Lucky Starr, el ranger del espacio, de Isaac Asimov

Introducción de Julián Díez

Alfredo Benítez Gutiérrez (1963-1998) fue uno de los principales colaboradores de Nueva Dimensión en materia de reseñas de libros, cuando a partir del número 120 se convirtieron en uno de los integrantes básicos de la publicación. Después, se mantuvo parcialmente activo -fue una de las primeras personas del fandom con las que tuve contacto por vía postal-, pero no dejó una obra reseñable hasta que trabó contacto con su paisano jerezano, Luis García Prado, y se convirtió en el motor ideológico de la conversión del modesto fanzine Un fantasma recorre Andorra, primero en El fantasma, y luego en Artifex.

Como otras de las personas activas en el campo en aquella época, Alfredo no era una persona de fácil sociabilidad. Sin embargo, era tremendamente amable y desinteresado, y desarrolló unas ideas progresivamente claras sobre la necesidad de elevar el listón de exigencia en las publicaciones y en el juicio hacia las obras del género. Sin embargo, esa personalidad singular le impidió exponer con claridad sus opiniones, y le restó también audiencia.

Falleció de forma prematura, en un accidente de tráfico, aunque lo cierto es que su salud era delicada tiempo atrás. Sus amigos gaditanos le homenajearon con una web todavía hoy abiertan (aunque las páginas de Geocities están en vías de extinción), en la que se recogen algunos de sus textos más destacados.

Como reseñador, comenzó a publicar con menos de veinte años, y sus opiniones pasaron de una ortodoxia clásica a una progresiva maduración con mayor amplitud de miras. El presente texto, que se publicó en el número 130 de Nueva Dimensión en 1981 -escrito, por tanto, cuando Benítez tenía 17 o 18 años-, supone un acercamiento repleto de información a unas obras de Isaac Asimov hoy prácticamente olvidadas, pero que tuvieron incontables reediciones en su momento y sirvieron de iniciación en el género a muchos lectores. Por cierto, para la mentalidad actual, la reseña sería casi impublicable por su extenso detalle del argumento.
 

Entre 1952 y 1958, Isaac Asimov escribió una serie de seis novelas juveniles –David Starr: Space Ranger; Lucky Starr and the Pirates of the Asteroids; Lucky Starr and the Oceans of Venus; Lucky Starr and the Big Sun of Mercury; Lucky Starr and the Moons of Jupiter; Lucky Starr and the Rings of Saturn– que sería conocida como la serie de Lucky Starr. Estas novelas tienen la particularidad de haber sido firmadas con el seudónimo de Paul French, algo realmente excepcional en Asimov. Su propósito al escribir la serie, aparte de distraer al público juvenil al que está principalmente destinada, era dar una visión panorámica del sistema solar tal y como era conocido por la ciencia de los años cincuenta y hacerlo de la manera más interesante posible. Las novelas fueron reeditadas en los años 1971 y 1972 bajo el propio nombre de Asimov e incluían cada una su introducción, en la que éste da cuenta de los nuevos descubrimientos de la astronomía que invalidan las descripciones de los escenarios donde transcurre la acción -Asimov ya se quejó de esto preguntando: “¿Y qué puedo hacer sino decir que me gustaría que los astrónomos pusieran para empezar las cosas claras?”-, ya que los textos pemanecieron intactos. Precisamente la novela que nos ocupa fue la primera de la serie que fue publicada en español, con el título de Lucky Starr, en la antigua Nebulae -número 43, 1959-, aún bajo el nombre de Paul French. Ya firmada por Isaac Asimov y con las introducciones citadas, la serie fue publicada íntegramente por Bruguera dentro de la colección Bolsilibro Club -números 42, 51, 52, 65, 73 y 75, 1976 y 1977-. Es de lamentar que la editorial, dando muestras de una incoherencia títpica de las editoriales españolas, no respetase el orden cronológico de las novelas al publicarlas, cosa que parece dispuesta a repetir.

