usted de broma? Si eso, póngame unos cuentos de Caviar de Sturgeon.

  5. Afortunadamente, conservo el Zanzibar de Acervo, así que no puedo opinar de esa edición, pero siendo de la Factoría, es muy probable que en kiosko habrá salido exactamente igual. El mayor éxito de ventas suyo hasta ahora ha sido La ecuación Dante, de Jane Jensen. Quise hacer la reseña para la revista Solaris (perteneciente a la propia Factoría), y les pregunté, a través del director, si al libro le faltaba algo, porque el final me parecía muy abrupto. La respuesta fue que no. Luego pude comprobar que estos se habían comido el epílogo. Ese libro tuvo unas 20 reediciones, y fue traspasado después a otros tres formatos distintos (puede que incluso saliera en Círculo). Jamás fue subsanado el error. Las casi 30 reediciones totales carecen de ese epílogo. Eso no es un error, eso es voluntario, eso es no querer solucionarlo. Nadie en este país ha leído ese libro entero en castellano.

  6. Es que esa es gordísima. Debe dejar muy satisfecho hacer tropecientas ediciones de una novela que dejas inconclusa y no le pones remedio.

    Más. Recientemente B ha reeditado «Los cantos de Hyperion» y por lo que comentan los que han picado contiene las mismas erratas que las ediciones previas de bolsillo y rústica. Una edición de supuesto coleccionista que contiene los mismos errores tipográficos que la primera edición de hace casi veinte años. Y quien habla de B habla también de Minotauro, que ha hecho lo mismo (o no ha hecho lo que tenía que hacer) con la reedción en rústica de «Tiempos de arroz y sal» o hace un par de años con «El Prestigio». Letra sobre letra la misma primera edición tal y como salió sin importar las veces que haya sido reutilizado por en medio.

    Entiendo la postura de Juan Carlos pero hace tiempo que me he convertido en un fundamentalista. Tragar con estas ediciones es aceptar que siga pasando. Menos mal que se les acaba el agosto. Con la llegada del libro electrónico van a cambiar muuuuuuuchas cosas.

  7. ¿De verdad Nacho crees que el libro electrónico va a tener éxito?.

    Por lo menos, algunas de esas editoriales tan denostadas publican con asiduidad (y bastantes títulos de forma correcta, que sólo nos acordamos de los malos) que si nos tuvieramos que aguantar a que otras lo hicieran estariamos aún leyendo a Asimov y Clarke.

    Y por cierto, en literatura general hay también novelas mal editadas a porrillo, y caras a más no poder (el de McCarthy, por ejemplo).

    Por cierto, yo estoy a favor de lo que indica JuanCarlos.

    Saludos

  8. La denuncia del libro/edición defectuosa debe hacerse siempre, pero no castigar al editor con el ninguneo. Más irritante aún es la absoluta indiferencia con que ciertos editores reciben el aviso de defectos en sus ediciones o avisos de posibles errores a cometer. En su día, comenté en mi blog la chapuza de la edición de «El criminal» en Jucar, años ochenta. O el traductor se olvidó de traducir la última página del inglés, o al linotipista se le perdió, o al impresor se le olvidó. Avisada de ello una editorial que se disponía a reeditar las novelas de Thompson en orden cronologico, aprovechando las traducciones anteriores, no hicieron el menor caso ni tomaron nota. Afortunadamente, la reedición se interrumpió antes de «El criminal». Éste es un ejemplo entre tantos de editores que se pasan el libro por el arco de triunfo. O, más que de editores, de encargados de edición –el editor a veces no se entera de gran cosa–. Denunciarlo a los propios editores es perder el tiempo porque la inmensa mayoría no quieren admitir que han cometido fallos ni aunque se lo demuestres libro en mano. No ven, no oyen no hablan, como los famosos monos. Afortunadamente, lo bueno de internet –a pesar de tanta gentuza que corre en según qué foros– es que se pueden denunciar estas cosas y hacerlas públicas. ¿Sirve de algo? No lo creo, pero…

  9. Supongo Ymyr que todo depende de con quien hables. Tres personas cuya opinión respeto bastante (David Fernández, Marc R. Soto y Julián Díez) coinciden en que está aquí para quedarse y que van a cambiar muchas cosas. Y no son los únicos que lo piensan. Desde luego con los nuevos libros electrónicos que se preparan, y que van a ser mucho más que lectores en blanco y negro de documentos de texto, va a haber mucha gente que se va a pasar a él. Y un plus adicionan van a tener que dar las editoriales para convencerte de que debes pagar x euros por sus libros. Porque editoriales que cuidan sus productos y, por tanto, saben darle un valor añadido hay muy poquitas. Hoy por ejemplo hablo de un libro de Salto de página en el Aburreovejas y hojearle es una pasada. No sé si el contenido estará a la altura, pero como lector me resulta mucho más atractivo que muchas fanediciones de género que se pretenden hacer pasar por profesionales (y varias pseudoprofesionales). Para maldición de sus autores que se merecen un cuidado mayor y que otras editoriales igual de pequeñas sí que les saben dar.

    Lo de editoriales de fuera de género es un hecho. Mismamente a mi me encanta la novela histórica pero estoy hasta las narices de que editoriales como Edhasa me tomen el pelo cada 2×3 con traducciones y correcciones que recuerdan los tiempos gloriosos de La Factoría. Aunque, qué quieres que te diga. Con sus detalles, leí «La carretera» de principio a fin sin que nada me sacase de su lectura, algo que no puedo decir que me ocurra con otros libros de género publicadas por esa editorial y otras que cardan una pila de lana…

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