El ranger del espacio, como primera novela de la serie, se centra con particular atención sobre la descripción de los personajes que la protagonizan: David Starr y John Bigman Jones. El primero es un joven recién ingresado en el Consejo de Ciencias -organismo paragubernamental de gran influencia en la administración- que quedó huérfano a los cuatro años y fue criado por los dos mejores amigos de su padre, que fueron condiscípulos y compañeros de este. Sus características son las de alto, fuerte, guapo, simpático y genial. Bigman es un duro colono marciano que ejerce la profesión de sembrador y que apenas supera el metro y medio de estatura. Esta insuficiencia es compensada por Bigman con un carácter recio y franco que contribuye a que David Starr se haga rápidamente amigo suyo.

La acción comienza cuando David Starr contempla en un restaurante, mientras espera a uno de sus padrinos, como un hombre muere envenenado. Sus tutores le revelan que ya han ocurrido 200 muertes de las mismas características, y que lo único en común entre todos los fallecidos era que hacía apenas cinco minutos que habían ingerido algún producto proveniente de los huertos marcianos. David Starr va a Marte para investigar sobre el terreno y consigue trabajo en un huerto, haciéndose pasar por un fugitivo de la Tierra, consiguiendo también que Bigman sea readmitido, ya que se le despidió por ver lo que no le convenía y contarlo. Las aventuras se suceden rápidamente, se produce un intento de asesinato contra David Starr, y este mata accidentalmente a uno de los capataces del huerto durante una pelea. Posteriormente desciende a una de las profundas grietas de Marte buscando una conexión entre ellas y las grandes cavernas que los estudios sismológicos han detectado bajo la superficie marciana en las que se supone que millones de años atrás se refugiaron los marcianos huyendo de la degradación de su medio ambiente. Encuentra a los marcianos, o más propiamente los marcianos le encuentran a él, seres antaño de carne y hueso que ahora podrían describirse como espíritus puros. Estos le estudian y recibe de ellos un campo de fuerza personal, que cuando está activado parece envolver al portador en humo y luz, junto al nombre de Ranger del Espacio. David Starr sale de las grutas marcianas convencido de saber quién es el culpable de los envenenamientos y logra demostrarlo jugando hábilmente con su doble personalidad de David Starr y Ranger del Espacio. La novela termina cuando Bigman revela a su amigo que ha descubierto que él es el Ranger del Espacio y juntos parten hacia nuevas aventuras.

Es ésta una excelente novela de acción y aventuras al mejor estilo Asimov. El lector joven podrá identificarse fácilmente con el protagonista, que casi alcanza la categoría de superhéroe, y el pequeño Bigman no puede menos que caerle simpático, dado que es la perfecta encarnación del fiel amigo que no puede faltarle a todo héroe que se precie. Asimov muestra, aunque no entra en polémica, el enfrentamiento entre las psicologías terrestre y marciana, la una inquieta, aventurera y curiosa, la otra tranquila, pacífica e indiferente. El Buen Doctor deja la elección a  la conciencia del lector. Los dibujos de Daniele Colombo son buenos aunque no excepcionales, quizá esto se deba a la mala calidad del papel, y reflejan con razonable fidelidad las descripciones del autor. U n hecho interesante de mencionar es que desde que en 1970 Asimov escribió la introducción del libro ésta también ha quedado anticuada:  los casquetes polares de Marte sí son de hielo, lejos de saber qué son. Yo recomendaría todo aficionado maduro con algún hijo de más de siete años que le regalase el libro si le interesa que le llegue a gustar la ciencia ficción. Y si le gusta Asimov, sea cual sea la edad que tenga, cómprelo: le divertirá.

3 comments

  1. Recuerdo con mucho cariño estas novelas. La primera que leí fue «El gran sol de Mercurio» en la edición de la colección Todolibro de Bruguera y me lo pasé tan bien que removí Roma, y Santiago, y la biblioteca pública para leerme el resto. Y las releí, tres o cuatro veces hasta que me las aprendí de memoria. Madurar y perder la capacidad de disfrutar con estas historias es un tanto «castrante»…

  2. Estas novelas fueron mis primeras lecturas de CF, las leí en la biblioteca del barrio, uff qué recuerdos :)
    Así que en gran parte estas novelas son las responsables de mi pasión por la ciencia ficción.

  3. El segundo libro que me compré de adolescente fue «Los océanos de Venus», en una ciudad veraniega sin mucho que perder, y me gustó bastante. Lo más imporante de la obra es que las ranas venusianas dieron vida al Hiponosapo de Futurama.

    ¡ ¡ ¡ Larga vida al Hipnosapo ! ! ! –> http://r33b.net/

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